domingo, 23 de noviembre de 2014

PALMAS DE CERA DE COCORA DESAPARECERÍAN EN CINCUENTA AÑOS

















Las palmas de cera del Valle de Cocora, que habitan en potreros, podrían desaparecer en cincuenta años, debido a que no se están sembrando sus reemplazos.

Así lo establecieron los académicos Rodrigo Bernal y María José Sanín, esta última aspirante a doctora de la Universidad Nacional de Colombia, luego de verificar la zona en Salento (Quindío), haciendo un comparativo de la situación actual de esta vegetación con la que había 24 años atrás.












Los investigadores descubrieron que estas palmas –las más altas del mundo– no mueren por alguna enfermedad o por tala indiscriminada sino por su avanzada edad.

La diferencia entre las que crecen en potreros  y las que están en bosques nativos es que las últimas se regeneran y se mantiene la especie.

“Las otras crecen ahí porque son sobrevivientes de los bosques que cubrían esas zonas; al estar en potreros se convierten en paisaje temporal y sobreviven por la edad que pueden alcanzar (incluso hasta 169 años).

El problema es que más de la mitad de los individuos están terminando su ciclo de vida y después de ellos no habría más”, sostiene el profesor Rodrigo Bernal.

De acuerdo con los datos que Bernal y Sanín presentaron en la revista Colombia Forestal en 2013, el número total de plantas del muestreo hace 24 años era de 585 y luego el año pasado se redujo a 469.

El porcentaje de mortalidad global fue de 19,9%.

Los especímenes donde más notoria fue esta situación se ubican entre el sur de la quebrada Cárdenas y el norte del río Quindío, donde el 70% de los individuos alcanza a medir hasta cuarenta metros de alto e, incluso, se presentaron dos casos de más de cincuenta metros.

“Si los actuales palmares de los potreros se dejaran sin ninguna intervención durante las próximas décadas, la gran mayoría de las palmas altas habrán muerto de viejas para mediados de este siglo, aun en el mejor de los escenarios, y las palmas de más de 35 metros de altura serán escasas”, aclara la investigación.

Frente a esta situación, el profesor Rodrigo Bernal recomienda que se haga un trabajo de remplazo de los palmares de forma inmediata y que la iniciativa sea de las autoridades ambientales regionales.













“Esta zona debe ser tratada por Minambiente como un Santuario Nacional para la Palma de Cera. Debemos reservar el atractivo turístico de primer orden que representa el poder pasear entre las palmeras más altas del planeta”, concluye el investigador y antiguo docente de la UN.

Para llegar a una buena recuperación, primero hay que sembrar semillas   en viveros y mantenerlos hasta que las hojas alcancen 1,50 metros de longitud (entre 10 y 15 años de edad) para luego llevarlas a los potreros.

Ya en el ambiente deben estar rodeadas por una cerca de tres por tres metros para protegerlas del ganado.

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