En un avance que podría tener enormes consecuencias
contra el zika y el dengue, un grupo de investigadores canadienses y mexicanos
ha desarrollado una forma económica, efectiva y no contaminante de reducir
drásticamente las poblaciones de mosquitos portadores de enfermedades.
¿Cómo?
Utilizando un elemento omnipresente y donde, irónicamente, a las plagas de
mosquitos les encanta reproducirse: los neumáticos usados.
"Estamos volviendo en su contra un arma
–llantas gastadas– que los mosquitos utilizan contra nosotros", dice
Gerardo Ulibarri, profesor asociado de Química Médica y Ecosalud de la
Universidad Laurentian en Sudbury, Ontario (Canadá).
Ulibarri desarrolló un dispositivo, al que
llama "ovillanta", capaz de destruir las larvas del Aedes
aegypti, el mosquito transmisor de los virus del Zika, el dengue, la
chikungunya y la fiebre amarilla.
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Para empezar, elimina la necesidad de utilizar
pesticidas, dañinos para el medioambiente y con posibles riesgos
colaterales para otros insectos (incluidos los que comen a los mosquitos).
Además, las generaciones posteriores de mosquitos pueden desarrollar
resistencia a los pesticidas, haciendo que estos sean cada vez menos efectivos,
explica Ulibarri.
Un problema hecho solución
La nueva herramienta también
proporciona una respuesta, aunque limitada, a una de las cuestiones
de eliminación de residuos más complicadas de gestionar en el mundo: qué hacer
con los neumáticos usados.
Por otra parte, las trampas tienen un costo
muy bajo, son relativamente fáciles de fabricar y hay un suministro
prácticamente inagotable de materiales disponibles (cada año se gastan
en el mundo unos 1.500 millones de neumáticos).
Image copyrightGETTYImage captionEl mosquito portador del virus del zika
se ha convertido en una verdadera amenaza global.
Ulibarri desarrolló otro tipo de trampa para ayudar a combatir un brote del
virus del Nilo Occidental en Ontario en el año 2012, pero resultó ser muy
costoso y difícil de transportar a los países en vías de desarrollo.
"Así que comencé a observar materiales locales y
se me ocurrió utilizar llantas, pues casi el 30% de los mosquitos Aedes se
reproducen en neumáticos de automóvil llenos de agua", explica el
científico.
"No lo teníamos pensado de esa manera; fue un hallazgo
inesperado".
Resultados de las pruebas
Las pruebas iniciales mostraron que la
ovillanta es muy efectiva.
Durante una investigación de 10 meses en
Guatemala, los investigadores descubrieron que 84 ovillantas, colocadas en
siete barrios de la ciudad de Sayaxché, acabaron con más de 18.000 larvas de Aedes al mes.
Y estas cifras multiplican casi
por siete los resultados de las trampas tradicionales.
También es digno de mención el hecho de
que no se reportaran casos de dengue en la zona durante ese periodo;
normalmente, ocurrían entre dos y tres docenas de casos durante ese tiempo,
dice Ulibarri.
llenas de agua.
La ovillanta, que consiste en
dos piezas de neumáticos de unos 50 centímetros de largo y en una válvula de
drenaje, imita el lugar donde se reproducen los Aedes.
Un solo neumático puede dar lugar a tres
ovillantas.
Así es como funciona: la mitad
inferior del dispositivo se llena de unos dos litros de agua y se añaden las
llamadas "tiras de aterrizaje" (por ejemplo, pedazos de papel pellón)
en donde las hembras de mosquito pondrán sus huevos.
Otro "vehículo" de destrucción
Reutilizar neumáticos usados no es el único enfoque
novedoso para matar a los mosquitos portadores de enfermedades.
Moto Repellent es un pequeño dispositivo portátil
desarrollado en Asia que permite dispensar un aceite repelente para mosquitos
no tóxico a través de una máquina que es casi tan abundante en Asia como los
mosquitos: la motocicleta.
Moto Repellent se adhiere magnéticamente al tubo de escape de la
motocicleta.
El calor de los gases de escape activa
el aceite y emite un olor que repele a los moquitos.
"Los mosquitos no dejarán sus huevos en una
superficie seca, pero necesitan humedad para salir del cascarón", dice
Ulibarri.
"En un clima cálido debes añadir agua de vez en
cuando, porque se evapora muy rápidamente", agrega.
El agua en el dispositivo debe ser
drenada dos veces por semana en un recipiente cubierto con un filtro; algo tan simple como un pedazo de tela
blanca funciona bien, pues el color hace a las larvas claramente visibles,
explica.
Después de eso, hay que destruir los huevos,
verter el agua de nuevo en la ovillanta (llenándola de agua fresca) e instalar
dos nuevas tiras de aterrizaje.
"Es importante reciclar el agua porque una vez
eclosionan los huevos, liberan una feromona que les indica a otros mosquitos
que es un lugar bueno y seguro para depositar sus huevos", dice Ulibarri,
cuyo trabajo está financiado por Grand Challenges Canada, una agencia
gubernamental que promueve proyectos en materia sanitaria a escala mundial.
"Comprender al enemigo es la mejor manera de
luchar contra él", añade Ulibarri.
Normalmente, suele tomar en torno a un mes –el ciclo
de vida promedio de una hembra Aedes en climas cálidos– antes de que la trampa
comience a hacer mella en las poblaciones locales de mosquitos.
Tan solo hacen falta dos
ollivantas por acre (más de 4.000 m2) para reducir significativamente las
poblaciones de mosquitos, pero cuantas más haya, mejores serán los
resultados, dice Uibarri.
Comprender al enemigo es la mejor manera
de luchar contra él"
Gerardo Ulibarri, investigador
Hasta ahora, los dispositivos fueron probados en
Guatemala y México, y Ulibarri dice que han invitado a su equipo a hacer más
pruebas en Brasil y Paraguay.
Pero ¿cuál es el potencial de la ovillanta?
"Creo que si se utiliza de manera adecuada puede
tener un gran impacto en diferentes enfermedades como el zika, el dengue, la
chikungunya y la fiebre amarilla", explica el científico.
"Y, con diferentes atrayentes, también podemos
luchar contra los mosquitos Culex y Anopheles, que portan los virus del Nilo
Occidental y de la malaria", dice Ulibarri.
"Si trabajamos todos juntos, tal vez podamos
hacer la diferencia", agrega.
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