viernes, 23 de enero de 2015

COSAS DE ÁRBOLES














Para amar algo hay que conocerlo. Todo el mundo ama a los árboles porque todo el mundo los conoce en mayor o menor medida y porque su belleza y utilidad son incuestionables.
Pero cuanto más se aprende sobre ellos, más se respetan y más se aprecian. Hablemos de árboles para conocerlos... para amarlos.

Los árboles se distinguen de las demás plantas por sus dimensiones y por su longevidad.

Algunas especies pueden vivir, si se les deja, miles de años, manteniendo siempre la capacidad de aumentar de tamaño utilizando la energía solar. Algunas especies llegan a tener más de 100 metros de altura y hasta 10 metros de diámetro.

Los árboles más viejos de la tierra, son especímenes del Pinus longaeva en Norteamérica y de Adansonia digitata en África, que tienen más de 5000 años.

Más aún, a un espécimen de Cryptomeria japonica se le imputaron más de 7000 años. En Europa, un Platanus orientalis de la isla de Kos llega a los 2500 años y se dice que el célebre médico Hipócrates (460-377 a.C.), que nació en dicha isla, dispensó servicios médicos bajo dicho plátano.

En Tenerife (Islas Canarias) está el árbol más viejo de España, un Drago (Dracaena draco) al que el libro Guinnes de los Records le atribuye 3500 años, otros más y otros menos. En la Península Ibérica los árboles más longevos son pinos, tejos, robles y olivos, mientras que los más altos son los abetos.

Los árboles tienen un gran poder de adaptación y se encuentran árboles en casi todos los hábitats terrestres, a excepción de aquellos que son muy hostiles (como desiertos y zonas polares). Los árboles son sin duda las plantas que poseen estructuras más eficaces y mejor desarrolladas para poder captar la luz, la energía del Sol.


El tronco permite elevar las hojas y apartarlas del suelo evitando a gran parte de los herbívoros (fitófagos), los cuales han tenido una evolución paralela a los árboles.

Los árboles poseen taninos, que son productos ligeramente tóxicos para los herbívoros, y que sólo pueden ser ingeridos en pequeñas cantidades. Los taninos son abundantes en cortezas y brotes, desempeñando un papel disuasor para los fitófagos, aunque la cantidad de taninos puede variar mucho entre distintas especies.

La corteza del tronco permite la identificación fácil de las diferentes especies de árboles, pues es una estructura que puede variar mucho. Pueden ser lisas, rugosas, con arrugas, estrías...


Los árboles con arrugas y estrías en su corteza dan cobijo a multitud de invertebrados, los cuales son el alimento de multitud de aves y pequeños mamíferos que, a su vez aportan abono al árbol con sus deyecciones.

Los árboles con tronco liso suelen ser árboles de zonas húmedas, madera blanda y crecimiento rápido. Las cortezas lisas son menos atacadas por hongos y herbívoros, por lo que su concentración de taninos es menor.

Los árboles con copa densa suelen ser especies autóctonas, bien adaptadas y que encuentran todos los nutrientes y agua que necesitan. Las hojas grandes también requieren ambientes agradables. Por el contrario las hojas pequeñas son típicas de ambientes más hostiles.

Las semillas pueden ser pesadas o ligeras para ser diseminadas por el viento (anemocoria). Las pesadas suelen ser típicas de zonas áridas, por lo que la semilla incluye reservas para poder germinar.


Algunos árboles tienen semillas pequeñas para perpetuarse allí donde viven. Esas semillas pequeñas penetran fácilmente en las grietas del suelo y suelen conservar su poder germinativo mucho tiempo. La anemocoria puede facilitarse con alerones (como el arce, la tipuana o tipa, el fresno y el tilo).

Técnicamente, un fruto es el ovario de una flor maduro con semillas en su interior. Si la pared del ovario se seca al madurar estamos ante los llamados frutos secos, en los cuales los nutrientes se encuentran confinados en las semillas (como en el almendro, castaño, nogal, girasol, judías, guisantes..).

Algunos árboles, como el tejo o la sabina, generan frutos apetitosos para las aves u otros animales, que son las encargadas de la diseminación de sus semillas. Otros, como la encina o el alcornoque, ofrecen semillas apetitosas para que los animales las dispersen lejos a cambio de perder gran parte de las semillas generadas.

En general, los árboles tardan unos años en dar fruto para garantizar su buen estado antes de que sus descendientes puedan competir con ellos por los recursos. Algunos árboles tardan 10 ó 18 años en fructificar, y cuando lo hacen están plenamente asentadas. Unos árboles fructifican cada año y otros lo hacen cada varios años.

Las flores pueden ser muy variadas, no sólo por su aspecto sino también por su condición sexual:


Hermafroditas: Presentan los órganos masculinos (estambres) y femeninos (pistilo) en la misma flor. Son las más extendidas y suelen ser polinizadas por insectos.

Ejemplos: naranjo, limonero, magnolio, alcanfor, olmo, tilo, braquiquito, hibisco, palo borracho, madroño, membrillero, níspero, manzano, peral, albaricoquero, almendro, cerezo, melocotonero, acerolo, acacia, tipuana (o tipa), grevillea, astromelia, eucalipto, granado, melia, olivo, paulonia, aligustre de china (o alheña), catalpa, jacaranda, saúco...
Unisexuales: Las flores masculinas y femeninas están separadas.

Monoicas: Ambos tipos de flores se encuentran en la misma planta. Suelen ser polinizadas por el viento, por lo que las flores masculinas suelen situarse en el extremo de las ramas o en lugares elevados, para que el viento esparza el polen. Las flores femeninas suelen estar en lugares más resguardados y tener un número muy inferior.

Ejemplos: higuera, moral, nogal, secuoya, ciprés común, pináceas (pinos, abetos, cedros, pinsapos, alerces y píceas), laurel, haya, encina, quejigo, melojo, roble, alcornoque, castaño, abedul, avellano, caqui...
Dioicas: Cada ejemplar tiene sólo flores de un sexo. Por lo que se requieren como mínimo dos ejemplares para la polinización, que suele ser efectuada por el viento.

El polen suele ser aerovagante, con protuberancias para flotar en el aire. Los árboles dioicos se consideran más evolucionados, porque tienen mayor capacidad para colonizar nuevos territorios. Por ejemplo, en las primeras etapas de colonización de un territorio, los sauces establecen un número de pies femeninos muy reducido. La mayoría de árboles masculinos garantiza la fecundación de las flores femeninas. En cambio, cuando un territorio ya está bien colonizado, esa tendencia se invierte, existiendo pocos pies masculinos que garantizan una fecundación más que suficiente.

Ejemplos: sauce, araucaria, tejo, enebro, álamo blanco y álamo negro (chopo), aladierno, cornicabra (o terebinto), palmera datilera, palmera canaria, palmito...

Mezclas: Existen especies que mezclan las características anteriores: Poligamodioicas, andromonoicas, androdioicas... Por ejemplo, la acacia negra. El algarrobo suele ser dioico aunque algunas flores son hermafroditas. El castaño de indias suele tener flores hermafroditas, aunque a veces algunas son sólo masculinas. La familia de las aceráceas presenta mucha variedad en este sentido (arce campestre, acirón...). El fresno común tiene las flores masculinas y femeninas separadas, pero algunos ejemplares son dioicos y otros monoicos.

Otra típica clasificación de todas las plantas con semilla (fanerógamas o espermatófitas) se hace atendiendo a la posición del óvulo primero y de la semilla después:

Gimnospermas: Aunque producen semillas, no producen frutos verdaderos (no tienen pistilo ni ovario). El óvulo y las semillas están soportados por escamas más o menos abiertas. Las semillas tienen entre 2 y 12 cotiledones. Son árboles monoicos o dioicos y siempre polinizados por el viento.

A menudo son resinosos y de hoja perenne. Las semillas se encuentran recubiertas por unas escamas formando una piña leñosa (como en los pinos, cipreses, araucarias...). En otras plantas, como las podocarpáceas, los juníperos o el ginkgo, las semillas se encuentran encerradas en un órgano carnoso similar a un fruto. Tienen una larga historia fósil con muchos ejemplares ya desaparecidos y su apogeo fue en el jurásico. La aparición de las angiospermas les quitó su hegemonía.

Varios ejemplares de Ginkgo biloba rebrotaron en Hiroshima tras la bomba atómica que Estados Unidos explotó en esa ciudad japonesa el 6 de Agosto de 1945. Uno de ellos está situado a 1 kilómetro del lugar de la explosión y todos los edificios a su alrededor quedaron reducidos a escombros. Este árbol también tiene unas hojas muy curiosas.

Ejemplos: Todos los ejemplares de las familia de las pináceas, y de las cupresáceas (cipreses, enebro, cada, sabina, secuoya, tuya...), así como también el tejo, ginkgo biloba, araucaria, cica, podocarpo...

Angiospermas: El óvulo está encerrado en un ovario y después en un fruto cerrado (seco o carnoso) que aumenta la supervivencia de las semillas. Actualmente este grupo posee unas 220.000 especies. Su poder de adaptación hace que se encuentren en casi todo tipo de hábitats. Pueden ser monocotiledóneas (con 1 cotiledón, como el trigo, la palmera o el palmito) o, como la mayoría, que son dicotiledóneas (con 2 cotiledones, como la menta y los árboles que aparecen a continuación).

Su polinización se hace en muchas especies a través de los insectos que han evolucionado paralelamente para conseguir una polinización más eficaz y específica que redunda en un mayor potencial de colonización. Ese tipo de polinización hace que suelen disponer de flores vistosas. Las estrategias para diseminar las semillas son muy diversas, y en algunas intervienen los animales.

Ejemplos de angiospermas dicotiledóneas: La familia de las fagáceas (encina, haya, quejigo, quejigueta, roble, melojo, alcornoque, castaño...), y de las rosáceas (níspero, manzano, peral, albaricoquero, almendro, cerezo, melocotonero, acerolo...), así como también el laurel, magnolia, sauce, avellano, higuera, olmo, arce, acacia, eucalipto...

Ya que hemos hablado de cotiledones, vamos a aclarar ese concepto. Un cotiledón es una hoja embrionaria o seminal. En una semilla suele haber un único embrión aunque a veces hay más de uno (como en los cítricos o el mango). Cada embrión es una planta en miniatura que germinará si se dan las condiciones adecuadas (humedad, temperatura...). Ese embrión puede tener uno o varios cotiledones:

Las plantas monocotiledóneas tienen una sola hoja al germinar y esta hoja suele tener los nervios paralelos entre sí.

El tallo está formado por fibras y carece de corteza y de médula. Las monocotiledoneas no forman en el tallo los típicos círculos concéntricos de los árboles. La mayoría de las monocotiledóneas son herbáceas (gramíneas, orquídeas, plátanos o bananas...), aunque algunas son leñosas como los bambúes o las palmeras.

Las plantas dicotiledóneas tienen dos hojas al germinar y las hojas tienen sus nervios en red. El crecimiento en grosor del tallo genera los típicos círculos concéntricos debido a los cambios climáticos anuales.

Algunas gimnospermas tienen hasta 12 cotiledones. Si plantas la semilla de un pino resulta curioso que al germinar la cubierta de la semilla asciende y sale de la tierra encerrando varias hojas alargadas que al crecer rompen esa cubierta y se abren como un paraguas sin tela.
Para terminar, vamos a hablar de las semillas, de todas las semillas.

Una semilla es un ser vivo, aunque sus procesos metabólicos (como la respiración) están muy paralizados. Una semilla muere si no puede germinar durante un cierto periodo de tiempo, y ese tiempo depende de distintos factores como por ejemplo de la especie. Las semillas de algunas especies de arce necesitan brotar a las dos semanas de su siembra pues en caso contrario mueren.

Por el contrario, las semillas de la planta del loto pueden durar sin germinar más de dos mil años. Para que una semilla germine necesita que se cumplan ciertas condiciones (de humedad, luminosidad, temperatura...). Y algunas semillas son bastante delicadas. Las semillas de lechuga (Lactuca sativa) germinan solamente si están expuestas a la luz, por lo que no deben enterrarse.


En realidad, la parte viva de la semilla es el embrión o germen. 

Algunas semillas tienen una reserva alimenticia (endospermo) que usa el embrión cuando germina como alimento hasta que la nueva planta consigue elaborar su propio alimento (a través de la fotosíntesis). Otras semillas no tienen reserva alimenticia, como las semillas de las orquídeas, que tienen el tamaño de una mota de polvo y hasta el embrión está inmaduro y necesita asociarse en el suelo con hongos u otro tipo de fuente nutritiva capaz de alimentar al embrión en desarrollo.

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