Las bolsas de plástico consumen grandes cantidades de energía para su
fabricación, están compuestas de sustancias derivadas del petróleo, que pueden
tardar en degradarse más de medio siglo. Asimismo, las bolsas serigrafiadas
pueden contener residuos metálicos tóxicos
La gran mayoría acaba siendo desechada sin control, contaminando tanto las ciudades como los ecosistemas naturales. En el mar su impacto puede ser letal para animales como tortugas, ballenas o delfines, que mueren tras ingerirlas.
Estados Unidos y la Unión Europea consumen el 80% de la producción
mundial, aunque su generalización en los países en vías de desarrollo está
agravando el problema.
En España, cada ciudadano consume de media al año 238 bolsas de
plástico:
Más de 97.000 toneladas, según Cicloplast, que agrupa a fabricantes y
distribuidores de bolsas, de las que apenas se recicla el 10%.
Por ello, algunos
países están planteando diversas medidas para reducir su uso. Una posible
solución es sustituir el material de estas bolsas por otros totalmente
biodegradables.
En España, el
Ministerio de Medio Ambiente pretende para 2015 que el 70% de las bolsas posean
dicha propiedad.
En Francia, una Ley
de 2005 sobre Política Agraria dispone que en 2010 todas las bolsas de plástico
debieran ser biodegradables. Asimismo, las campañas de sensibilización en este
país han conseguido que se reduzca en un 20 % la utilización de las bolsas
convencionales.
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