La contaminación, el calentamiento
global, la consecuente acidificación de las aguas y la sobrepesca ponen en
riesgo la supervivencia de cientos de especies marinas.
Crear un ‘santuario’ en las aguas del océano Pacífico es la
propuesta del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, para proteger este
frágil y mellado ecosistema.
La iniciativa del Ejecutivo
norteamericano consiste en duplicar la superficie del océano protegida a nivel
global.
Las aguas adyacentes a siete islas
y atolones controlados por Estados Unidos configuran el llamado Monumento
Nacional Marino.
Bajo este nombre se encuentran
protegidas las aguas situadas a 225.300 kilómetros cuadrados a la redonda de
dichas islas.
Con la propuesta de Obama, el área
protegida se ampliaría a más de dos millones de kilómetros cuadrados para
convertirse en la mayor zona de aguas protegida del mundo.
Los arrecifes de coral y los
hábitats tropicales se encuentran “entre los ecosistemas marinos más
vulnerables ante los impactos del cambio climático y la acidificación de los
océanos”, señala el Gabinete de la Casa Blanca.
La fragilidad de este ecosistema y
la presión de los grupos ecologistas han conseguido extender la responsabilidad
medioambiental hasta los océanos.
Según un estudio publicado en la
revista Marine Ecology Progress Series en 2011, de las 100.000 áreas protegidas
en todo el mundo sólo dos millones de kilómetros cuadrados se corresponden a
zonas acuáticas frente a 17 millones de tierra.
Una reserva marina es equiparable a
un parque natural.
En estas áreas queda prohibida
cualquier “actividad extractiva, como la pesca y la minería, así como acciones
de vertido”, explica Greenpeace. Algunas zonas costeras puntuales pueden
abrirse a actividades pesqueras no destructivas a pequeña escala.
En las áreas más sensibles no se
permite ningún tipo de actividad humana.
Con estas medidas se pretende
“proteger, conservar y restaurar especies, hábitats y procesos ecológicos que
como resultado de diversas actividades humanas se han visto afectados”, apunta
la organización medioambiental WWF. Además, se trata de prevenir la futura
degradación y el daño a especies y áreas aún desconocidas.
En definitiva, se trata de apostar
por la salud de los océanos.
Enfermos y agotados por la
sobrepesca y la contaminación, los mares necesitan de nuevas iniciativas que
aseguren la vida en ellos.
Más de 3.000 millones de personas
dependen de manera directa o indirecta de los océanos.
Su destrucción no sólo tiene
consecuencias medioambientales, sino también económicas y sociales.
La principal razón para crear
reservas marinas es conservar y asegurar los stocks pesqueros en el futuro.
Expertos en recursos naturales
afirman que “si se pesca por encima de la capacidad de los mares, los peces no
tienen oportunidad de reproducirse y eso disminuye la capacidad de los océanos
para proporcionar niveles óptimos de pesca”.
Como consecuencia, los pescadores
tienen que trabajar más para conseguir la misma cantidad de peces, lo que
incrementa el costo de explotación.
Se trata, por lo tanto, de una
pescadilla que se muerde la cola. Proteger los océanos es una cuestión vital
para los productores, los consumidores y el medioambiente.
En las zonas protegidas “las
poblaciones aumentan en tamaño y los individuos viven más tiempo, alcanzan más
talla y aumentan su potencial reproductor”, aclara Greenpeace.
Gracias a ello, las áreas de pesca
más cercanas son recolonizadas y se aseguran los recursos pesqueros.
Las especies migratorias más
vulnerables como los atunes, los tiburones o el pez espada también se
benefician de estas áreas.
Se trata de “una herramienta global
para proteger el medio marino de todo tipo de impactos”, subraya la
organización.
A pesar de los esfuerzos por
proteger y aumentar las reservas marinas, la perdida de biodiversidad continúa
siendo una catástrofe.
En el mundo existen más de 100.000
áreas protegidas, terrestres y acuáticas, pero sólo se da un cumplimiento
estricto de las normas en el 5,8% de las zonas que están en tierra y en un
0,08% de las situadas en los océanos, advierte el estudio publicado por Marine
Ecology Progress Series.
Según dicho informe, el gasto
mundial destinado a mantener estas áreas protegidas es de 6.000 millones de
dólares al año, frente a los 24.000 millones que se estiman necesarios.
La creación del ‘santuario marino’ anunciado por Obama es un hálito de esperanza para uno de los ecosistemas más vulnerables, desprotegidos y, en muchas ocasiones, olvidados.
También lo es para el futuro de
millones de personas que dependen de este indispensable medio. Más santuarios,
más responsabilidad política y social para asegurar el futuro del planeta
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