Es la razón por la que el agua puede “subir” desde capas
profundas del suelo… ¡como si desafiará la gravedad!
La capilaridad es una propiedad física del agua que le
permite moverse entre los poros del suelo gracias a dos fuerzas:
Adhesión (el agua se
pega a las partículas del suelo)
Cohesión (el agua se une a otras moléculas de agua)
Así, el agua puede
moverse en todas direcciones: hacia los lados, hacia abajo… ¡y hacia arriba!,
como si viajara por hilos invisibles.
Este fenómeno es vital para que las raíces de las plantas
accedan al agua aunque no estén en contacto directo con ella.
Pero no todos los
suelos retienen o mueven el agua igual:
Suelos arenosos =
poros grandes → baja capilaridad, el agua se filtra rápido.
Suelos arcillosos =
poros pequeños → alta capilaridad, pero el agua puede quedar atrapada y no
disponible.
Suelos equilibrados
con buena materia orgánica = mejor capilaridad y disponibilidad hídrica para la
planta.
La materia orgánica
mejora la estructura del suelo, estabiliza los poros y aumenta la eficiencia
del agua por capilaridad.
Sin ella, el agua se pierde rápido o no llega donde la
planta la necesita.
Entender la capilaridad permite optimizar el riego, elegir
mejor el sustrato y cuidar el agua, especialmente en zonas secas.
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