Cada día el Mundo se cae a pedazos,
por culpa de los continuos movimientos sísmicos, que producen una fuerte
réplica en el corazón del gran planeta Tierra.
Sin darnos cuenta, lo estamos
fracturando ambientalmente debido a la irracionalidad social de los Seres
Humanos, que se consolida con los salvajes proyectos petroleros, mineros o
gasíferos, para seguir perforando las riquezas naturales y taladrar el
agonizante futuro por recorrer.
Debajo de nuestros pies, existe un
Universo en expansión que no conoce la perversión del capitalismo, la avaricia
de las transnacionales y la sobrepoblación que destruye el equilibrio ecológico
de la Naturaleza.
Por el contrario, la Humanidad se
contrae en una materia oscura llena de indiferencia, apatía e irrespeto hacia
los sagrados ecosistemas que yacen por obra y gracia de Gaia.
Poco a poco, la corteza terrestre
se convirtió en un auténtico campo de batalla que tiñe de sangre a las
comunidades indígenas, a las metrópolis urbanas, y a cualquier recóndita
geografía que atesore en sus suelos a los mortíferos hidrocarburos del orbe.
ECOLOGIA
En tal sentido, el
"fracking" es una técnica para extraer gas natural en yacimientos no
convencionales, mediante la fracturación de la roca madre (pizarra o esquisto),
y la enfurecida inyección de agua mezclada con arena y sustancias químicas
tóxicas a gran presión, buscando que el gas se libere y llegue a la superficie
a través del pozo.
Lamentablemente, la extracción de
hidrocarburos bajo el método del fracking, es uno de los procesos más
corrosivos para el Ambiente.
Recordemos que la fractura hidráulica acrecienta
el riesgo de provocar una serie de catástrofes en el entorno, que abarcan el
escape de acido sulfhídrico, la contaminación de los mantos acuíferos, la
descarga no controlada de aguas residuales, la dispersión en el aire de metano,
que es uno de los principales gases de efecto invernadero, y el incremento del
cuadro sísmico en el área explotada.
PETROLERAS
Es triste reconocer que el fracking
se transformó en un negocio redondo perpetrado a escala global.
No hay que
viajar hasta Oklahoma, Texas, Ohio o Pensilvania, para evidenciar como el abuso
del fracking es una terrible realidad que castiga con mayor dureza a las
grietas del dinero genocida.
Basta con escuchar un fuerte puño
cerrado sobre el escritorio de madera, para que el Diablo se obsesione con esa
gigantesca porción de tierra, que esconde muchísima lechuga verde en su
interior.
Con un arsenal de cascos, uniformes
y máquinas bien lubricadas, los hambrientos esclavos empiezan a obedecer la
orden del rey, sin pensar en que sus familiares, amigos y vecinos quedarán
tapiados bajo una pared de concreto, que pudo oír en alta definición los
últimos gemidos de la Pachamama.
GAS NATURAL
Por eso nos preguntamos
¿Qué relación existe entre la
fractura hidráulica y los movimientos telúricos?
Vemos que la hipótesis que unifica
esa simbiosis se vuelve cada vez más demostrable, pues los sismos de gran
magnitud a nivel mundial, están aumentando conforme se intensifican los
monumentales proyectos extractivos en los suelos del globo terrestre.
Lo peor, es que el teorizado
"factor fracking", termina siendo una verdadera bomba de tiempo en el
Medio Ambiente, porque la nefasta arbitrariedad del Hombre para apoderarse de
los hidrocarburos, trastoca las condiciones geológicas del planeta Tierra,
generando un peligroso efecto boomerang que puede explotar en cualquier
momento.
No podemos ser tan simplistas para
seguir culpando a la Pachamama de la crisis ambiental imperante, ya que en
nuestra legendaria Tierra nada es producto de la casualidad.
Desde que las bacterias se
transformaron en gorilas afeitados, siempre ha existido una disonancia entre la
tierra que produce y el hombre que destruye.
Le rompemos el alma a una
progenitora que se asfixia en su propio hogar, utilizando la práctica del
fracking como punto de quiebre, para que la litosfera no deje ninguna huella en
la ensangrentada superficie.
Tan sólo imaginar que estamos
atentando contra la mágica existencia humana por efímeras monedas de plata, nos
hace pensar que la alerta roja de tsunamis, terremotos y avalanchas, están
asediándonos en las profundidades de los suelos.
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