Los contaminantes procedentes del uso de combustibles
fósiles, incendios y vertidos de petróleo alcanzan los océanos a través de la
atmósfera, según un estudio que estima en 90.000 toneladas al mes la cantidad
que se deposita en la superficie del Atlántico, Pacífico e Índico.
Los resultados de este trabajo se publican en la
revista Nature Geoscience y se basan en muestras de aire (gases y aerosoles),
de lluvia y de agua de superficie del océano recogidas durante la campaña de
circunnavegación del buque Hespérides dentro de la Expedición Malaspina.
En una nota de prensa, el CSIC destaca la importancia
de conocer la dinámica de dichos contaminantes para entender tanto sus efectos
en los ecosistemas oceánicos como en el ciclo de carbono global.
Los hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAHs por
sus siglas en inglés) son contaminantes que proceden del uso de combustibles
fósiles, incendios, vertidos de petróleo así como otras fuentes antropogénicas
y naturales y se transportan a través de la atmósfera hasta el océano abierto.
Los científicos señalan que del carbono que se
deposita en el océano a escala global, el correspondiente a compuestos
aromáticos supone el equivalente al 15 por ciento de lo que entra por
deposición de CO2, "una cifra mayor de la esperada".
"Los hidrocarburos aromáticos policíclicos son
contaminantes ubicuos y abundantes en el medio ambiente además de un componente
del carbono orgánico poco estudiado en los flujos atmósfera-océano",
explica Jordi Dachs, investigador del CSIC en el Instituto de Diagnóstico
Ambiental y Estudios del Agua de Barcelona
El estudio refleja que cada mes llegan al Atlántico,
Pacífico e Índico unas 90.000 toneladas de hidrocarburos aromáticos
policíclicos desde la atmósfera, una cantidad cuatro veces mayor que la
generada en 2010 durante el hundimiento de la plataforma petrolífera Deepwater
Horizon en el golfo de México.
Aunque las implicaciones concretas de las
concentraciones de hidrocarburos aromáticos polícíclicos son por el momento
"inciertas", los investigadores apuntan a que podrían afectar a largo
plazo a los seres vivos oceánicos y a los ciclos de formación de nubes, entre
otros.
Belén
González-Gaya, investigadora del Instituto de Química Orgánica General en
Madrid, destaca la escasez de información sobre la contaminación de estos
hidrocarburos en el océano, lo que ha sido necesario realizar un estudio global
para conocer la relevancia de estos flujos a nivel planetario.
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