lunes, 20 de marzo de 2017

5 LECCIONES DE LA SEQUÍA EN CALIFORNIA















California está empezando el que podría ser el sexto año de una de las peores sequías que se recuerdan.

Las tan esperadas lluvias, asociadas al fenómeno de “El Niño” en 2016, solamente aliviaron levemente la situación de los embalses—aún muy por debajo de la media a estas alturas del año—, pero los acuíferos apenas se han recuperado tras cuatro años de sobreexplotación intensiva.

El impacto de la sequía está siendo significativo: 


las pérdidas económicas en el sector agrícola se cuentan en billones de dólares (Medellin-Azuara et al., 2016), las ciudades tuvieron que reducir el suministro de agua en un 25% durante el año 2015, algunas especies endémicas están en riesgo de extinción, e incluso algunas comunidades rurales—en una de las economías más avanzadas del mundo—se han quedado sin suministro de agua potable (Hanak et al., 2015). Por todos estos motivos, los expertos consideran que esta sequía está suponiendo un importante “test” de la robustez del sistema de recursos hídricos de California y su gestión.

California ha sido siempre un referente internacional en la gestión del agua, dado su avanzado desarrollo socioeconómico y la experiencia atesorada en materia de política hidráulica. De hecho, el desarrollo económico de este estado americano ha estado íntimamente ligado a la política hidráulica, no exenta de dificultades y controversias (Reisner, 1993; Hundley, 2001). La construcción de una ambiciosa infraestructura, permite llevar el agua desde el lluvioso norte hasta el árido Valle de San Joaquín—la zona agrícola más productiva de Estados Unidos y donde se concentra la mayor parte de la demanda de agua para riego—y el desértico sur.

Las áreas metropolitana de Los Ángeles y San Diego, con más de 20 millones de habitantes, importan más del 70% de su suministro de agua.

En España ha sido frecuente la comparación con California en materia de aguas por sus semejanzas en variables como el clima (California presenta un clima mediterráneo, con un acusado gradiente climático desde el norte húmedo a los valles del centro y sur semiáridos, donde se utiliza la mayoría del agua junto con la costa), superficie (similar), recursos disponibles, sectores económicos o usos del agua. En ambos casos el principal uso de agua es el regadío, con un porcentaje similar en cuanto a uso (80%) y hectáreas (en torno a 4 millones).

California desempeña en EEUU un papel similar al de España en Europa en cuanto a principal exportador de productos hortícolas. Ambos territorios presentan un alto grado de regulación de los recursos superficiales (en torno a un 50% de sus recursos renovables) mediante un gran número de grandes presas que proporcionan una capacidad de almacenamiento análoga.

Aunque en España los trasvases han generado y generan un gran debate, en California se trasvasan en torno a 10000 millones de metros cúbicos anuales, mientras que en España, sobre 500 millones al año. Si bien con ciertas diferencias, en ambos casos se han puesto en marcha mecanismos de redistribución de derechos de agua (mercados del agua y bancos públicos del agua).

En España ha sido frecuente la comparación con California en materia de aguas, por sus semejanzas en variables como el clima, superficie, recursos disponibles, sectores económicos o usos del agua
Dadas estas similitudes, con este artículo pretendemos analizar qué podemos aprender de las decisiones que se han adoptado sobre la gestión de la sequía, y que exponemos a continuación.

(1)   Analizar la adaptación de los sistemas socio-económicos frente al cambio climático:

las sequías van a ser cada vez más frecuentes e intensas
Existe un consenso científico de que el calentamiento climático ya es una realidad, e irá aumentando en los próximos años, aunque interrumpiéramos en estos momentos la emisión de gases invernadero. Esta transformación en California se está traduciendo en un incremento de las precipitaciones en forma de lluvia frente a la nieve, así como en un adelanto de la fusión de la nieve, lo que conlleva más escorrentía en los meses fríos y menos en los meses más cálidos, donde la demanda de agua es mayor.
Por todo ello, se prevé que las sequías sean más frecuentes e intensas con el cambio climático, agravando los impactos hidrológicos, económicos y ambientales (Cayan et al 2013; Polade et al. 2014).
Estudios similares que hemos realizado sobre impactos del cambio climático en cuencas del Mediterráneo muestran resultados análogos, con aumento de la frecuencia e intensidad de las sequías (Marcos-García et al., 2015) y reducción importante de la recarga de acuíferos (Pulido-Velazquez et al., 2014), aunque en algunos casos se pueda incrementar a consecuencia de los episodios de lluvia extremos (Pulido-Velazquez et al. 2015). Estos cambios pueden traducirse en importantes pérdidas económicas si no se actúa con anticipación diseñando estrategias de adaptación adecuadas (Girard et al. 2015, Escriva-Bou, 2012 y Escriva-Bou et al., 2016).
Aunque los efectos económicos en el sector agrícola de California están siendo severos (Howitt et al., 2015), los agricultores han implementado estrategias de adaptación que por ahora han paliado las pérdidas económicas.
Entre las medidas adoptadas cabe destacar la rotación de cultivos (dejando en barbecho los cultivos de menor valor agregado redistribuyendo el agua hacia los cultivos de mayor valor), la implementación de bancos de agua subterránea y el ahorro en el sector urbano.
En California los agricultores han implementado estrategias de adaptación que por ahora han paliado las pérdidas económicas, como la rotación de cultivos
(2) Gestionar de manera sostenible y eficiente los acuíferos
Las aguas subterráneas en California han estado tradicionalmente sujetas a la libre explotación de sus usuarios (con frecuencia sin monitorización, control o gestión), lo que ha llevado a la sobreexplotación de numerosos acuíferos, en un claro ejemplo de la “tragedia de los comunes” de los recursos de explotación colectiva (Blomquist, 1992).
La situación es especialmente grave en acuíferos del sur de California (donde en muchos casos los jueces han decidido intervenir la gestión) y en el Valle Central, donde se ubica la mayor parte del regadío de la cuenca. Un aspecto positivo de la crisis motivada por la grave sequía es la concienciación de la necesidad de gestionar de forma sensible las aguas subterráneas, lo que se ha traducido en la aprobación de una nueva legislación, la Ley de Gestión Sostenible del Agua Subterránea en 2014. Bajo la nueva normativa, las agencias locales deben adoptar planes a largo plazo para la gestión sostenible y eficiente de los acuíferos sobreexplotados.

Esto requerirá la colaboración y compromiso de los usuarios, acostumbrados a bombear con gran libertad.

Un aspecto positivo de la crisis motivada por la grave sequía es la concienciación de la necesidad de gestionar de forma sensible las aguas subterráneas, lo que se ha traducido en la aprobación de una nueva legislación, la Ley de Gestión Sostenible del Agua Subterránea en 2014 
En España también tenemos ejemplos muy evidentes del impacto de la ausencia o mala gestión de las aguas subterráneas. Otros casos muestran en cambio el potencial de la gestión colectiva de las aguas subterráneas en un marco institucional adecuado y con la regulación y supervisión de las autoridades; un ejemplo de ello es el caso de la Mancha Oriental (Lopez-Gunn y Martinez-Cortina, 2006).
(3) Monitorizar y seguir adecuadamente la evolución de las sequías
En Estados Unidos existe una iniciativa federal que monitorea las sequías meteorológicas, el U.S. Drought Monitor, pero sin implicaciones directas en la gestión.

En este caso en España contamos con un sistema de monitorización de sequías (meteorológicas, hidrológicas y operativas) ligado a los Planes Especiales de Sequías (PES) de cada demarcación, cuyo objetivo es “minimizar los aspectos ambientales, económicos y sociales de eventuales situaciones de sequía” (ley 10/2001). En los PES, desarrollados en un proceso participativo y multisectorial, se definen a priori umbrales que fijan distintas fases de sequía y medidas a aplicar para conseguir los objetivos específicos en cada fase.

California también está implementando diversas medidas para mejorar la forma en que recoge, gestiona, y suministra información sobre el recurso agua. Con esto se pretende mejorar la toma de decisiones tanto de operadores como de usuarios, así como obtener un mayor rendimiento económico y ambiental por unidad de agua aplicada (Escriva-Bou et al., 2016).
(4) Promover iniciativas que potencien el desarrollo de mercados y bancos de agua
Los mercados de California fueron implementados en el inicio de los años 80, poco después de la sequía de los años 1976-77. Tras un inicio con poca actividad, otra sequía, esta vez la de los años 1987-92, fue esencial para el desarrollo del traspaso de derechos de agua a corto plazo (durante esta sequía se vendieron una media de casi 700 hectómetros cúbicos al año con una punta de 1363 en 1991). La segunda parte de la década de los 90 fue bastante lluviosa, pero aun así los volúmenes transferidos siguieron aumentando una vez se demostró la funcionalidad de la iniciativa.

En la primera década del siglo XXI la actividad siguió incrementándose, produciéndose un cambio de tendencia: los acuerdos que más crecieron fueron el de compras a largo plazo, pero sobre todo los acuerdos de opción de compra a largo plazo. En este caso es especialmente significativo la opción de compra de derechos de agua de las empresas concesionarias del suministro de agua a Los Ángeles y San Diego con Imperial Irrigation District, una gran comunidad de regantes del interior del sur de California que deja sin cultivar sus cultivos anuales sólo cuando los compradores necesitan el agua. Hanak y Stryjewksky (2012) presentan una completa recopilación de datos sobre el mercado del agua en California hasta 2012.

La amplia experiencia y desarrollo de los mercados del agua han conseguido que en las consecuencias económicas de la sequía no fueran aún mayores, especialmente en el caso del abastecimiento urbano y de los cultivos perennes, ambos especialmente sensibles a sequías meteorológicas. Aun así, y dado que las ventas de agua se han estancado en los últimos años, algunos expertos están sugiriendo que el complicado sistema de asignación de derechos de agua está impidiendo el mayor desarrollo de las transferencias de agua, entre otros problemas como la falta de caudales ambientales en algunos sistemas. Es por ello que se está proponiendo una renovación en la asignación y control de derechos de agua para promover la actividad del mercado de agua con diversos objetivos entre los que se encuentra el de proveer caudales ambientales adecuados (Gray et al., 2015).

Finalmente hay que destacar el desarrollo de bancos subterráneos de agua en el Valle Central. La posibilidad de comerciar con el agua ha creado el incentivo para que en algunas zonas se desarrollen cuencas artificiales de infiltración de agua que recargan los acuíferos en años húmedos y extraen esta agua para venderla en años secos.

Especialmente significativo es el caso del banco de agua de Kern County, en el que se han invertido más de 300 millones de dólares entre 1977 y 2005 para crear una infraestructura capaz de almacenar más de 7000 hectómetros cúbicos en el subsuelo.
La posibilidad de comerciar con el agua ha creado el incentivo para que se desarrollen cuencas artificiales de infiltración de agua que recargan los acuíferos en años húmedos y extraen esta agua para venderla en años secos
(5) Promover medidas innovadoras en la gestión del agua
Las medidas innovadoras han sido diversas, pero es necesario resaltar las dos más novedosas bajo nuestro punto de vista: la primera es el desarrollo de políticas públicas y privadas para el ahorro urbano de agua; y la segunda, la implementación de experimentos para empezar a gestionar a gran escala medidas para potenciar la recarga de acuíferos.
El uso urbano ha sido el que mejor ha capeado la sequía, sobre todo por las inversiones en diversificación de abastecimiento de agua (entre las que se encuentran opciones de compra en casos de sequía), así como por la sensibilización de la población. Las políticas públicas para ahorrar especialmente en uso exterior han funcionado, y durante este año la medida obligatoria de reducir un 25% de uso doméstico respecto a 2014 (que había sido ya un año de bajo consumo) que impuso el gobernador Brown en el mes de abril, se está cumpliendo en prácticamente todas ciudades.

Pero también es reseñable mencionar las medidas innovadoras provenientes desde el campo de la tecnología de la información, en el que multitud de aplicaciones móviles y empresas tecnológicas han centrado su foco en el ahorro de agua, siendo algunas de ellas muy útiles. De hecho se ha conseguido modificar el comportamiento de los usuarios creando conciencia de esta problemática.
Por otro lado, la escasez de agua, la Ley de Gestión Sostenible del Agua Subterránea y otros factores como la frecuencia de episodios tormentosos han incrementado la atención hacia la recarga de acuíferos a gran escala.

Hace solo unos meses que se ha publicado el primer mapa de idoneidad del suelos agrícolas para la recarga de acuíferos, y durante la presente campaña agrícola ya se han realizado experimentos con éxito en para inundar durante épocas invernales algunos cultivos con la finalidad de recargar los acuíferos.

En definitiva, la severidad de la sequía está provocando cambios importantes en la gestión del agua en California, como ocurrió en España tras la fuerte sequía de mitad de los 90 de la que derivan los actuales PES. Como el profesor Jay R. Lund (Universidad de California, Davis) explica con frecuencia, “cada generación necesita de al menos una sequía y una avenida amenazadora”. Los sistemas de recursos hídricos y las sociedades a las que sirven están siempre cambiando, y las sequías permiten atraer la atención sobre las necesidades de cambio.
Jay R. Lund, profesor de UC Davis: "cada generación necesita de al menos una sequía y una avenida amenazadora”
Las similitudes entre España y California son evidentes. Es importante prestar atención a experiencias como las señaladas para sacar lecciones, analizar qué posibles estrategias pudieran ser interesante para el marco español y fomentar aquellas otras que ya están en marcha pero que necesitan ser potenciadas. Todo ello teniendo en cuenta que la gestión de los recursos hídricos efectuada por los profesionales españoles es de reconocido prestigio y de referencia también en 


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