Investigadores de Estados Unidos revelan que el vecino
país perdió casi todo su bosque primario.
El avanzado deterioro ambiental de Haití, documentado en un estudio
difundido por la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos (NAS, por sus
siglas en inglés), augura un aumento en la presión que ejerce la población del
vecino país sobre recursos forestales dominicanos y cuencas hidrográficas
binacionales, fundamentales para su abastecimiento de agua potable, su
producción agrícola y su generación de energía eléctrica.
Haití alberga 11.1 millones de habitantes, según cálculos del Fondo de
Población de las Naciones Unidas (UNFPA, en inglés). Ocupa un territorio de
27,560 kilómetros cuadrados y el 36% de los 76,000 de la isla Santo Domingo.
Grandes centros urbanos, como Puerto Príncipe, reciben agua de ríos que cada
vez dependerán más de la capacidad que tenga República Dominicana para
conservar en su franja fronteriza el bosque nublado que capta el vapor
arrastrado por las nubes, así como las lluvias que recargan las fuentes
acuíferas.
En cuanto a sus recursos hídricos renovables, compuestos por caudales
totales de agua internos o externos, superficial o subterránea, Haití disponía
en 2017 —según cálculos de la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO)— un total de 1,293 metros cúbicos por
persona, por año.
República Dominicana, en cambio, contaba con 2,207 metros cúbicos por
persona por año, en su territorio de 48,442 kilómetros cuadrados, con 10.2
millones de habitantes.
La FAO recuerda que el vecino país cuenta con 7 regiones hidrográficas y 30
cuencas (3 subdivididas). La del Artibonito, las más grande, tiene su origen en
territorio dominicano. El desmonte de los bosques impacta en la retención y
aprovechamiento de sus recursos hídricos. “Los flujos de agua de los ríos se
caracterizan por altas fluctuaciones estacionales, en parte debido a la
precipitación irregular, pero también debido a la erosión y la deforestación”,
afirma la organización.
Eleuterio Martínez, de la Academia de Ciencias de República Dominicana
(ACRD) y de la Comisión Ambiental de la Universidad Autónoma de Santo Domingo
(UASD), apunta que, además de tratarse de la misma isla, en materia de
captación y retención de agua, también en la frontera dominicana la situación
se torna “muy delicada”, con los desmontes en suelo patrio sumado a la desaparición
casi total de los bosques primarios de Haití.
El informe difundido por la NAS en su revista Actas de la Academia Nacional
de Ciencias (PNAS, por sus siglas en inglés) resalta que en la actualidad,
“Haití tiene menos del 1% de su bosque primario original y, por lo tanto, se
encuentra entre los países más deforestados”.
Disminuyó del 4.4% del área total de la tierra en 1988 a 0.32% en 2016,
apunta. Además, “42 de las 50 montañas más altas y más grandes han perdido todo
el bosque primario”.
Los investigadores proyectan que todos los bosques primarios en Haití
desaparecerán antes del año 2035. La misma suerte correrán entre el 66% y el
83% de sus especies de vertebrados que, por su alto endemismo en el país vecino
(51%), tendrán dificultades para refugiarse en República Dominicana, en donde
“la pérdida de bosques amenaza la biodiversidad”.
Gobierno admite debilidades
El Ministerio de Economía Planificación y Desarrollo (MEPyD), presentó en
Brasil, durante el Octavo Foro Mundial del Agua celebrado a principio de este
año, una serie de documentos en los que reconoce debilidades para la protección
de los recursos hídricos en los acuerdos con Haití.
Cita estudios de proyectos binacionales y cuestiona que los acuerdos
diplomáticos bilaterales que abordan el recurso agua, se enfocan en la paz sin
tocar el manejo coordinado de los servicios ambientales de las cuencas en sus
múltiples dimensiones.
Eleuterio Martínez, ingeniero agroforestal, afirma que “tenemos varios
parques nacionales, como el Nalga de Maco, que son casi exclusivos para
garantizar agua a los haitianos”. Enumera algunos de los ríos que nacen en
territorio dominicano fundamentales para la sostenibilidad del vecino país:
Artibonito, Río Limpio, Mesomingo, Guayajayuco, Joca, Tocino, Yacahueque, Catanamatía,
Macasía, Pedernales, El Mulito o Masacre.
“Desde Haití recibimos ríos pequeños, como el Soliette o Blanco, en Jimaní.
También, el Libón que solo llega hasta Bánica, en Pedro Santana, pero sigue en
la frontera y se devuelve para Haití por el Artibonito”, añade.
Justo con la cuenca del Soliette la frontera sur ya pagó con una tragedia
el desmonte del bosque y la erosión del vecino Haití, cuando la madrugada del
24 de mayo de 2004 las rocas y el lodo arrastrados por el mermado río mataron
en Jimaní a más de 400 personas, sobre todo dominicanos.
Además de deslaves, la destrucción de las cuencas amenaza toda la isla, que
ya tiene problemas con el líquido. El Banco Mundial señala, en un informe sobre
las desigualdades en el suministro de agua, saneamiento e higiene difundido en
agosto de 2017, que en el vecino país “el acceso a fuentes adecuadas de agua
potable ha disminuido en los últimos 25 años; el acceso a saneamiento apropiado
está estancado en un 33%, y el número de hogares que tiene en la vivienda
acceso a agua de calidad ha disminuido del 15% al 7%”.
ADEMÁS: Economía que crea valor
Resalta que en Puerto Príncipe, que según cálculos oficiales de Haití
cuenta con 2.6 millones de habitantes, “solo el 14% del agua distribuida llega
a los barrios pobres densamente poblados, lo que se traduce en un volumen de 15
litros de agua por persona por día (lpd) en comparación con 35 lpd en los
vecindarios más ricos”.
Daños en bosques de RD
El Grupo Jaragua denuncia el desmonte del bosque húmedo de la Sierra Bahoruco
que capta el agua de los ríos El Mulito y Pedernales, que abastecen a
dominicanos en el Sur y sus vecinos de Haití.
La ACRD advirtió, en un informe difundido en agosto pasado, que el 70% de
los bosques de la cuenca El Mulito, fundamental para la vida de Pedernales y su
vecino Anse-a-Pitre, ha desaparecido a causa de la tumba y quema, para dar paso
a una agricultura de subsistencia.
En ese contexto, la bióloga Yolanda León, del Grupo Jaragua, deplora que
hasta este momento República Dominicana y Haití solo tengan proyectos y planes
sin efecto en el terreno para proteger las cuencas binacionales, sobre todo la
del Artibonito. “Pero es difícil hasta conseguir información, mientras desde el
Gobierno dominicano se cree que el problema de deterioro de los bosques y las
cuencas se soluciona sembrando ‘matitas’; cuando, en realidad, hay razones
culturales, económicas e institucionales muy complejas detrás de esa
problemática”, dice.
ADEMÁS: Por qué no es necesario el muro en
la frontera
La ACRD y la UASD plantean en el informe “Peligra la Madre de las Aguas”,
de marzo de 2014, la necesidad de conservar el bosque nublado para proteger las
reservas acuíferas. El agua de la cabecera del Artibonito y los principales
ríos, dicen, “no proviene de las lluvias comunes y corrientes (precipitación
vertical) que vemos regularmente”.
Explican que su captación surge “del vapor de agua que arrastran las nubes,
las cuales al chocar con el tallo y ramas de los árboles (rugosidad de copas),
se condensa y escurre por la corteza (flujo de los tallos), alcanzando el
subsuelo, produciendo un aporte considerable y a veces el único, a la recarga
de los acuíferos, la napa freática o lagos subterráneos”.
Recuerdan que el Artibonito “lleva desde el territorio nacional, la mayor cantidad
y la única agua segura de Haití, nuestro país vecino”. Además, que “entretejer
la trama hídrica de las cuencas altas de los ríos dominicanos “no es una tarea
simple, pues una vez desaparecido el efecto esponja del bosque nublado, se
requiere de un esfuerzo ciclópeo para intentar su remediación, en el que no
existe garantía de nada, salvo la esperanza de que cuando las montañas sean
desiertos, sean abandonadas, y la restauración natural, que podría tardar
siglos, comience el lento proceso de restauración ecosistémica”.
Francisco Domínguez Brito advirtió en varias ocasiones, siendo ministro de
Medio Ambiente, sobre la necesidad de conservar los bosques de Sierra Bahoruco
y toda la frontera, para garantizar agua a Haití, en donde, según sus temores,
la escasez y el limitado acceso de la población al líquido podría desencadenar
“una crisis con consecuencias violentas”.
El estudio
El estudio sobre la desertificación de Haití, difundido por la PANS, fue
elaborado por S. Blair Hedges, Warren B. Cohen, Joel Timyan y Zhiqiang Yang,
del Centro para la Biodiversidad y el Departamento de Biología, de Temple
University, Filadelfia; el Servicio Forestal de Estados Unidos, Corvallis; la
Sociedad Audubon Haití, de Petionville, y el Departamento de Ecosistemas Forestales
y Sociedad, de la Universidad Estatal de Oregón, Corvallis.