Por el
efecto del cambio climático “Así ha estado ya por unos dias, creciendo y
desapareciendo y luego creciendo otra vez”, dice Jessica Benitez, una recién
llegada a Shorecrest desde Venezuela.
Las
aguas aparecieron de la nada. A varias cuadras del borde del mar, durante un
día claro y brillante, de repente creció un lago de agua salada, filtrada por
la piedra caliza porosa que existe debajo de todo el condado de Miami-Dade. En
la esquina de la calle 79 y la avenida 10, en la vecindad de Shorecrest, la
gente se salía de sus departamentos, vestidos en botas de lluvia para sacar la
basura.
“Así
ha estado ya por unos dias, creciendo y desapareciendo y luego creciendo otra
vez”, dice Jessica Benitez, una recién llegada a Shorecrest desde Venezuela.
Dice que nunca supo que estas inundaciones iban a pasar cuando se mudó a este
departamento hace un mes y medio y no sabe cómo predecir cuándo las aguas van a
crecer. Hace unos días llegó del supermercado y encontró la calle completamente
inundada.
No le
quedó otra que amarrarse bolsas de plástico en sus pies para poder entrar a su
casa. “A nosotros [la ciudad] nunca nos ha dicho nada. El agua se queda sentada
ahí. No hay desagüe [en la calle] y no entiendo por qué”, dice. Ella no es la
única que vive este tipo de experiencias.
Esta
comunidad es una de varias por todo Miami-Dade que está experimentando los
efectos de las mareas altas “King Tide”, las más intensas del año. Estas
inundan comunidades costeras y, debido a la piedra porosa debajo del condado,
también a comunidades al interior. Esto implica que sus efectos no solo llegan
a las comunidades ricas, junto a la costa, sino también a los vecindarios de
bajos ingresos.
Karina
Castillo, activista de Mom's Clean Airforce, parada en medio de la inundación
en Shorecrest, Miami. Dayna Reggero for Clean Air Moms Action El cambio
climático presenta riesgos crecientes para comunidades pobres al interior del
condado en este sentido, dice Nicole Hernández Hammer, experta de la Unión de
Científicos Preocupados. Con el aumento del nivel del mar, el alcance de las
aguas de marea alta está creciendo y la frecuencia de inundaciones también irá
aumentando.
“Cuando
visitas lugares que no se inundaban hace 30 años, ves que ahora esto sí
sucede”, dice. “Es más, ahora nos estamos inundando unas seis veces al año.
Pero nuestras proyecciones dicen que, para el año 2045, esto podría estar
pasando 380 veces al año. Eso es dos veces al día en algunos lugares”, advierte
la científica.
Estas
inundaciones representan una de la varias maneras en que el cambio climático y
el aumento de nivel del mar amenaza la seguridad de las comunidades pobres en
Miami-Dade. Y, según algunos activistas, aunque la ciudad ha empezado a
reconocer las vulnerabilidades particulares de la gente de bajos ingresos, esta
necesita actuar más rápidamente y más intensamente hacia soluciones equitativas
al cambio climático en Miami.
La
ciudad de Miami Beach (municipio distinto de la ciudad de Miami, en donde se
encuentra Shorecrest) es la más afectada y reconocida por sus inundaciones de
marea alta, en parte por la severidad de estos eventos y en parte por la
fortuna en inversiones inmobiliarias que está en juego. Climate Listening
Project. Cinematographer and editor: Adams Wood.
Producer:
Dayna Reggero Aquí, la municipalidad ha invertido unos 400 millones de dólares
en esfuerzos de adaptación al aumento del nivel del mar y a los eventos de
marea alta. El plan incluye nuevas bombas por toda la ciudad que puedan
deshacerse del agua en los vecindarios, junto con la elevación de calles y
nuevos reglamentos para que los desarrolladores privados tengan en cuenta el
aumento del nivel del mar y el cambio climático.
“Esto
no solo se trata de las bombas y la elevación de las calles, sino de cómo
podemos empezar a ver todas las operaciones de la ciudad a través de un lente
de resiliencia”, dice Susy Torriente, el Oficial de Recuperación y Resistencia
en Jefe de Miami Beach. Su plan empezó hace tres años y ahora se está enfocando
en soluciones más y más comprehensivas. A pesar de estas medidas, Miami Beach
sigue en peligro. Si la isla experimenta un huracán con una marejada ciclónica
de más de 20 pies (lo cual es improbable pero posible), todas sus preparaciones
de emergencia no darán abasto.
Si el
nivel del mar aumenta más allá de los proyecciones actuales usadas por el
condado (lo cual parece cada vez más probable), también se encontrarán en
problemas. Y algunas de sus soluciones han creado aún más dificultades: las
bombas, por ejemplo, trabajan junto a un envejecido sistema de alcantarillado,
causando que las aguas de inundaciones se mezclen con desechos humanos.
Pero
también es verdad que la municipalidad está invirtiendo muchísimo dinero en
este asunto, tratando de adaptarse. A su vez, los medios han puesto especial
atención en esta zona, principalmente debido a la amenaza que se presenta a las
millonarias industrias turísticas e inmobiliarias de Miami Beach.
La
diferencia entre Miami y Miami Beach Shorecrest ha experimentado algo
totalmente diferente. Es una comunidad de ingreso mixto, con ricos ubicados
junto al agua y pobres unas cuadras al oeste. Durante el clímax de la marea
alta en las partes ricas, barcos privados se mecen en las aguas tranquilas del
canal aledaño y el mar se arrastra lentamente sobre la pared y luego hacia la
calle. Las entradas de las casas están elevadas, pero aun así las aguas
alcanzan las llantas de algunos autos, sobrepasando algunas de las rejas. Al
caminar por la calle, el agua te llega hasta los tobillos.
Algunas
personas me dicen que se prepararon estacionando sus coches en otros
vecindarios, para evitar daño de la agua salada. Pero nadie quiere hablar mucho
del asunto. “Nosotros no queremos que la gente sepa de esto si la ciudad no lo
va a corregir”, dice una mujer que quiso ser identificada, residente de la zona
más rica de Shorecrest. “Estamos preocupados por nuestros valores
inmobiliarios”.
Sus
preocupaciones son más que válidas, ya que algunos expertos han predecido que
propiedades junto al agua pueden disminuir en valor debido al aumento del nivel
del mar.
Pero aun así, esta inquietud tiene un tono completamente distinto a
los de los residentes de áreas más al interior. “Cuando yo veo a las noticias,
siempre están hablando de Lincoln Road [en Miami Beach]. ¡Esto es tan malo como
allá o peor!” dice Eric Bason, un residente de Shorecrest que vive en un
complejo de apartamentos que se ha estado inundando en los últimos días. “Y
mucha de la gente por aquí es de ingresos medios o bajos.
¡Necesitamos
ir al trabajo!” dice, haciendo señal hacia las aguas bloqueando su salida del
complejo. Cherlisa Battle-Marshall, afuera de su departamento el día de la
inundación. Dayna Reggero for Clean Air Moms Action En la zona de menores
recursos de Shorecrest, muchos sienten que la ciudad está ignorando los
problemas de los pobres. El día que visité la zona, los vecinos se salieron de
sus casas y conversaban sobre el problema, criticando a la municipalidad por no
ayudarlos.
De
hecho, estaban ansiosos de hablar sobre este problema con cualquier persona que
quisiera escuchar. “He tenido que quedarme en casa en vez de ir a mis citas de
diálisis porque el agua está tan alta”, dice Cherlisa Battle-Marshall, otra
residente de estos departamentos. “Necesitamos desagües.
El
agua no se escurre. ¡Y esta vecindad es una zona de zika!”, exclama. “Lo hacen
en la playa, pero no lo hacen aquí”, añade una vecina parada junto a ella. Y,
en verdad, las consecuencias de la inundación se ven más severas en este
complejo que en el área rica junto a la agua. El agua en la calle alcanza casi
hasta las rodillas en algunas partes, no a los tobillos como junto al canal. La
gente que tiene auto no tiene otra opción que estacionar en su complejo, donde
la agua alcanza hasta la mitad de la llanta. Muchas de las personas en esta
vecindad tienen menos información y habilidad para adaptarse a las condiciones.
Una mujer que conocí no tenía teléfono celular y nadie la pudo contactar para
decirle cuando habían crecido las aguas.
Llegó
a su departamento ese dia con sandalias puestas. No tuvo otra opción que
mojarse sus pies y caminar por el agua. Nadie en la comunidad parece saber que
estas aguas pueden ser sucias y peligrosas para la salud. Si la ciudad estaba
tratando de informar a la gente, estas personas no habían recibido nada de esa
informacion, según lo que me dijeron.
Todos
expresaron una falta de fe en su gobierno municipal. “Creo que vi alguien de la
ciudad haciendo algo [sobre las inundaciones] acá alguna vez”, dice Bason.
“Pero a mí se me hace que todo es solo un ‘show’”. Climate Listening Project.
Cinematographer and editor: Adams Wood. Producer: Dayna Reggero Los pobres de
Shorecrest no son los únicos en riesgo por el cambio climático ni los únicos
que se sienten ignorados por la ciudad.
En el oeste de Miami, en vecindades
como Sweetwater y Hialeah, la gente (mayormente pobre y latina) enfrenta un
riesgo grave de inundaciones de agua dulce, la cual empeora con cada pulgada de
aumento del nivel del mar. Estas comunidades se encuentran cerca a los
Everglades, de donde agua dulce fluye al este de manera subterránea, llenando
el acuífero Biscayne.
De acuerdo a expertos, si el agua salada del
mar, empujando al oeste cada vez más por el aumento del nivel del mar, infiltra
esta agua dulce, muchas comunidades de Miami (especialmente en el oeste)
terminarán sin agua potable. Es más, el agua salada empujaría el agua dulce más
hacia el superficie, causando inundaciones de agua dulce en Hialeah y
Sweetwater. Lentamente, la ciudad ha empezado a tomar algunos pasos. El condado
de Miami-Dade, así como las ciudades de Miami y Miami Beach, se ha integrado en
el programa de “100 Ciudades Resilientes” de la Fundación Rockefeller, el cual
los da recursos y conocimiento de expertos sobre este tema para ayudarlos a
adaptarse al cambio climático.
Con el
dinero que les van a dar, la ciudad de Miami finalmente podrá contratar a su
propio Oficial de Recuperación y Resistencia en Jefe, como el que tiene Miami
Beach y también el condado de Miami-Dade. Esto permitirá poneren acción un plan
para aumentar su resilencia. El Oficial de Recuperación y Resistencia para el
condado de Miami-Dade, Jim Murley, vive dentro de la ciudad de Miami y tiene
conocimiento de las prioridades de resistencia en esta ciudad específicamente.
En los próximos dos años, dice Murley, quieren actualizar la infraestructura de
desagües pluviales en Miami y así poder manejar mejor las inundaciones.
A
nivel del condado, dice que por ahora se están concentrando en actualizar su
sistema de alcantarillado y agua potable, ya que es este organismo el que
provee estos servicios para todas las ciudades dentro de la zona. “Queremos
diseñar y construir los sistemas de agua y alcantarillado para poder resistir
seis pies de aumento del nivel del mar y un huracán de categoría 5”, aclara
Murley. Un representante para los pobres A pesar de estos esfuerzos, hasta hace
poco los ciudadanos de menos recursos no tenían una voz respecto al cambio
climático en la ciudad de Miami. Esto cambió hace tres semanas, cuando la
alcaldía añadió a un nuevo miembro en su Comité sobre el Aumento del Nivel del
Mar.
Kilan Bishop, una candidata a doctorado en la Universidad de Miami y
residente de Little Haiti, tendrá la responsabilidad de abogar por las
comunidades de bajos ingresos respecto a este tema. Los activistas consultados
se demostraron muy satisfechos con este nombramiento y con el hecho de que la
ciudad escuchó las quejas sobre la inclusividad de comunidades pobres. Pero
algunos activistas en el área también expresaron un poco de frustración.
Caroline
Lewis, directora del Instituto CLEO, tuvo cuatro reuniones con comunidades de
bajos ingresos (en Little Haiti, Liberty City, Shorecrest y Sweetwater) en
donde todos expresaron sus preocupaciones relacionadas al aumento del nivel del
mar y el cambio climático. “Fue un ejercicio excelente, auténtico”, dice Lewis.
“Los funcionarios de la ciudad parecieron entendernos [en ese momento]. No te
puedo decir que las soluciones estaban ahí, pero sí creo que estaban haciendo
un esfuerzo”, dice. Pero después de estas reuniones, el condado publicó un
presupuesto que, según Lewis, no tomó en cuenta las conversaciones que habían
tenido con gente de bajos ingresos.
“Es frustrante que todas las juntas, los
foros, las reuniones comunitarias y los talleres que tuvimos no parecieron
influir ni un poco en las prioridades del presupuesto”, escribió Lewis en un
email dirigido a varios funcionarios públicos. Por su parte, Murley dice que el
presupuesto sí trató de tomar en cuenta los preocupaciones de comunidades de
bajos ingresos. “Yo conozco a Caroline y entiendo su inquietud”, dice.
“El
presupuesto resuelve algunas de sus preocupaciones a través de fondos para
nueva personal para nuestra oficina y de unos 800,000 dólares para asesores que
investigarán sobre aumento del nivel del mar en comunidades ricas y pobres
también”. Pero Lewis siente se debe hacer mucho más y de manera más rápida,
especialmente en las comunidades más vulnerables. “Yo quiero ver que la ciudad
diga, ‘sí, existe un problema muy grave y lo vamos a corregir. Y mientras lo
hacemos, mantengan los pies fuera del agua’”, concluye Lewis.
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