martes, 18 de noviembre de 2014

IROHAZAKA, LA CARRETERA DE LAS MIL CURVAS EN JAPÓN














Nada mejor para moverse rápido por Japón que el tren bala, pero si lo que queremos es viajar disfrutando de los innumerables tesoros naturales que encierra este fascinante país hay que atreverse a alquilar un coche y hacer ruta.

Así por ejemplo podremos descubrir Irohazaka, la sinuosa carretera que conecta la ciudad de Nikko con las montañas de Oku, en la Prefectura de Tochigi.















La llaman “la carretera de las mil curvas” pero en realidad solo tiene 48 curvas, todas ellas muy cerradas, que serpentean a través de un bosque que cambia de color a medida que ganamos altitud.

En otoño, cuando llega el koyo, el espectáculo es increíble y su fama es tal entre los japoneses que el gobierno tuvo que emprender hace unos años un ambicioso proyecto para modernizar y ensanchar la calzada.

Eso sí, las curvas no se tocaron: son parte del encanto de esta ruta.

Irohazaka la carretera de las mil curvas en Jap%C3%B3n 2 Irohazaka, la carretera de las mil curvas en Japón












Las dos carreteras que forman Irohazakha fueron construidas en 1954 y 1965 respectivamente, siendo originalmente vías de peaje.

En un punto del camino hay espacio para que los vehículos aparquen y disfruten del paisaje desde una plataforma de observación con al valle a la que se accede mediante un teleférico.

Son muchos los habitantes de Tokio que se animan a hacer esta excursión en coche en sus días libres.

Las vistas son prodigiosas, ofreciendo al observador toda la belleza de las cataratas Kegon y del lago Chuzenji.


Paralela a la carretera discurre la vieja ruta que usaban los peregrinos budistas en su camino hacia el lago, uno de los lugares sagrados de la región

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