📎 Imagen captada por la cámara que los investigadores emplearon para este
trabajo. Corresponde a uno de los pocos eventos en los que las cámaras-trampa
registraron el consumo del cadáver de un carnívoro (tejón) por parte de otro
carnívoro (zorro) / UGR
◾ Explican por primera vez por qué 'perro no come
perro'
◾ A lo largo de la evolución, los carnívoros
han "aprendido" a discriminar, probablemente por el olor, la
carroña segura de la de riesgo
(SINC) Un equipo internacional de investigadores,
liderado por la Universidad de Granada, aporta nuevos datos sobre el origen y
la explicación científica del viejo refrán 'perro no come perro', cuyo
origen se remonta al menos a los tiempos de la antigua Roma. Este trabajo
expone que comer carroña de otro carnívoro, especialmente si es de su
misma especie, incrementa la probabilidad de contraer patógenos que podrían
hacer peligrar su vida
Un equipo internacional de investigadores, liderado
por la Universidad de Granada, ha explicado por primera vez la base científica
del viejo refrán 'perro no come perro': para un animal carnívoro, comer
carroña de otro carnívoro, especialmente si es de su misma especie, incrementa
la probabilidad de contraer patógenos que podrían hacer peligrar su vida.
Este trabajo, en el que también participan las
universidades de Berkeley (EEUU), Murcia y Miguel Hernández, y que ha sido
publicado en la revista Journal of Animal Ecology, aporta nuevos
datos sobre esta idea, cuyo origen se remonta al menos a los tiempos de la
antigua Roma ("Canis caninam non est") y que viene a decir, en
un contexto social, que los miembros de un determinado gremio tienden a evitar
conflictos entre ellos.
La expresión 'perro no come perro' parece haberse
originado a partir de observaciones empíricas sobre la aversión de los animales
carnívoros a comer cadáveres de otros carnívoros. Y es que, como explica el
autor principal de este trabajo, el investigador del departamento
de Zoología de la UGR Marcos Moleón Paiz, "a los humanos
nos encanta comer, pero no cualquier cosa ni a cualquier precio".
Por ejemplo, de entre las innumerables especies de
animales y vegetales que habitan el planeta, solo un puñado proporciona el
grueso de los hidratos de carbono (por ejemplo, el trigo o el arroz) y las
proteínas (por ejemplo, el pollo o el cerdo) que demanda la población
humana.
"Además, los gustos cambian según la cultura
y el individuo. ¿Deberían el resto de los animales comportarse de manera
diferente? ¿Podría un animal carroñero, el paradigma del oportunismo, ser
selectivo a la hora de decidir qué tipo de carroña comer o no comer? Estas
preguntas fueron las que dieron origen a nuestra investigación", detalla
Moleón.
Los investigadores de la UGR han comprobado que este
comportamiento aversivo es por un buen motivo: para un animal carnívoro, como
por ejemplo un zorro o una garduña, comer carroña de otro carnívoro,
especialmente si es de su misma especie, incrementa la probabilidad de
contraer patógenos que podrían hacer peligrar su vida (por ejemplo,
priones como el virulento kuru, que acabó en los años 50 con muchos nativos de
Papúa Nueva Guinea, que practicaban rituales de canibalismo).
✔ Más de diez años de
seguimiento
Para llevar a cabo este trabajo, los investigadores
monitorizaron y estudiaron durante los meses de invierno de varios años entre
2005 y 2016 un total de 89 cadáveres de animales carnívoros y herbívoros de dos
regiones distintas del Sureste de España (sierras de Espuña y Cazorla), a
quienes vigilaron con una serie de cámaras automáticas que se disparan al
detectar movimiento.
También se realizó un experimento de campo en el que
trozos de carne de carnívoro y herbívoro, aparentemente idénticos, se dispusieron
en distintos sectores de Sierra Espuña para comprobar si los animales
carnívoros pueden "oler el riesgo". Esta información fue
complementada mediante modelos matemáticos que simulan cómo evoluciona el
comportamiento alimenticio cuando a hipotéticos animales carnívoros se les
ofrece carroña de ambos tipos.
A lo largo de la evolución, los carnívoros han
'aprendido' a discriminar, probablemente por el olor, la carroña segura de
la de riesgo. "Esta relación coevolutiva entre los carnívoros y sus
parásitos no había sido descrita hasta el momento, e indica que los cadáveres
de carnívoros juegan un papel muy diferente al de otros animales en los
ecosistemas", señala el investigador de la UGR.
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