En la práctica, existe un sola gran masa de agua salada que bordea los
continentes, que cubre alrededor del 71 por ciento del planeta; equivale al 97
por ciento del total del agua del planeta y tiene un volumen de 1,4 billones de
km3.
Su profundidad media es 3.800 metros, cuando se incluyen los mares poco
profundos, aunque en los océanos Pacífico, Índico y Atlántico la profundidad
media es de cuatro mil metros.
Aspectos del agua salada
Temperatura: Los rayos solares
calientan la capa superior del agua de los océanos y mares, pero su acción está
supeditada a la latitud (distancia entre un lugar y la línea
del Ecuador), por lo que la temperatura de la superficie de las aguas disminuye
desde el Ecuador, donde en promedio tiene 29°C, hasta los polos, donde
descienden a 1,5°C bajo cero.
Las aguas son menos sensibles que los continentes a las variaciones
estacionales.
Del mes más frío al más caluroso, la temperatura del mar no varía más de
3°C en el Ecuador. Al ser una importante reserva de calor, desempeñan un papel
importante en la moderación del clima.
En las altas latitudes son frías, incluso las superficiales, porque
apenas reciben las radiaciones solares.
Al alcanzar una temperatura de 2°C bajo cero, se congelan.
Salinidad:
Diferencia de las aguas
superficiales, el agua de los océanos es salada, debido a que en ellos se
acumulan los minerales arrastrados por los ríos desde los continentes,
principalmente cloro (55,04 por ciento) y sodio (30,62 por ciento), además del
magnesio, azufre, calcio, potasio, sílice y bromo, y en menor medida hierro,
cobre, estaño, plata, níquel, oro y prácticamente todos los minerales
conocidos.
La salinidad media de los mares es de
36 partes por mil, pero varía según la latitud y los climas. La menor salinidad
se encuentra en el Ecuador, donde las lluvias la disminuyen, y la mayor, en los
25¼ latitud norte y los 30¼ latitud sur. En los polos la salinidad disminuye
considerablemente, así como en las grandes profundidades.
Densidad: La densidad del agua marina depende de la temperatura.
En la medida que esta desciende, la densidad aumenta. Por esto, se va
incrementando desde el Ecuador a los polos, y también desde la superficie al
fondo. También depende de la salinidad -la cantidad de sal es proporcional a la
densidad-; además, las lluvias, los deshielos y la aportación de agua de los
ríos la hacen disminuir en la superficie.
Pese a que para la Oceanografía esta gran masa de agua que cubre el
globo corresponde solo a tres océanos, el Pacífico, Índico y Atlántico (ya que
el Ártico y el Antártico solo se consideran mares adyacentes a estos), igual
prevalece la diferenciación entre mares costeros y océanos.
Denominamos Mar para
designar todas las aguas saladas que cubren una gran parte de la superficie de
la Tierra.
Este nombre se aplica, a menudo, a
superficies marítimas que se extienden a orillas de los continentes, y a masas
de agua salada que, como el mar Mediterráneo, parcialmente rodeado por tierra,
son más pequeñas que un océano, al que generalmente están conectados.
El nombre también se utiliza para
referirse a masas de agua salada situadas tierra adentro, como el mar Caspio,
y, ocasionalmente, a masas de agua dulce también localizadas en tierra firme,
como el mar de Galilea.
La principal característica de los mares es que no alcanzan grandes
profundidades. Los océanos en cambio, están constituidos en inmensas y
profundas depresiones llenas de agua, en las que son característicos los fondos
medios, las fosas y las hoyas.
La plataforma continental no ocupa en ellos más del 10 por ciento de la
superficie.
Los mares se dividen en:
Continentales: se comunican con los océanos
mediante estrechos y constituyen, dentro de los continentes, solo
ramificaciones o entrantes de grandes extensiones de agua
Costeros o marginales: se hallan en los extremos de
los océanos formando una bahía, un canal, estuario, etc.
No hay comentarios:
Publicar un comentario