Se estima que cada
habitante de América Latina y El Caribe produce entre medio y un kilogramo de basurapor día. La cultura
del derroche debería ser poco a poco sustituida por una conciencia del
mundo más amplia que abarque también a nuestros deshechos. Para empezar,
nuestro personal kilo diario de basura tendría que ir reduciéndose
progresivamente a la mínima expresión mediante el consumo racional.
"Si queréis saber cómo habita el alma en el
cuerpo, os bastará observar cómo usa el cuerpo de su cotidiana habitación: si
ésta es desordenada y confusa, desordenado y confuso será el cuerpo poseído por
el alma".
Leonardo Da Vinci
En la basura podemos encontrar varios tipos de desechos, producto generalmente de nuestra forma de vida. Al
mismo tiempo que disponemos de más aparatos para hacer nuestra vida más
confortable, nos hemos ido aficionando a la adquisición de objetos útiles e
inútiles, primorosamente empacados en envolturas extravagantes y costosas.
Preferimos aquellos productos que vienen envueltos individualmente y con
cubiertas poco o nada biodegradables o reciclables.
Parece que nos encanta comprar bebidas en envases no retornables para evitarnos la molestia de devolver el envase para
que pueda ser reutilizado varias ocasiones.
De tal manera nos hemos ido acostumbrando a ciertas
comodidades que por momentos consideramos que son indispensables para llevar a
cabo las tareas de nuestra vida moderna.
Un buen manejo de los residuos ayuda a combatir enfermedades como la fiebre tifoidea, la diarrea, la
salmonelosis, la rabia y el dengue.
Para los investigadores de las enfermedades transmitidas por el agua o por el aire resulta
relativamente sencillo conocer cuántos metros cúbicos de aire respira una
persona, cúantos litros de agua bebe por día y cúal es el límite aceptable de
un contaminante para el ser humano.
En materia de desechos sólidos, en cambio, es más complicado establecer la
relación directa con la salud, pues nadie come una cantidad específica de basura al día ni está en contacto con ella si no es por razones de trabajo,
como los separadores de desechos.
Se pueden, de todas maneras, identificar algunos daños indirectos: sobre
todo la contaminación de acuíferos subterráneos y superficiales, y la
reproducción de vectores (rata, mosca, cucaracha) que transmitenenfermedades como la fiebre tifoidea, la diarrea, la
salmonelosis, la rabia y el dengue.
Se estima que cada habitante de América Latina y El Caribe produce entre
medio kilogramo y un kilogramo debasura por día. O sea que una familia de cinco personas genera en un mes de
100 a 160 kilogramos de desperdicios.
En casi todos los países existen ejemplos aislados de una labor buena o aceptable
en el tratamiento de la basura, sobre todo en las grandes
ciudades. Sin embargo, el panorama integral es menos alentador por las grandes
deficiencias en las ciudades del interior.
En muchos casos, el desconocimiento de los intendentes y consejales
municipales, así como la falta de voluntad política sumado al desinteres de la
población en general, hace que la situación se agrave contaminando el agua,
aire, atmósfera y suelo además de que permite la proliferación de flora y fauna
nociva, así como de las múltiples enfermedades que se trasmiten al ser humano al contacto de
estos agentes.
La basura en muchos municipios y ciudades de Argentina
es un reflejo de sus habitantes y de sus autoridades. No sólo se trata del poco
hábito por la higiene que mostramos en forma cotidiana, sino de los lugares que
se eligen como destino final de los desperdicios.
En los debates preelectorales, el problema de la basura aparece concentrado
en la discusión de la limpieza. Cómo lograr retirar la basura de las calles y
los domicilios es un debate que pasa del problema del prestador (concesión
privada o servicios propios) al problema de la medición: si el pago de ese
trabajo debe realizarse según la tonelada de basura, como sucede actualmente, o
si debe hacerse mediante el reconocimiento de un canon por zona limpia. Pero la
realidad es que la recolección es la parte menor del problema de la basura. Su
fase crítica se encuentra antes y después de la recolección: en la producción y
en la disposición de la basura.
La política en cuanto a residuos urbanos no ha cambiado demasiado desde tiempos
inmemoriales. Puede resumirse en un único concepto: llevarlos a otro lado.
Para comenzar a cambiar estos habitos es necesario
tomar las siguientes acciones:
1. Como primer paso se deben realizar actividades de
reflexión y concientización sobre el problema, con los niños y adolescentes de
la comunidad.
2. Luego se debe convocar a todos los líderes comunales
del distrito, para un taller de dos días para discutir la problemática que
tiene la comunidad por la contaminación por basura, y la búsqueda de soluciones.
Aunque las autoridades ambientales regulan la disposición técnica para el
tratamiento de los desechos municipales, pocos son los municipios que pueden
sufragar los costos de un relleno sanitario que cumpla con todas las normas de
seguridad.
Una de las soluciones sería unificar el tratamiento y disposición final de
la basura entre ciudades de un mismo municipio o región. Basadas en la
construcción de un galpón, de un cerco perimetral y de la adquisición de
maquinarias tales como una trituradora, una prensa para plásticos y una
ensiladora, entre otras inversiones. De esta manera, a partir de la separación
que se debe realizar desde los hogares, se podrá mejorar el tratamiento de los residuosinorgánicos y
pasar a la fase de producción de compost con el material orgánico. Es necesario
que el personal, en este centro cuente al menos con guantes, tapabocas, lentes
y botas para prevenir cualquier problema de salud para sus trabajadores.
El principal freno que detiene el desarrollo de la industria de reciclaje
es la falta de conciencia sobre cómo manejar la basura y el potencial
económico que representa. En Alemania, por ejemplo, donde se promueve este
negocio mediante la aplicación estricta de la ley, el reciclado de empaques de plástico se traduce en ingresos
aproximados de 500 dólares por tonelada.
Al tirarse todo de manera desordenada, mezclándolo además con desperdicios
orgánicos, la basura se vuelve sucia, mal oliente y peligrosa para la salud. Su
destino son los basureros a cielo abierto, en donde los deshechos inorgánicos
pueden quedar enterrados sin descomponerse durante cientos de años. La cultura
del derroche debería ser poco a poco sustituida por una conciencia del mundo más amplia que abarque también a
nuestros deshechos. Para empezar, nuestro personal kilo diario de basura
tendría que ir reduciéndose progresivamente a la mínima expresión mediante el consumo racional.
Sólo cuando la ciudad imponga un precio a la recolección y a la disposición de la basura en el momento de
su fabricación, ese costo se incorporará al precio de los productos, y cada uno
de nosotros podrá actuar antes de producir la basura, o sabrá al menos cuál es
el precio que está pagando por ese insensato lujo. Una política responsable y
racional debería discutir estas cuestiones que están antes y después de la
recolección de la basura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario