La creatividad y el reciclaje no
son polos opuestos, sino todo lo contrario, pero también es cierto que se
atraen poderosamente.
Ello no significa que reciclar
implique ser creativos, no necesariamente, ni que todo
Reciclaje creativo tenga un puntito
de locura. Atreverse a rozar el disparate, sin embargo, muy a menudo es la
clave del éxito.
La idea de la que partir es doble: crear y reciclar van de la
mano a la hora de realizar un proyecto pero también al idearlo.
En otras palabras, podemos
aprovechar nuestra imaginación para idear nuevos proyectos de reciclaje y hacer
justo lo contrario, utilizar los materiales a los que queremos dar una segunda
vida para poner en marcha el magín.
Entrenar el músculo de la imaginación da frutos maravillosos, y
cuanto más lo trabajemos, más grandes y numerosos serán.
Apliquemos ese proceso creativo tan
lúdico a una decoración navideña más sostenible, juguemos a inventar para
conseguir una casa que tenga un mucho de nosotros sin necesidad de polucionar
ni de gastar de más.
Un árbol
único
El árbol es otro firme candidato a
sufrir nuestras diabluras, aunque lo ideal sería prescindir de él, sobre todo
si es natural, como gesto en favor del medio ambiente.
Si tenemos un árbol artificial,
aunque también contamina lo suyo, puesto que ya lo hemos adquirido,
aprovechémoslo el máximo posible de tiempo y busquemos cómo decorarlo de forma
creativa y ecológica: pueden servirnos los botones de colores, los viejos
retales, frutos secos disfrazados, latas de refrescos cortadas con formas
navideñas, como los renos, los muñecos de nieve o, puestos a imaginar,
cualquier otra cosa que nos inspire.
En caso de no tener/querer árbol artificial ni natural, no por
ello hemos de prescindir de este tradicional símbolo navideño.
Lancémonos a por todas e inventemos uno o varios arbolitos de
pequeño tamaño, por ejemplo en miniatura, y rodeémoslo de un paisaje nevado
creando un mini terrarium dentro de un envase de cristal o, de nuevo, en una
pequeña pecera.
Apilar libros en forma de abeto es otra interesante opción que
puede inspirarnos para conseguir ese árbol sin necesidad de talarlos ni de
aumentar las emisiones de gases de efecto invernadero.
El resultado, como pueed verse en la imagen superior, es
impactante, y muy decorativa. Sorprende comprobar cómo una idea tan inesperada
y atípica logra crear ese genuino ambiente navideño, su misma magia.
Démosle al magín durante unos días y dejemos que la imaginación
nos diga qué hay qué hacer.
Como última sugerencia para los árboles, crear perfiles en la
pared con forma de abeto puede dar pie a muchas variaciones: los tapones de
corcho o el mismo espumillón son materiales interesantes para llevarla a cabo.
Las coronas, los centros de mesa y
todo tipo de adornos navideños como las bolas, el espumillón y demás son una
provocación para cualquier mente creativa.
Piensa que por muy bonitos y
brillantes que sean, no resultan sorprendentes por la fuerza de la costumbre.
Cambiar su uso, su escenario,
combinarlos de mil y un modos, entre ellos y con objetos reciclados es un
desafío que tendrá su merecida recompensa.
Sería una auténtica locura hacer coronas inverosímiles con los
envoltorios de los bombones y de los pastelitos infantiles y combinarlas con
hojas secas, piñas, bolas navideñas, fotos nuestras, de la mascota, juguetes
viejos, figuritas del belén, papel de periódico, de revista … Si el resultado
nos gusta, genial, entonces lo tenemos.
En caso contrario, simplemente probemos una combinación
distinta: quitamos de aquí, ponemos allí, pintamos, forramos, pegamos,
despegamos, separamos, unimos y, sobre todo, disfrutemos durante el proceso y
con el resultado
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