El manglar es un ecosistema compuesto por árboles que toleran la sal y,
por ello, crecen en zonas cercanas a las desembocaduras de ríos, donde se
mezcla el agua salada y el agua dulce, en las costas tropicales del planeta.
Poseen una enorme diversidad biológica:
en los manglares viven aves, peces, crustáceos, moluscos… Muchos de
estos animales lo usan como zona de apareamiento y cría. Es un ecosistema
único, irreemplazable.
La especie arbórea más común es el mangle y de ahí toma el nombre.
Cuando la marea está alta, apenas se ven las copas de estos árboles. Al bajar,
se pueden ver incluso sus raíces.
Ahora se ha realizado un estudio de los manglares llamado “Atlas Mundial
de los Manglares” para evaluar el estado de conservación de estos ecosistemas y
se ha comprobado que disminuyen en una alta proporción:
desde 1980 se calcula que han desaparecido una quinta parte de los
manglares del planeta. Según los autores del estudio, esto significa un peligro
económico y ecológico. El estudio se ha llevado a cabo para el Programa de las
Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP).
Desde esta organización se quiere presentar el motivo económico como un
aliciente para la conservación de los manglares. Pero no se puede olvidar la
importancia de este tipo de ecosistemas para el medio ambiente:
son defensas naturales contra las inundaciones, criaderos de muchas
especies de peces que, en otro lugar, estarían expuestos a los depredadores, y
son grandes almacenes de dióxido de carbono, circunstancia esencial para
combatir el cambio climático.
Achim Steiner, Subsecretario General y Director Ejecutivo de la UNEP, ha
afirmado: “La Economía de los Ecosistemas y la Biodiversidad, que es organizada
por la UNEP, está haciendo hincapié en el valor de millones de dólares que
provienen del mundo de la naturaleza.
Este atlas lleva nuestra atención hacia los manglares y los pone en
primera línea para que se conozca qué está ocurriendo, lo que se está perdiendo
y señalando las enormes pérdidas que han supuesto para la gente y la naturaleza.
Juntos, ciencia y economía pueden conseguir cambios en la política
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