jueves, 8 de febrero de 2018

ESTRÉS. ALIADO O ENEMIGO














Muchas veces enfrentamos situaciones que nos hacen experimentar miedo, el síntoma detonador del estrés.
Sentirse así no es de cobardes, al contrario, es una respuesta de adaptación del ser humano en defensa de su integridad física y emocional.
Desde que se dio a conocer la detección del virus de la influenza humana A (H1N1), mucha gente se ha mantenido al tanto de los informes de las autoridades sanitarias, usan el cubre-bocas fuera de casa y se lavan las manos con frecuencia.

El estrés es un excelente aliado cuando activa nuestras defensas físicas y mentales para sobrevivir en momentos críticos, pero si es prolongado puede convertirse en nuestro peor enemigo, ya que puede desencadenar enfermedades como la gripe, alergias, trastornos por ansiedad, hipertensión, depresión y deficiencias en el sistema inmunológico.
Sobrepasar la línea entre salud y enfermedad depende mayormente en qué tan fuerte o débil se encuentra nuestro sistema inmunológico, pues es el encargado de combatir virus, bacterias y otros agentes patógenos que atacan al organismo.
El doctor Benjamín Domínguez, de la Facultad de Psicología de la UNAM, colabora con un equipo internacional de investigación formado por psicólogos e inmunólogos interesados en detectar si el estrés prolongado debilita la función del sistema inmunológico.
“Realizamos un estudio con víctimas del huracán Paulina en Acapulco. Básicamente medimos los niveles de la inmunoglobulina A en su saliva, ya que es un componente muy importante del sistema inmunológico cuya función es similar a la de un portero en el futbol; en este caso los goles serian los virus y las bacterias que están tratando de ingresar a nuestro organismo.”


Los resultados revelaron que quienes se mantuvieron bajo estrés después de haber sido víctimas del desastre natural tenían un nivel más bajo de inmunoglobulina A, lo que los hacía más susceptibles a varias enfermedades. Las personas que sufrieron heridas, pero con un manejo adecuado del estrés, presentaron niveles normales de dicho componente.
Otra sustancia en observación de los científicos es la alfa-amilasa salival, la cual se eleva o disminuye cuando hay infecciones bucales, pero también durante periodos largos de estrés.
Una gota de saliva del paciente es suficiente para determinar los niveles de estos indicadores biológicos de la salud física y emocional.
Actualmente el doctor Domínguez y sus colaboradores tratan de resolver problemas tecnológicos con la finalidad de que la prueba salival pueda realizarse en amplios sectores de la población.
“Por ahora sólo la practicamos a grupos específicos, pacientes hospitalizados principalmente. Pero si pudiésemos generalizarla sería posible detectar con rapidez y eficacia a las personas que verdaderamente requieren de ayuda especializada para manejar su estrés después de un evento dramático, incluso sin que lo digan”, añade el psicólogo universitario


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