Los refugiados políticos en el
mundo son 12 millones, pero los desplazados por consecuencias del cambio
climático son 25 y pueden llegar a ser 200 en 2050 según el informe Cambio
Ambiental y Escenarios de Migración Forzada elaborado por siete universidades.
Africanos de Sudán, Eritrea,
Somalia y Etiopía emigran a a Arabia Saudí, por Yemen, huyendo del avance de la
desertización de sus países.
La lluvia en Senegal ha disminuido
un 50% en los últimos veinte años, han desaparecido tierras de cultivo y la
gente emigra a Europa en cayuco.
En Mozambique huyen miles de
desplazados por inundaciones.
Mucha gente emigra de Bangladesh,
donde también sube el nivel del mar, y por destructoras inundaciones cada vez
frecuentes.
Del archipiélago Tuvalu en el
Pacífico emigra a Nueva Zelanda por la misma razón, la subida del nivel del
mar.
En China hay migraciones por el
avance de la desertización. En la región andina de Ecuador disminuyen las
lluvias y eso provoca más emigración a Europa. En Murcia y Almería de España
avanza la desertización con grandes sequías…
La aplastante evidencia de los
efectos del cambio climático no parece mover a los gobiernos a tomar medidas
que reduzcan la emisión de gases de efecto invernadero.
Pero la ciudadanía y las
organizaciones de la sociedad civil sí son conscientes del grave problema.
Por eso hubo hace unos días una
multitudinaria movilización ciudadana global para exigir medidas contra el
cambio climático.
Millones de personas se
manifestaron en 2.808 ciudades de todo el mundo para presionar a la Cumbre del
Clima en Nueva York, ciudad en la que se movilizaron más de 300.000 personas.
Según el Grupo Intergubernamental
de Expertos en Cambio Climático de la ONU (GIECC) el cambio climático será
causa de la desaparición de medios de sustento en zonas costeras y pequeños
estados insulares por tempestades, inundaciones y subida del nivel del mar;
riesgos graves para la salud y desaparición de medios de sustento de grupos
urbanos por inundaciones en el interior; destrucción de infraestructuras y
servicios vitales como agua, electricidad, instalaciones sanitarias por
fenómenos meteorológicos extremos; más mortandad y enfermedades en períodos de
calor extremo y más hambre por destrucción de sistemas de alimentación; pérdida
de recursos y sustento en zonas rurales por severa reducción del agua potable y
de riego; pérdida de bienes y servicios en comunidades costeras y de pescadores
en los trópicos y en el Ártico…
¿Se
puede contener el aumento de temperatura global y el consecuente cambio
climático?
Sí, si se toman medidas, pero
pronto, según el GIECC.
Entre otras, transformaciones
tecnológicas profundas y cambios en la conducta individual y colectiva para
sustituir el consumismo por el consumo responsable.
Para frenar el aumento de la
temperatura de la Tierra a 2º C como máximo es imprescindible reducir la
emisión de gases de efecto invernadero de un 40% a 70 %, según zonas, respecto
a la emisión total de 2010. Más allá de 2º C, las consecuencias son catastróficas.
Desde la revolución industrial, la
emisión de gases de efecto invernadero ha aumentado sin cesar.
Esos gases alcanzaron un nuevo
máximo en 2013, según reciente informe de la Organización Meteorológica
Mundial.
La concentración de dióxido de
carbono, principal responsable del calentamiento global, aumentó en 396 partes
por millón en 2013; el mayor aumento anual en 30 años.
No aprendemos, pero el cambio
climático es cuestión de vida o muerte: continuar la historia de la humanidad o
desaparecer.
Como desaparecieron los
dinosaurios.
Según escribe Florent Marcelleci
“para evitar un aumento de temperatura de más de 2º (acordado en la cumbre de
Copenhague de 2009), el PIB mundial tendría que disminuir más de un 3% anual;
77% entre hoy y 2050”.
Y el economista francés Michel
Husson, citado por Marcelleci, plantea un dilema: crecimiento y consecuencias
climáticas desastrosas o reducir el PIB y recesión con duras consecuencias
sociales. ¿Es así? Los analistas estadounidenses Fred Magdoff y John Bellamy
Foster, sostienen que el dilema se da en el capitalismo, porque el capitalismo
necesita crecimiento y el crecimiento lleva al desastre climático.
Y lo de la sostenibilidad en un
sistema que se mueve por los beneficios es el sueño de una noche de verano.
Pero si sustituimos el capitalismo,
como condición necesaria, es posible una civilización ecológica sin
desigualdad. Ardua y dura tarea, sin duda, pero ¿hay otra opción
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