El mundo
tiene el desafío de aumentar la producción de alimentos para alimentar a una
población en crecimiento, cuidando sus recursos naturales y el medioambiente, y
enfrentando los efectos del cambio climático.
La agricultura
es intensiva en su uso del agua, la ganadería puede degradar fuertemente lo
suelos, y el uso irresponsable de pesticidas y fertilizantes pueden infectar
suelos y las fuentes de agua potable.
La lucha
contra el hambre y la pobreza tienen como condición fundamental el respeto al
medio ambiente y el cuidado de los recursos naturales. Por ello, FAO promueve
técnicas de agricultura, pesca, ganadería y manejo forestal que cuidan los
recursos naturales.
TIERRA Y AGUA
Una
gestión sostenible, eficiente y equitativa del agua y la tierra nunca ha sido
tan importante como lo es hoy. Sólo en América Latina, 120 millones de
habitantes urbanos carecen de acceso a agua adecuada, mientras que 150 millones
no disponen de servicios sanitarios adecuados.
A nivel
global la agricultura supone el 70 % de la utilización del agua dulce. Para
aumentar la producción alimentaria de manera sostenible, se requiere un
cuidadoso e eficiente manejo del agua.
El
cuidado de los suelos es también fundamental, ya que la FAO estima que cerca
del 70 % de las pasturas de la región presentan algún grado de degradación.
FAO apoya
buenas prácticas agrícolas, que permiten un mejor aprovechamiento de tierras y
aguas y un mayor cuidado de los recursos naturales y el medioambiente.
BIOENERGÍA
Los
biocombustibles líquidos usados en el transporte entre otros, han sido
identificados como medios factibles para reducir las emisiones de gases de
efecto invernadero, impulsar el desarrollo rural y asegurar la independencia
energética. Sin embargo, para ello es necesaria una gestiona adecuada.
El
desarrollo de biocombustibles líquidos a gran escala, en particular, pueden
poner en riesgo la seguridad alimentaria de pequeños agricultores y comunidades
rurales empobrecidas, e intensificar el cambio climático a través de la emisión
de gases de efecto invernadero como consecuencia directa o indirecta del cambio
de los usos del suelo. Por ello, en bioenergía, es necesario desarrollar
estrategias a partir de las cuales se mitiguen los riesgos y potencien los beneficios.
América
Latina y África son las dos regiones con mayor potencial para la expansión de
los biocombustibles, según el informe de la FAO, "El Estado de la Agricultura y la Alimentación 2008".
En
América Latina y el Caribe, los biocombustibles de primera generación
(elaborados con alimentos como maíz, caña de azúcar y aceites vegetales) pueden
ser viables financieramente en países con ventajas absolutas en dotación
natural y que dispongan de una dinámica continua en investigación y desarrollo
e innovación.
La
segunda generación de biocombustibles (producidos a partir de rastrojos
agrícolas, forestales, y algas), cuya producción no compite con la producción
agrícola por el uso del suelo o agua, podría ser viables financieramente en
países que puedan sostener prácticas forestales masivas, o dispongan de
abundante biomasa residual o costas marinas ricas en nutrientes.
MANEJO DE DESASTRES
Los
impactos de los desastres son múltiples y afectan gravemente la seguridad
alimentaria y la agricultura debido a pérdidas de cosechas, tierras de cultivo,
ganado, viviendas y infraestructura productiva, además de las irrecuperables
pérdidas humanas.
En 2010,
98 de los más importantes desastres naturales a nivel global ocurrieron en
América Latina, 79 de los cuales fueron de tipo climatológico. Causaron más de
300,000 muertes y pérdidas por US$49.400 millones de dólares y afectaron a 13,8
millones de personas, siendo el terremoto de Haití el evento más letal.
Uno de
los efectos del cambio climático es el aumento de eventos climáticos
extremos.FAO ha advertido sobre la necesidad de fortalecer los sistemas de
producción de alimentos, los cuales son muy sensibles a la variabilidad del
clima y a los impactos de sequías, inundaciones y otros desastres naturales.
En los
distintos países de la región, la FAO apoya a los gobiernos en la prevención y
mitigación de los desastres naturales, a través de una serie de iniciativas
para prevenir y manejar sus efectos, fortaleciendo las capacidades locales, con
un énfasis especial en los pequeños productores de la agricultura familiar
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