lunes, 22 de mayo de 2017

ASÍ SE TRASLADARÁ UNA BASE POLAR DE MÁS DE 160 METROS DE LARGO A TRAVÉS DE 23 KILÓMETROS DE NIEVE














La Base de Investigación Halley es uno de los principales centros de investigación en la Antártida. En este momento se asienta sobre la barrera de Brunt, al norte del continente helado, pero el hielo sobre el que se asienta se está rompiendo. Es hora de emprender un traslado épico.

En 2012, los científicos de la base descubrieron los primeros signos de movimiento en una placa de hielo que llevaba durmiente más de 35 años. Las imágenes de satélite y prospecciones de radar descubrieron que se estaba formando una grieta en las profundidades de la capa de hielo. Pronto las lecturas dieron paso a una evidencia mucho más preocupante. En octubre de 2016, apareció una segunda grieta 17 kilómetros al norte de la estación. El suceso ha precipitado el primer traslado en la historia de la estación desde que comenzó a operar, en febrero de 2012.

Cada año que pasa, la primera grieta avanza inexorablemente 1,7 kilómetros en dirección a la estación. Afortunadamente, la estación no es un edificio. Su diseño está pensado desde el principio para poder moverse en caso necesario. Más bien se parece a un tren descomunal compuesto por ocho vagones de dos plantas y más de 20 metros de longitud cada uno. Cada uno de estos vagones se asienta sobre unos enormes esquís que permitirán a la estación deslizarse hasta una nueva localización segura ubicada a 23 kilómetros al este.

Los vagones de este espectacular tren científico no se pueden mover por si solos. Necesitan de un tractor que los remolque hasta su nueva ubicación. La mudanza tendrá lugar durante el verano polar entre 2016 y 2017. El proceso es lento porque obliga a realojar a los científicos poco a poco mientras los módulos se ponen a salvo uno a uno. Se prevé que toda la base llegue a su nueva ubicación en algún momento entre 2017 y 2018.

Durante el invierno el traslado sería imposible. Las temperaturas bajan a 20 grados Celsius bajo cero con picos de -50 grados y las tormentas de nieve son casi constantes. Pese a todo, la base que más datos ha aportado sobre los cambios en la capa de ozono y en la que se investiga el clima de la Tierra, el clima solar o se determinan las condiciones de vuelo para viajes espaciales parece bastante acogedora.


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