La contaminación del vertedero de Duquesa no ha podido
solucionarse, a pesar de que la situación se conoce desde hace más de 20 años,
porque las autoridades se han enfocado en eliminar visualmente los residuos en
lugar de manejar de manera puntual la generación de lixiviados y los daños que
éstos han ido produciendo.
Así lo asegura Snatly Augusto Zorrilla Fernández en
una tesis sobre la aplicación de la geoquímica para estudiar las alteraciones
que ocasiona la contaminación del vertedero de Duquesa en las composiciones
químicas del suelo.
En el trabajo, presentado en la Universidad Politécnica de Madrid con Paula Adánez Sanjuán, Zorrilla propone que los lixiviados de Duquesa se manejen a través de la instalación de una planta de tratamiento pasiva de lixiviados por humedales, que es una solución de bajo costo en instalación y mantenimiento.
También es necesario, sostiene,
“intervenir y evitar el continuo contacto directo de los residuos con el
terreno, generando capas de arcilla que eviten la infiltración entre las capas
de residuos que luego pasan a los niveles freáticos”.
Los lixiviados. Uno de los problemas ambientales más importantes en los
vertederos son los líquidos de infiltración o escorrentía formados en ellos.
Este líquido se conoce como lixiviado, que se relaciona con la contaminación
por su carga de materia orgánica, metales, residuos industriales, agrarios,
hospitalarios… y se forma por los arrastres y disolución entre los residuos
acumulados.
Los lixiviados, que pueden llegar hasta acuíferos con un nivel freático
considerado superficial, pueden servir de vehículo a gérmenes patógenos y
ocasionar afectaciones a la salud, especialmente aquellas relacionadas con la
ingestión de metales pesados.
Como la contaminación de las aguas subterráneas tarda un tiempo
relativamente largo en evidenciarse, dice Zorrilla, la descontaminación termina
resultando muy lenta.
Contaminantes
La contaminación ambiental de Duquesa no solo se
produce por los lixiviados, sino también por la generación y la emisión de
biogas o metano, que provoca incendios espontáneos, y la proliferación de los
insectos y roedores.
Citando informes de Lajun Corporation, Zorrilla señala que la emisión de metano en Duquesa ronda los 350 metros cúbicos, mientras que la generación de lixiviados ronda los 850 galones -equivalentes a 3,217 metros cúbicos- por día, “lo que deja bien claro el grado de contaminación que presenta”.
En torno a los lixiviados generados en el vertedero, indica, tienen un alto
contenido de sulfato y metales disueltos (hierro, aluminio, manganeso, zinc,
cobre y plomo, entre otros) que alcanzan concentraciones de decenas y centenas
de miligramos por litro.
Sobre el manejo. En el área metropolitana de Santo Domingo, que incluye el
Distrito Nacional, el Gran Santo Domingo y Boca Chica, se estima que se generan
1.26 kg de residuos sólidos por persona diariamente, cifra comparable a la
generación de los países desarrollados.
A pesar de la gran cantidad de residuos, Zorrilla establece que no se han
establecido reglas que instruyan a la gente sobre cómo almacenar y descargar
correctamente la basura, a lo que se suma que la recolección de los residuos es
realizada sin una clara delimitación en el ámbito de los servicios.
Más grave aún, manifiesta Zorrilla, es que los residuos infecciosos
hospitalarios no son separados antes de la recolección y transporte y son
mezclados con los residuos municipales en la disposición final.
Otro problema del vertedero es que tiene un personal no calificado (los
buzos), que no está dirigido por la gerencia del vertedero y que se encarga de
recolectar los desechos reciclables (cubetas, metales, neumáticos, alambres,
fundas, cartones, sillas plásticas y botellas de vidrio y plástico, entre
otros) que son vertidos y almacenados de manera individual.
Ubicación
El 89% de los vertederos existentes en el país está a menos de mil metros
de los principales ríos, arroyos y cañadas.
El vertedero de Duquesa, que no es una excepción, está cerca del río
Isabela, que a su vez conecta con el río más importante de Santo Domingo: el
Ozama.
Los lixiviados, que ya han contaminado al río Isabela, forman especies de lagunas
y escorrentías en los que se concentran los líquidos residuales que se filtran
desde el botadero.
La solución
Para resolver el problema, precisa Zorrilla, se puede recurrir a los
métodos de tratamiento pasivos más utilizados: los humedales artificiales, los
drenajes anóxicos calizos, los sistemas de producción de alcalinidad y, si el
problema se manifiesta en aguas subterráneas, las barreras reactivas
permeables.
El objetivo principal en todos ellos es la supresión de la acidez, la
precipitación de los metales pesados y la eliminación de los sólidos en
suspensión.
Entre las opciones existentes Zorrilla apuesta por un humedal aerobio, es
decir, que reproduzca los fenómenos y procesos de los humedales naturales en
los que se desarrollen plantas, musgos y comunidades de organismos especiales
que depuren el agua.
Este humedal estaría formado por canales de recolección conducidos a una
balsa que recoja los lixiviados, que serían continuamente canalizados hasta un
sistema de celdas o laguna con vegetación. En las balsas de recolección se
acumularán los lixiviados y pasará a las celdas, donde tendrán lugar los
procesos físico-químicos y biológicos que mejorarán las aguas que irán a una
balsa de reposo y, al final, a un río.
Marien Aristy Capitán
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