El cerebro humano
tiene una determinada capacidad de absorción de datos. Los sentidos son
los encargados de transmitir al cerebro toda información que perciben del
entorno.
Entre ellos, el sentido de la vista es uno de los más complejos y de los
que mayor incidencia tiene en la percepción global
del entorno y, por lo tanto, en las reacciones psicofísicas del hombre. El ojo
es una máquina óptica muy
compleja.
La retina retiene la imagen durante
1/10 de segundo, como si fuera el cuadro de una película. De hecho, este
mecanismo ha sido aprovechado para crear el efecto de movimiento en
el cine. La
información visual retenida en tan corto tiempo tiene una acción directa sobre
nuestra capacidad de atención.
Cuando una imagen supera el máximo de información que el cerebro puede
asimilar (estimado en 4 bits/seg), se produce una especie de "stress"
visual, el panorama perceptual se vuelve caótico y la lectura ordenada
del paisaje se hace imposible. Por otro lado, cuando la riqueza de la imagen no
alcanza un mínimo de información (alrededor de 0,4 bits/seg), la atención decae
y los reflejos se embotan. De este modo podemos definir la complejidad visual
como un proceso que oscila entre el desorden y la monotonía perceptual.
Se refiere a todos los aspectos visuales que afectan la complacencia de
la mirada. Se produce por la minería abierta,
la deforestación incontrolado,
la basura, los anuncios, el tendido eléctrico enmarañado, el mal aspecto de
edificios, los estilos y los colores chocantes,
la proliferación de ambulantes, etc.
LA CONTAMINACIÓN PUBLICITARIA
Es originada por la publicidad, que
ejerce presiones exteriores y distorsiona la conciencia y
el comportamiento del
ser humano para que adquiera determinados productos o servicios,
propiciando ideologías, variaciones en la estructura socioeconómica, cambios en
la cultura,
la educación, las
costumbres e, incluso, en los sentimientos religiosos.
La publicidad es una de las palancas que mueven el mundo.
Es gracias a ella que podemos leer el diario o ver televisión a
un precio accesible,
que podemos saber donde comprar aquello que nos interesa, y que podemos ofrecer
al mundo nuestros productos y servicios. Sin embargo, los avisos publicitarios
llegan a cansar y a irritar cuando se convierten en invasivos, lo que puede
comprobarse por ejemplo en la televisión y enInternet.
En el caso de la televisión, el
problema no son tanto las larguísimas tandas publicitarias, sino las trampas al
televidente. Al menos en Argentina, un primer ejemplo nos lo ofrece la serie
"El hombre que volvió de la muerte", donde en un momento dado se
anuncia que se reanuda el programa pero
enseguida aparece un breve anuncio intrusivo.
Un segundo ejemplo aparece en el canal de National Geographic: cuando
termina una parte del programa que estamos viendo, aparece un trivial del tipo
"¿Cuál es el ave más grande: el avestruz, el águila o el cisne?".
Como anuncian también que la solución aparecerá al final de la tanda publicitaria,
el curioso televidente quedará aprisionado en ella a la espera de los
resultados.
Los publicitarios se llaman ostentosamente a sí mismos
"creativos", pero la creatividad parece
estar más al servicio de
generar usuarios esclavos que usuarios satisfechos.
Pero, ¿es posible la publicidad no invasiva? Los programas publicitarios
de Google parecen
demostrar que se puede hacer publicidad sin incomodar al usuario.
Sus anuncios son sencillos, discretos y carecen de imágenes, y sin
embargo todo indica que resultan altamente efectivos, habida cuenta de las
millonarias ganancias de la empresa de
Mountain View.
Otro aspecto de la publicidad inteligente de Google es su manera de
administrar los espacios publicitarios. Mediante el programa AdWords usted
puede publicitar su empresa en
la web pagando
solamente por cada clic que hacen los usuarios hacia su sitio, y mediante el
programa AdSense usted puede ofrecer anuncios de otros en su sitio web,
cobrando por ello. Gana el anunciante, gana el anunciador y gana el usuario.
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