viernes, 7 de noviembre de 2014

MILAGRO DE LOS ANDES














Todo eso comenzó a aclararse el 13 de octubre de 1972.

Ese día, un avión con 5 tripulantes y cerca de 40 jugadores del equipo de rugby Old Christian había despegado de Uruguay para jugar un partido amistoso en Santiago de Chile.

Sin embargo, el partido nunca llegó a jugarse porque el aparato jamás aterrizó en tierra chilena.

Debido a una extrema nubosidad, los pilotos del avión extraviaron la ruta y bajaron el aparato a una zona llena de cañones y riscos de la Cordillera de los Andes.

Al volar a tan baja altura terminaron estrellando el avión en las proximidades del glaciar de las lágrimas, a 1.200 metros de la frontera chileno argentina, en las cercanías del Monte Hilario.

De los 45 ocupantes del avión, 13 murieron en el choque y cinco fallecieron tiempo después.

Los sobrevivientes del accidente pensaron que serían rescatados de inmediato, pero los pilotos del avión, antes de caer, habían informado erróneamente por radio donde se encontraban.

Por ello los rescatistas jamás aparecieron.

Ocho días después del accidente, los consternados uruguayos escucharon en una pequeña radio a pilas que la búsqueda del avión perdido había sido definitivamente suspendida.

Eso fue el preludio de las penalidades.

Perdidos en medio de la inmensidad granítica y helada del macizo cordillerano, los uruguayos debieron enfrentar además el 29 de octubre la caída de un gigantesco alud de nieve, que sepultó parcialmente los restos del avión.













8 personas más, incluyendo al capitán del equipo de rugby, fallecieron asfixiadas bajo la nieve.

Pero lo más dramático estaba por ocurrir.
Para enfrentar la inanición y ante la ausencia total de alimentos, animales y vegetales en las cercanías, los sobrevivientes decidieron alimentarse con los cuerpos de sus compañeros ya muertos, que se encontraban enterrados cerca del fuselaje.

Fue una decisión muy difícil de tomar, pero ante los escrúpulos religiosos de algunos se impuso finalmente el instinto por conservar la vida.

Eso sí, decidieron que no se alimentarían de ningún familiar ni personas de sexo femenino (algunos jugadores habían viajado con sus hermanas, madres y novias).














- El esperado rescate -


Después de dos meses de penalidades, Nando Parrado y Roberto Canessa, dos de los jugadores del equipo, tomaron una decisión casi suicida.

Aprovechando el deshielo de la cordillera decidieron aventurarse a pie en medio del laberinto de montañas para buscar ayuda.

Caminaron más de 55 kilómetros hacia el poniente y en 10 días lograron llegar a la zona precordillerana de Curicó, en el sector de Los Maitenes.

Allí, al otro lado de un río, divisaron a Sergio Catalán, un arriero chileno, a quien le lanzaron un papel escrito pidiéndole ayuda.

Catalán leyó el mensaje y viajó 10 horas a lomo de su caballo hasta el retén Puente Negro, de Carabineros de Chile, para informar del hallazgo de los dos uruguayos.

La Fach (Fuerza Área de Chile), que había completado 66 misiones de rescate sin resultados, usó a Parrado de guía y envió dos helicópteros para rescatar a los otros 14 sobrevivientes que se encontraban todavía en el lugar del accidente.

Uno de los miembros de la patrulla de rescate, al llegar al lugar, relató posteriormente que “el avión estaba partido y sin alas.

El piloto aún estaba en su puesto, pero su cabeza había desaparecido y solo quedaba el muñón de la columna asomándose por la ventanilla.














Había escenas de canibalismo evidente, ya que alrededor y debido al deshielo, dejaba entrever restos humanos”.
Los equipos de rescate, que contaron 11 cuerpos descuartizados, y otros en calidad de reserva, cuentan que los rostros de los sobrevivientes mostraban un extraño color amarillo-rosado, con la piel pegada a los huesos.

El hallazgo de los sobrevivientes causó conmoción mundial pues nadie, después de 72 días, esperaba encontrar a alguien con vida.

Los uruguayos convalecieron en un hospital chileno y regresaron después a su país para reencontrarse con sus emocionados familiares.


Mientras agradecían al Cielo por haber salvado con vida de la extrema experiencia, también le pidieron al mundo que olvidara la antropofagia que se habían visto obligados a cometer.

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