Deforestación,
destrucción a gran escala del bosque por la acción humana, generalmente para la
utilización de la tierra para otros usos.
Avanza a un ritmo de unos 16 millones
de hectáreas al año y alcanza sus valores más elevados en África y América del
Sur.
En Europa
y América del Norte, la superficie forestal está, en general, estabilizada o
aumenta ligeramente, aunque la velocidad de transición del bosque antiguo a
otras formas de bosque es elevada.
Durante
la década de los ochenta, los índices de deforestación mundial llegaron hasta
15 millones de hectáreas por año; y en la mayor parte del mundo la
deforestación se aceleró durante la década del 90.
Entre las
causas directas más importantes de la deforestación se encuentra la pobreza del
tercer mundo (donde se hallan la mayoría de los más grandes bosques y selvas),
que necesitan explotar estos ecosistemas para obtener recursos; la necesidad de
abrir espacios nuevos para la agricultura, para la cría de ganado, la
urbanización y la construcción de infraestructura (carreteras, vías férreas,
tendidos eléctricos); la minería; la inundación para generar energía
hidroeléctrica, y la explotación de petróleo.
La
deforestación no es lo mismo que la degradación forestal, que consiste en una
reducción de la calidad del bosque y que, en general, no supone un cambio en la
utilización de la tierra.
La
degradación de las formaciones vegetales se debe a la intervención humana y
puede deberse a numerosas causas, como la tala selectiva de especies forestales
o la construcción de caminos para arrastrar los troncos.
Ambos
procesos, deforestación y degradación, están vinculados y producen diversos
problemas, como pueden ser la erosión del suelo y desestabilización de las
capas freáticas, lo que a su vez favorece las inundaciones o sequías.
Este fenómeno de deforestación se ve agravado por
la lluvia ácida, la desertificación, y los incendios forestales.
En el caso de los pequeños agricultores,
considerados como pobres, al asentarse cerca de los bosques deben talar una
parcela de tierra y utilizarla para la plantación de cultivos de subsistencia o
comerciales.
Sin embargo, ese tipo de prácticas degrada
rápidamente el suelo, y el agricultor se ve forzado a talar otra porción de
bosque para transformarlo en tierras de cultivos.
Posteriormente,
el área que ya no se puede cultivar es utilizada para la cría de ganado, lo que
termina por degradar completamente el suelo, al eliminar la escasa vegetación
que podría haber quedado.
En muchos
países las prácticas forestales de tala rasa han sido la causa principal de la
pérdida forestal.
LOS INCENDIOS FORESTALES
Otra de
las causas de la deforestación son los incendios forestales, los que pueden
definirse como la propagación libre e ilimitada del fuego, cuya acción consume
pastos, matorrales, arbustos y árboles.
Para que
un incendio ocurra deben existir tres factores: el oxígeno, el calor y el
combustible.
En
nuestro país los incendios forestales son producidos en su mayoría por el
manejo descuidado del fuego, y su repercusión en el medio ambiente es enorme.
Los
efectos del fuego en los bosques son principalmente los siguientes:
Eliminación de las áreas boscosas
Pérdidas económicas Desaparición o disminución de los recursos hídricos
• Erosión
• Desertificación
• Pérdida de biodiversidad
• Aumento de gases de efecto invernadero
• Aumento de la temperatura ambiental
• Incremento de los efectos erosivos del viento
• Disminución de la humedad
• Alteración de los regímenes de vida de los humanos
• Emigración de la fauna local
Asimismo, la acción del fuego también afecta al
suelo mineral en tres formas, que son: física, al destruirse la estructura
y compactación del suelo por falta de humedad; química, al
producirse una disminución de los nutrientes de la vegetación, y finalmente biológica,
al destruirse los microorganismos del suelo encargados de la descomposición de
los restos orgánicos.
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