Los suizos reciclan un 96% de todos
los materiales que se pueden reciclar, lo que equivale al 50% de los desechos
totales.
En 2006, luego de superar las metas
impuestas por el gobierno, se decidió anular el impuesto de reciclaje sobre
botellas y frascos de vidrio, ropa, textiles, botellas de plástico, baterías
caseras, bombillos de luz y papel.
En ese país también se reciclan
aluminio, hojalata, equipos eléctricos y electrónicos.
Algunos de estos materiales
reciclables deben ser llevados a puntos de recolección que han sido instalados
en almacenes y supermercados.
Cada supermercado en Suiza tiene
una máquina que recibe botellas, con diferentes compartimientos para los
distintos colores del vidrio.
En las cajas registradoras se
reciben las baterías.
Los clientes que no deseen llevar
los empaques de los productos que han comprado, pueden dejarlos en el
supermercado, que se encarga de separar y reciclarlos.
Cada pueblo tiene camiones que
recogen los materiales reciclables verdes, que son los desechos orgánicos como
pasto, raíces, plantas, etc.
Hay otros camiones que recogen
papel una vez al mes y ambos lo hacen de forma gratuita.
Los suizos reciclan periódicos,
revistas y todo lo que está hecho de papel o cartulina, como cajas de cereales
y recibos de servicios públicos.
En el país existen varias compañías
especializadas en el reciclaje de los diferentes grupos de desechos, según su
categoría.
Lo particular de la forma en que
están organizadas es que funcionan en conjunto y ofrecen una plataforma en
común que se encarga de educar a sus ciudadanos en materia de reciclaje.
Otro de los secretos del éxito del
reciclaje y recolección de basuras en Suiza es que a pesar de que reciclar es
gratis, la recolección de basura no reciclable tiene un costo. Cada bolsa de
basura que sea recogida cuesta un euro y requiere una calcomanía que comprueba
que este precio ha sido pagado.
Cuando la gente bota su basura sin
pagar, la Policía y oficiales de sanidad abren dichas bolsas buscando evidencia
que los lleve hasta la casa que no pagó por la recolección.
Buscan recibos de pago de servicios
o sobres con el nombre y dirección de la familia. A los culpables se les impone
una multa de casi 11.000 dólares.
Además, desde el año 2000 lo que no
puede ser reciclado o usado como abono se quema en unos modernos incineradores
que producen una polución ambiental mínima y generan electricidad para 250.000
hogares, lo que ha reducido sustancialmente las importaciones de aceite para
las calefacciones.
Suiza no se convirtió en el líder
mundial en reciclaje de la noche a la mañana sino gracias a un proceso lento.
El éxito que un lugar pueda
alcanzar con el reciclaje depende del presupuesto que se invierta, pero también
de la disposición ciudadana y su capacidad de organización.
El reciclaje es una cultura y los
preocupantes índices de polución hacen que dicha cultura sea necesaria y
obligatoria.
En Bogotá se producen alrededor de 6000
toneladas diarias de basura que podrían ser aprovechables si cambiamos nuestra
mentalidad y tomamos ejemplo de países como Suiza.
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