Presenta un campo particular dentro
del más amplio de los riesgos pueden clasificarse como riesgos naturales,
debidos a los fenómenos naturales, y riesgos antropogénicos, debidos a las
acciones humanas.
Riesgo Natural. Ejemplos son los asociados
a fenómenos geológicos internos, como erupciones volcánicas y terremotos, o la
caída de meteoritos. Las inundaciones, aunque debidas a causas climáticas
naturales, suelen ser riesgos dependientes de la presencia y calidad de
infraestructuras como las presas que regulan el caudal, o las carreteras que
actúan como diques, que pueden agravar sus consecuencias.
Riesgo Antrópico. Son producidos
por actividades humanas, aunque las circunstancias naturales pueden condicionar
su gravedad. Un accidente como el Bhopal (el peor accidente químico ocurrido
hasta el momento) o el de Chernóbil (el peor accidente nuclear ocurrido hasta
la fecha) son antrópicos.
En la terminología de las Ciencias
Ambientales se usa interferencia para referirse al solapamiento de las
actividades y la presencia humana con los fenómenos naturales sin el que no
existirían riesgos.
De la interferencia así entendida
depende también la importancia de los riesgos.
La actividad económica y la
residencia de la población pueden crear situaciones de riesgo o someter a las
poblaciones a riesgos de origen natural, al aumentar su exposición.
El riesgo depende de dos factores:
la peligrosidad y la vulnerabilidad.
Se habla de vulnerabilidad para
referirse a la importancia de los efectos esperados, que no depende sólo del
fenómeno o accidente temido, sino de las medidas de prevención y de protección.
Es paradigmática, en este sentido,
la distinta intensidad de los efectos en los seres humanos de los terremotos,
cuando se comparan las distintas formas de respuesta en países como Japón,
Chile y Chota
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