viernes, 4 de enero de 2019

RÍOS DOMINICANOS: ABREVADEROS DE UN HAITÍ QUE SE DESERTIFICA
















Investigadores de Estados Unidos revelan que el vecino país perdió casi todo su bosque primario.

El avanzado deterioro ambiental de Haití, documentado en un estudio difundido por la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos (NAS, por sus siglas en inglés), augura un aumento en la presión que ejerce la población del vecino país sobre recursos forestales dominicanos y cuencas hidrográficas binacionales, fundamentales para su abastecimiento de agua potable, su producción agrícola y su generación de energía eléctrica.

Haití alberga 11.1 millones de habitantes, según cálculos del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, en inglés). Ocupa un territorio de 27,560 kilómetros cuadrados y el 36% de los 76,000 de la isla Santo Domingo. Grandes centros urbanos, como Puerto Príncipe, reciben agua de ríos que cada vez dependerán más de la capacidad que tenga República Dominicana para conservar en su franja fronteriza el bosque nublado que capta el vapor arrastrado por las nubes, así como las lluvias que recargan las fuentes acuíferas.

En cuanto a sus recursos hídricos renovables, compuestos por caudales totales de agua internos o externos, superficial o subterránea, Haití disponía en 2017 —según cálculos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)— un total de 1,293 metros cúbicos por persona, por año.
República Dominicana, en cambio, contaba con 2,207 metros cúbicos por persona por año, en su territorio de 48,442 kilómetros cuadrados, con 10.2 millones de habitantes.

La FAO recuerda que el vecino país cuenta con 7 regiones hidrográficas y 30 cuencas (3 subdivididas). La del Artibonito, las más grande, tiene su origen en territorio dominicano. El desmonte de los bosques impacta en la retención y aprovechamiento de sus recursos hídricos. “Los flujos de agua de los ríos se caracterizan por altas fluctuaciones estacionales, en parte debido a la precipitación irregular, pero también debido a la erosión y la deforestación”, afirma la organización.

Eleuterio Martínez, de la Academia de Ciencias de República Dominicana (ACRD) y de la Comisión Ambiental de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), apunta que, además de tratarse de la misma isla, en materia de captación y retención de agua, también en la frontera dominicana la situación se torna “muy delicada”, con los desmontes en suelo patrio sumado a la desaparición casi total de los bosques primarios de Haití.


El informe difundido por la NAS en su revista Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS, por sus siglas en inglés) resalta que en la actualidad, “Haití tiene menos del 1% de su bosque primario original y, por lo tanto, se encuentra entre los países más deforestados”.
Disminuyó del 4.4% del área total de la tierra en 1988 a 0.32% en 2016, apunta. Además, “42 de las 50 montañas más altas y más grandes han perdido todo el bosque primario”.
Los investigadores proyectan que todos los bosques primarios en Haití desaparecerán antes del año 2035. La misma suerte correrán entre el 66% y el 83% de sus especies de vertebrados que, por su alto endemismo en el país vecino (51%), tendrán dificultades para refugiarse en República Dominicana, en donde “la pérdida de bosques amenaza la biodiversidad”.

Gobierno admite debilidades
El Ministerio de Economía Planificación y Desarrollo (MEPyD), presentó en Brasil, durante el Octavo Foro Mundial del Agua celebrado a principio de este año, una serie de documentos en los que reconoce debilidades para la protección de los recursos hídricos en los acuerdos con Haití.

Cita estudios de proyectos binacionales y cuestiona que los acuerdos diplomáticos bilaterales que abordan el recurso agua, se enfocan en la paz sin tocar el manejo coordinado de los servicios ambientales de las cuencas en sus múltiples dimensiones.

Eleuterio Martínez, ingeniero agroforestal, afirma que “tenemos varios parques nacionales, como el Nalga de Maco, que son casi exclusivos para garantizar agua a los haitianos”. Enumera algunos de los ríos que nacen en territorio dominicano fundamentales para la sostenibilidad del vecino país: Artibonito, Río Limpio, Mesomingo, Guayajayuco, Joca, Tocino, Yacahueque, Catanamatía, Macasía, Pedernales, El Mulito o Masacre.
“Desde Haití recibimos ríos pequeños, como el Soliette o Blanco, en Jimaní. También, el Libón que solo llega hasta Bánica, en Pedro Santana, pero sigue en la frontera y se devuelve para Haití por el Artibonito”, añade.

Justo con la cuenca del Soliette la frontera sur ya pagó con una tragedia el desmonte del bosque y la erosión del vecino Haití, cuando la madrugada del 24 de mayo de 2004 las rocas y el lodo arrastrados por el mermado río mataron en Jimaní a más de 400 personas, sobre todo dominicanos.

Además de deslaves, la destrucción de las cuencas amenaza toda la isla, que ya tiene problemas con el líquido. El Banco Mundial señala, en un informe sobre las desigualdades en el suministro de agua, saneamiento e higiene difundido en agosto de 2017, que en el vecino país “el acceso a fuentes adecuadas de agua potable ha disminuido en los últimos 25 años; el acceso a saneamiento apropiado está estancado en un 33%, y el número de hogares que tiene en la vivienda acceso a agua de calidad ha disminuido del 15% al 7%”.

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Resalta que en Puerto Príncipe, que según cálculos oficiales de Haití cuenta con 2.6 millones de habitantes, “solo el 14% del agua distribuida llega a los barrios pobres densamente poblados, lo que se traduce en un volumen de 15 litros de agua por persona por día (lpd) en comparación con 35 lpd en los vecindarios más ricos”.

Daños en bosques de RD
El Grupo Jaragua denuncia el desmonte del bosque húmedo de la Sierra Bahoruco que capta el agua de los ríos El Mulito y Pedernales, que abastecen a dominicanos en el Sur y sus vecinos de Haití.
La ACRD advirtió, en un informe difundido en agosto pasado, que el 70% de los bosques de la cuenca El Mulito, fundamental para la vida de Pedernales y su vecino Anse-a-Pitre, ha desaparecido a causa de la tumba y quema, para dar paso a una agricultura de subsistencia.

En ese contexto, la bióloga Yolanda León, del Grupo Jaragua, deplora que hasta este momento República Dominicana y Haití solo tengan proyectos y planes sin efecto en el terreno para proteger las cuencas binacionales, sobre todo la del Artibonito. “Pero es difícil hasta conseguir información, mientras desde el Gobierno dominicano se cree que el problema de deterioro de los bosques y las cuencas se soluciona sembrando ‘matitas’; cuando, en realidad, hay razones culturales, económicas e institucionales muy complejas detrás de esa problemática”, dice.
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La ACRD y la UASD plantean en el informe “Peligra la Madre de las Aguas”, de marzo de 2014, la necesidad de conservar el bosque nublado para proteger las reservas acuíferas. El agua de la cabecera del Artibonito y los principales ríos, dicen, “no proviene de las lluvias comunes y corrientes (precipitación vertical) que vemos regularmente”.
Explican que su captación surge “del vapor de agua que arrastran las nubes, las cuales al chocar con el tallo y ramas de los árboles (rugosidad de copas), se condensa y escurre por la corteza (flujo de los tallos), alcanzando el subsuelo, produciendo un aporte considerable y a veces el único, a la recarga de los acuíferos, la napa freática o lagos subterráneos”.
Recuerdan que el Artibonito “lleva desde el territorio nacional, la mayor cantidad y la única agua segura de Haití, nuestro país vecino”. Además, que “entretejer la trama hídrica de las cuencas altas de los ríos dominicanos “no es una tarea simple, pues una vez desaparecido el efecto esponja del bosque nublado, se requiere de un esfuerzo ciclópeo para intentar su remediación, en el que no existe garantía de nada, salvo la esperanza de que cuando las montañas sean desiertos, sean abandonadas, y la restauración natural, que podría tardar siglos, comience el lento proceso de restauración ecosistémica”.

Francisco Domínguez Brito advirtió en varias ocasiones, siendo ministro de Medio Ambiente, sobre la necesidad de conservar los bosques de Sierra Bahoruco y toda la frontera, para garantizar agua a Haití, en donde, según sus temores, la escasez y el limitado acceso de la población al líquido podría desencadenar “una crisis con consecuencias violentas”.
El estudio
El estudio sobre la desertificación de Haití, difundido por la PANS, fue elaborado por S. Blair Hedges, Warren B. Cohen, Joel Timyan y Zhiqiang Yang, del Centro para la Biodiversidad y el Departamento de Biología, de Temple University, Filadelfia; el Servicio Forestal de Estados Unidos, Corvallis; la Sociedad Audubon Haití, de Petionville, y el Departamento de Ecosistemas Forestales y Sociedad, de la Universidad Estatal de Oregón, Corvallis.


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