“En la
República Dominicana, existen unas 17 Zonas Productoras de Aguas, localizadas
en los principales sistemas montañosos”, dice, de manera textual, el Inventario
Nacional Forestal en la República Dominicana 2018 (INF-RD) realizado por el
Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, con el respaldo de la
Agencia Alemana de Cooperación Internacional (GIZ).
“El país
posee unas 118 cuencas hidrográficas, donde se incluyen los ríos de mayor
longitud y más caudalosos del área antillana: Yaque del Norte, con 7,050
kilómetros cuadrados; Yaque del Sur, con 5,340 kilómetros cuadrados; Yuna, con
5,070 kilómetros cuadrados entre otros ríos de relevancia, como Camú,
Artibonito y Nizao”, dice el estudio elaborado dentro del Programa Regional
Reducción de Emisiones de la Deforestación y Degradación de Bosques en
Centroamérica y República Dominicana, de la Comisión Centroamericana de
Ambiente y Desarrollo (REDD/CCAD-GIZ) y el Fondo Cooperativo para el Carbono de
los Bosques (FCPF) del Banco Mundial.
La
Cordillera Central concentra la mayor cantidad de zonas captadoras de agua y
sirve de cuna al menos a 709 cauces de ríos y arroyos. Le siguen la
Septentrional (243) y la Oriental con (193), así como las sierras de Neiba y
Bahoruco.
El
inventario, sustentado por Medio Ambiente bajo la autoría intelectual del
Centro Regional de Estudios y Servicios (Creser) y la chilena Sud-Austral
Consulting S.p.A, plantea que la diversidad florística de República Dominicana
incluye unas 9,177 especies de plantas vasculares y no vasculares, con un total
de 2,050 endémicas (34.1%).
Atribuye a
los incendios forestales la reducción del 7% de la cobertura forestal del país.
La construcción y expansión de caminos, carreteras, puertos, ciudades y otras
infraestructuras impactaron en el 12%.
Pese a eso,
promueve con optimismo la idea de que en la actualidad la superficie forestal
del país se sitúa en un 43.6% del territorio, un total de 2,103,645.32
hectáreas de un total de 4,815,694.42 hectáreas.
Pero el dato
despertó poco convencimiento entre los biólogos de la Academia de Ciencias de
República Dominicana, la Comisión Ambiental de la Universidad Autónoma de Santo
Domingo (UASD) y el Grupo Jaragua, que incluso organizaron un debate sobre el
informe.
El biólogo
Luis Carvajal Núñez, de la Academia de Ciencias y la Comisión Ambiental de la
UASD, sostiene que para dar la impresión de una ampliación de la cobertura
forestal, Medio Ambiente asumió un cambio de la metodología al medir el bosque.
“Incluye la contabilidad de áreas que no entran en la definición tradicional de
bosque, como matorrales y una serie de áreas sembradas”.
“El propio informe revela una situación gravísima,
aunque se tapa en el manejo oficial que le da el Estado, y es el de la erosión
genética del bosque dominicano; o sea, no solamente nosotros estamos perdiendo
bosques, sino que estamos perdiendo la calidad de ese bosque”, dice.
Yolanda
León, docente investigadora del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec)
e integrante de Grupo Jaragua, señala una serie de inconsistencias en el
estudio de Medio Ambiente, la cuales van desde la definición de bosque hasta el
objetivo de la investigación que se presentó como un inventario.
León
recuerda que el primer estudio de vegetación y cobertura de la tierra para
República Dominicana, realizado con el uso de de imágenes de satélite, se
publicó en 1998 en la Revista Moscosoa del Jardín Botánico Nacional, bajo la
firma de Luis Tolentino y María Peña, técnicos de la entonces Subsecretaría de
Recursos Naturales, de la Secretaría de Agricultura.
El citado
estudio recibió el respaldo y la asesoría del entonces Servicio Alemán de
Cooperación Técnica (DED) y se apoya en imágenes correspondientes a 1996 del
satélite Landsat de la NASA, “utilizando una clasificación semi-automatizada;
es decir, se verificaron en campo varios sitios para ´calibrar´ los valores de
reflectancia que se leían en la imagen satelital para las distintas
coberturas”.
“Con esto el
computador puede extrapolar distintas clases de cobertura a todo el territorio
del país de manera semi automática. Esto es importante, porque en ningún país
es posible verificar todo en campo”, explica. Dice que la investigación define
más de 30 categorías de cobertura, pero solo suma 7 para estimar la boscosa:
“bosques de coníferas (pinares) densos o abiertos, bosques latifoliados (de
hojas anchas o húmedos) nublados, húmedos, o semihúmedos), bosques secos y
manglares junto a drago (que son humedales o bosques inundados todo o parte del
tiempo)”.
Para
entonces sumaban 1,326,605 hectáreas, equivalente al 27% del territorio.
Explica que el estudio se repitió en 2003 con imágenes satelitales de 2000 y se
situó en 31% la cobertura, aunque entonces el dato no se publicó.
Lo mismo
sucedió en 2012, con imágenes de 2010, y los resultados publicados dos años
después arrojaron una de 39%, afirma, para preguntarse, ¿cómo Medio Ambiente
llegó ahora a concluir que la cobertura se sitúa en un 43.6%?
Las consultoras
Pero la
respuesta a las dudas de León y Carvajal Núñez no está en manos de Creser o
Sub-Austral, autoras del estudio, ya que ambas consultoras afirman que el
propio Ministerio de Medio Ambiente suministró los datos sobre la cobertura del
bosque disponible.
“Dado que el
INF-RD se desarrolló en el marco del componente 3 del proyecto Preparación de
Readiness (R-PPs) de República Dominicana, se estableció que lo que se buscaba
era cuantificar y caracterizar las existencias de los recursos forestales del
país, y establecer la línea base para la implementación del Monitoreo, Reporte
y Verificación (MRV) en el marco de la Estrategia REDD+ Nacional; esto
significa que un elemento esencial dentro de los resultados a obtener
correspondió a determinar los stocks de CO2 de los bosques”, responde desde
Chile Patricio Emanuelli Avilés, director y representante legal de Sud-Austral.
Añade que el estudio busca establecer los niveles de referencia sobre las
emisiones asociadas a la deforestación, degradación de bosques, su manejo
sostenible y el incremento de reservas de carbono, y la línea base sobre el
estado de los ecosistemas forestales del país y/o sobre el total de emisiones
de Gases de Efecto Invernadero (GEI), asociadas a la deforestación y
degradación de los ecosistemas forestales.
“En este sentido, la superficie forestal del país no es un producto
generado a partir del INF-RD, sino que es un insumo necesario para la
planificación y ejecución de este, en lo relativo a la distribución de las
unidades de muestreo y a la localización posterior de estas en el terreno, así
como a la proyección del total de stocks de CO2 ya que el inventario lo que
permite es estimar estos stocks por unidad de superficie (ton CO2/ha) y, en
consecuencia, para llegar al stock total por cada tipo de bosque (ton CO2) se
requiere conocer la superficie (en hectáreas) de cada uno de ellos”.
“La superficie forestal del país utilizada para las estimaciones realizadas
una vez terminado el trabajo de campo fue proporcionada al Consorcio por la
Unidad de Monitoreo Forestal del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos
Naturales y la Unidad Técnica de Gestión del Proyecto REDD+”, indica.
También el especialista en foresta José Elías González, presidente de
Creser y asesor de la Cámara Forestal Dominicana (CFD), explica que ni
Sub-Austral ni su consultora determinaron el porcentaje de la cobertura boscosa
del país.
Dice que los datos provienen de un estudio previo encargado por Medio
Ambiente. “A nosotros nos dieron los datos de la cobertura y los aplicamos al
inventario forestal”. “Ellos contrataron primero a un dominicano, Pablo
Ovalles, y después a un costarricense y no sé realmente si fue la combinación
de los resultados de los dos consultores (que le dieron) o tomaron solo una,
pero esos dos consultores los contrató el Ministerio”.
Preocupación permanente sobre áreas como Valle Nuevo o Bahoruco
Zonas hídricas sensibles, como Valle Nuevo o el Parque Nacional Sierra Bahoruco,
despiertan una preocupación especial entre académicos y ecologistas que
denuncian el impacto que tiene de la agricultura, sobre todo en los sistemas
cobijados bajo bosques captadores de agua a través de la humedad de las nubes.
La Academia de Ciencias de República Dominicana emitió en agosto pasado un
informe en el que da cuenta de la desaparición del 70% de los bosques de la
cuenca del río Mulito, vital para Pedernales y su comunidad vecina haitiana
Anse a Pitre, a causa de la tumba y quema que da paso a la agricultura de
subsistencia que se practica en Aguas Negras, Mencía, La Altagracia y Los
Arroyos. Deplora que los bosques de hace 30 años dieron paso al cultivos y en
la actualidad al barbecho. En consecuencia, llamó a las autoridades a “detener
definitivamente la siembra de aguacate y hortalizas dentro del bosque nublado
del Parque Nacional Sierra de Bahoruco”.
El pasado 18 de junio el Medio Ambiente informó que estudiará, con el apoyo
de expertos internacionales y nacionales, el balance hídrico en Sierra Bahoruco
y el impacto de la producción de aguacate, un anuncio que los ecologistas
observan con recelo. Según Medio Ambiente, el estudio incluiría la creación de
una red climática para monitorear la variabilidad de temperatura, humedad y pluviometría,
así como la curva de descarga de los cauces presentes en las cuencas.
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