viernes, 24 de octubre de 2014

Fraude científico del IPCC o "Climagate"

























El Panel Intergubernamental para el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC) quedó en el ojo de una tormenta en Noviembre de 2009, cuando el hackeo[11]  y difusión de una serie de e-mails entre los principales miembros del Panel, dejó en evidencia que el organismo científico internacional, manipula los datos de las investigaciones, destruye pruebas y ejerce fuertes presiones para acallar a los científicos escépticos, todo en aras de sustentar la tesis –hasta aquí no demostrada- que el cambio climático es antropogénico.


El escándalo del 'Climagate' se desató ante la denuncia que la investigación sobre la velocidad de desaparición de los glaciares del Himalaya, había sido exagerada.

Posteriormente, una investigación periodística realizada por el diario 'The Guardian' (UK) revela que los datos sobre el aumento de la temperatura recogida en China y que sirvieron de base para una de las investigaciones fundamentales en el informe del IPCC de 2007, fueron manipulados; lo cual no solo invalida el resultado de dicha investigación sino que llevan a la pregunta:


















¿Cuánto dinero se gastó para producir un informe científico falso?

¿Hubo malversación de fondos?

¿Cuánta investigación de campo valiosa y varias veces millonaria, se destruyó al falsear los datos?

¿Es o no delito destruir (aún por tergiversación o falsedad material) investigaciones científicas financiadas con fondos públicos?

Pese a que este organismo funciona con dinero de los estados, a ningún fiscal se le ocurrió iniciar una investigación.


El Presidente del IPCC, el hindú Rajendra Pachauri. De profesión ingeniero, ha sido la cabeza de los negocios petroleros del Grupo Tata (India), grupo vinculado al comercio de "Bonos de Emisiones", uno de los mecanismos previstos en los acuerdos de Tokyo.

Muy lejos del mundo científico, las actitudes poco éticas de Pachauri, han disgustado a los científicos de peso; la mayoría ha decidido abandonar la institución.

CASO:

Piratería de conocimientos y medicina ancestral y patentización viciada.

En un libro muy interesante, "Ni robo, ni limosna: pueblos indígenas y propiedad intelectual" (IBIS Dinamarca, Bolivia), su autora, Annie Oehlerich de Zurita, afirmaba en 1999 –año de su publicación- que en el mundo, existían alrededor de 5000 fármacos basados en plantas medicinales conocidas durante siglos por pueblos indígenas, sobre los cuales la Industria farmacéutica aún no había pagado royalties ni dividendos.


Una investigación similar, realizada por Jay McGown en 2006, enumera tan solo 36 casos de bio-piratería en África.

En ninguno hubo distribución de beneficios ni pagos de royalties.

Más curioso aún, resulta la facilidad en la obtención de patentes de las plantas medicinales como si fueran descubrimientos de laboratorio; para obtenerlas, basta con no mencionar que el principio activo (droga) que se quiere patentar, es conocido desde hace siglos.


Las instituciones gubernamentales solo verifican que se trate de algún fármaco o droga nueva y no registrada anteriormente.

¿Algún fiscal en algún lugar del mundo inició acciones legales para condenar una piratería que mueve más de $us 14.000 millones?

¿Acaso existen científicos con protección y otros sin protección, al mejor estilo de la mafia?


































Al centro, cerca de Nairobi se puede observar el Lago Ruiru. Un microbio que crece en dicho lago, es el remedio ideal contra la diabetes. Actinoplanes sp., tal el nombre de la bacteria, fue patentada por Bayer.



1 comentario:

  1. El contenido del post es de mi autoría, y/o, es una recopilación de distintas fuentes.

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