sábado, 8 de noviembre de 2014

EL FRACKING


















Cada día el Mundo se cae a pedazos, por culpa de los continuos movimientos sísmicos, que producen una fuerte réplica en el corazón del gran planeta Tierra.

Sin darnos cuenta, lo estamos fracturando ambientalmente debido a la irracionalidad social de los Seres Humanos, que se consolida con los salvajes proyectos petroleros, mineros o gasíferos, para seguir perforando las riquezas naturales y taladrar el agonizante futuro por recorrer.
















Debajo de nuestros pies, existe un Universo en expansión que no conoce la perversión del capitalismo, la avaricia de las transnacionales y la sobrepoblación que destruye el equilibrio ecológico de la Naturaleza.

Por el contrario, la Humanidad se contrae en una materia oscura llena de indiferencia, apatía e irrespeto hacia los sagrados ecosistemas que yacen por obra y gracia de Gaia.

Poco a poco, la corteza terrestre se convirtió en un auténtico campo de batalla que tiñe de sangre a las comunidades indígenas, a las metrópolis urbanas, y a cualquier recóndita geografía que atesore en sus suelos a los mortíferos hidrocarburos del orbe.




ECOLOGIA

En tal sentido, el "fracking" es una técnica para extraer gas natural en yacimientos no convencionales, mediante la fracturación de la roca madre (pizarra o esquisto), y la enfurecida inyección de agua mezclada con arena y sustancias químicas tóxicas a gran presión, buscando que el gas se libere y llegue a la superficie a través del pozo.

Lamentablemente, la extracción de hidrocarburos bajo el método del fracking, es uno de los procesos más corrosivos para el Ambiente. 

Recordemos que la fractura hidráulica acrecienta el riesgo de provocar una serie de catástrofes en el entorno, que abarcan el escape de acido sulfhídrico, la contaminación de los mantos acuíferos, la descarga no controlada de aguas residuales, la dispersión en el aire de metano, que es uno de los principales gases de efecto invernadero, y el incremento del cuadro sísmico en el área explotada.


PETROLERAS

Es triste reconocer que el fracking se transformó en un negocio redondo perpetrado a escala global. 

No hay que viajar hasta Oklahoma, Texas, Ohio o Pensilvania, para evidenciar como el abuso del fracking es una terrible realidad que castiga con mayor dureza a las grietas del dinero genocida.






Basta con escuchar un fuerte puño cerrado sobre el escritorio de madera, para que el Diablo se obsesione con esa gigantesca porción de tierra, que esconde muchísima lechuga verde en su interior.

Con un arsenal de cascos, uniformes y máquinas bien lubricadas, los hambrientos esclavos empiezan a obedecer la orden del rey, sin pensar en que sus familiares, amigos y vecinos quedarán tapiados bajo una pared de concreto, que pudo oír en alta definición los últimos gemidos de la Pachamama.









GAS NATURAL

Por eso nos preguntamos
¿Qué relación existe entre la fractura hidráulica y los movimientos telúricos?

Vemos que la hipótesis que unifica esa simbiosis se vuelve cada vez más demostrable, pues los sismos de gran magnitud a nivel mundial, están aumentando conforme se intensifican los monumentales proyectos extractivos en los suelos del globo terrestre.

Lo peor, es que el teorizado "factor fracking", termina siendo una verdadera bomba de tiempo en el Medio Ambiente, porque la nefasta arbitrariedad del Hombre para apoderarse de los hidrocarburos, trastoca las condiciones geológicas del planeta Tierra, generando un peligroso efecto boomerang que puede explotar en cualquier momento.

No podemos ser tan simplistas para seguir culpando a la Pachamama de la crisis ambiental imperante, ya que en nuestra legendaria Tierra nada es producto de la casualidad.

Desde que las bacterias se transformaron en gorilas afeitados, siempre ha existido una disonancia entre la tierra que produce y el hombre que destruye.

Le rompemos el alma a una progenitora que se asfixia en su propio hogar, utilizando la práctica del fracking como punto de quiebre, para que la litosfera no deje ninguna huella en la ensangrentada superficie.

Tan sólo imaginar que estamos atentando contra la mágica existencia humana por efímeras monedas de plata, nos hace pensar que la alerta roja de tsunamis, terremotos y avalanchas, están asediándonos en las profundidades de los suelos.


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