lunes, 31 de octubre de 2016

SUBE EL NIVEL DEL MAR EN LOS BARRIOS MÁS POBRES DE MIAMI























Por el efecto del cambio climático “Así ha estado ya por unos dias, creciendo y desapareciendo y luego creciendo otra vez”, dice Jessica Benitez, una recién llegada a Shorecrest desde Venezuela.

Las aguas aparecieron de la nada. A varias cuadras del borde del mar, durante un día claro y brillante, de repente creció un lago de agua salada, filtrada por la piedra caliza porosa que existe debajo de todo el condado de Miami-Dade. En la esquina de la calle 79 y la avenida 10, en la vecindad de Shorecrest, la gente se salía de sus departamentos, vestidos en botas de lluvia para sacar la basura.

“Así ha estado ya por unos dias, creciendo y desapareciendo y luego creciendo otra vez”, dice Jessica Benitez, una recién llegada a Shorecrest desde Venezuela. Dice que nunca supo que estas inundaciones iban a pasar cuando se mudó a este departamento hace un mes y medio y no sabe cómo predecir cuándo las aguas van a crecer. Hace unos días llegó del supermercado y encontró la calle completamente inundada.

No le quedó otra que amarrarse bolsas de plástico en sus pies para poder entrar a su casa. “A nosotros [la ciudad] nunca nos ha dicho nada. El agua se queda sentada ahí. No hay desagüe [en la calle] y no entiendo por qué”, dice. Ella no es la única que vive este tipo de experiencias.
Esta comunidad es una de varias por todo Miami-Dade que está experimentando los efectos de las mareas altas “King Tide”, las más intensas del año. Estas inundan comunidades costeras y, debido a la piedra porosa debajo del condado, también a comunidades al interior. Esto implica que sus efectos no solo llegan a las comunidades ricas, junto a la costa, sino también a los vecindarios de bajos ingresos.

Karina Castillo, activista de Mom's Clean Airforce, parada en medio de la inundación en Shorecrest, Miami. Dayna Reggero for Clean Air Moms Action El cambio climático presenta riesgos crecientes para comunidades pobres al interior del condado en este sentido, dice Nicole Hernández Hammer, experta de la Unión de Científicos Preocupados. Con el aumento del nivel del mar, el alcance de las aguas de marea alta está creciendo y la frecuencia de inundaciones también irá aumentando.

“Cuando visitas lugares que no se inundaban hace 30 años, ves que ahora esto sí sucede”, dice. “Es más, ahora nos estamos inundando unas seis veces al año. Pero nuestras proyecciones dicen que, para el año 2045, esto podría estar pasando 380 veces al año. Eso es dos veces al día en algunos lugares”, advierte la científica.

Estas inundaciones representan una de la varias maneras en que el cambio climático y el aumento de nivel del mar amenaza la seguridad de las comunidades pobres en Miami-Dade. Y, según algunos activistas, aunque la ciudad ha empezado a reconocer las vulnerabilidades particulares de la gente de bajos ingresos, esta necesita actuar más rápidamente y más intensamente hacia soluciones equitativas al cambio climático en Miami.


La ciudad de Miami Beach (municipio distinto de la ciudad de Miami, en donde se encuentra Shorecrest) es la más afectada y reconocida por sus inundaciones de marea alta, en parte por la severidad de estos eventos y en parte por la fortuna en inversiones inmobiliarias que está en juego. Climate Listening Project. Cinematographer and editor: Adams Wood.

Producer: Dayna Reggero Aquí, la municipalidad ha invertido unos 400 millones de dólares en esfuerzos de adaptación al aumento del nivel del mar y a los eventos de marea alta. El plan incluye nuevas bombas por toda la ciudad que puedan deshacerse del agua en los vecindarios, junto con la elevación de calles y nuevos reglamentos para que los desarrolladores privados tengan en cuenta el aumento del nivel del mar y el cambio climático.

“Esto no solo se trata de las bombas y la elevación de las calles, sino de cómo podemos empezar a ver todas las operaciones de la ciudad a través de un lente de resiliencia”, dice Susy Torriente, el Oficial de Recuperación y Resistencia en Jefe de Miami Beach. Su plan empezó hace tres años y ahora se está enfocando en soluciones más y más comprehensivas. A pesar de estas medidas, Miami Beach sigue en peligro. Si la isla experimenta un huracán con una marejada ciclónica de más de 20 pies (lo cual es improbable pero posible), todas sus preparaciones de emergencia no darán abasto.

Si el nivel del mar aumenta más allá de los proyecciones actuales usadas por el condado (lo cual parece cada vez más probable), también se encontrarán en problemas. Y algunas de sus soluciones han creado aún más dificultades: las bombas, por ejemplo, trabajan junto a un envejecido sistema de alcantarillado, causando que las aguas de inundaciones se mezclen con desechos humanos. 

Pero también es verdad que la municipalidad está invirtiendo muchísimo dinero en este asunto, tratando de adaptarse. A su vez, los medios han puesto especial atención en esta zona, principalmente debido a la amenaza que se presenta a las millonarias industrias turísticas e inmobiliarias de Miami Beach.

La diferencia entre Miami y Miami Beach Shorecrest ha experimentado algo totalmente diferente. Es una comunidad de ingreso mixto, con ricos ubicados junto al agua y pobres unas cuadras al oeste. Durante el clímax de la marea alta en las partes ricas, barcos privados se mecen en las aguas tranquilas del canal aledaño y el mar se arrastra lentamente sobre la pared y luego hacia la calle. Las entradas de las casas están elevadas, pero aun así las aguas alcanzan las llantas de algunos autos, sobrepasando algunas de las rejas. Al caminar por la calle, el agua te llega hasta los tobillos.

Algunas personas me dicen que se prepararon estacionando sus coches en otros vecindarios, para evitar daño de la agua salada. Pero nadie quiere hablar mucho del asunto. “Nosotros no queremos que la gente sepa de esto si la ciudad no lo va a corregir”, dice una mujer que quiso ser identificada, residente de la zona más rica de Shorecrest. “Estamos preocupados por nuestros valores inmobiliarios”.
Sus preocupaciones son más que válidas, ya que algunos expertos han predecido que propiedades junto al agua pueden disminuir en valor debido al aumento del nivel del mar. 


Pero aun así, esta inquietud tiene un tono completamente distinto a los de los residentes de áreas más al interior. “Cuando yo veo a las noticias, siempre están hablando de Lincoln Road [en Miami Beach]. ¡Esto es tan malo como allá o peor!” dice Eric Bason, un residente de Shorecrest que vive en un complejo de apartamentos que se ha estado inundando en los últimos días. “Y mucha de la gente por aquí es de ingresos medios o bajos.

¡Necesitamos ir al trabajo!” dice, haciendo señal hacia las aguas bloqueando su salida del complejo. Cherlisa Battle-Marshall, afuera de su departamento el día de la inundación. Dayna Reggero for Clean Air Moms Action En la zona de menores recursos de Shorecrest, muchos sienten que la ciudad está ignorando los problemas de los pobres. El día que visité la zona, los vecinos se salieron de sus casas y conversaban sobre el problema, criticando a la municipalidad por no ayudarlos.

De hecho, estaban ansiosos de hablar sobre este problema con cualquier persona que quisiera escuchar. “He tenido que quedarme en casa en vez de ir a mis citas de diálisis porque el agua está tan alta”, dice Cherlisa Battle-Marshall, otra residente de estos departamentos. “Necesitamos desagües.

El agua no se escurre. ¡Y esta vecindad es una zona de zika!”, exclama. “Lo hacen en la playa, pero no lo hacen aquí”, añade una vecina parada junto a ella. Y, en verdad, las consecuencias de la inundación se ven más severas en este complejo que en el área rica junto a la agua. El agua en la calle alcanza casi hasta las rodillas en algunas partes, no a los tobillos como junto al canal. La gente que tiene auto no tiene otra opción que estacionar en su complejo, donde la agua alcanza hasta la mitad de la llanta. Muchas de las personas en esta vecindad tienen menos información y habilidad para adaptarse a las condiciones. Una mujer que conocí no tenía teléfono celular y nadie la pudo contactar para decirle cuando habían crecido las aguas.


Llegó a su departamento ese dia con sandalias puestas. No tuvo otra opción que mojarse sus pies y caminar por el agua. Nadie en la comunidad parece saber que estas aguas pueden ser sucias y peligrosas para la salud. Si la ciudad estaba tratando de informar a la gente, estas personas no habían recibido nada de esa informacion, según lo que me dijeron.

Todos expresaron una falta de fe en su gobierno municipal. “Creo que vi alguien de la ciudad haciendo algo [sobre las inundaciones] acá alguna vez”, dice Bason. “Pero a mí se me hace que todo es solo un ‘show’”. Climate Listening Project. Cinematographer and editor: Adams Wood. Producer: Dayna Reggero Los pobres de Shorecrest no son los únicos en riesgo por el cambio climático ni los únicos que se sienten ignorados por la ciudad. 

En el oeste de Miami, en vecindades como Sweetwater y Hialeah, la gente (mayormente pobre y latina) enfrenta un riesgo grave de inundaciones de agua dulce, la cual empeora con cada pulgada de aumento del nivel del mar. Estas comunidades se encuentran cerca a los Everglades, de donde agua dulce fluye al este de manera subterránea, llenando el acuífero Biscayne.

 De acuerdo a expertos, si el agua salada del mar, empujando al oeste cada vez más por el aumento del nivel del mar, infiltra esta agua dulce, muchas comunidades de Miami (especialmente en el oeste) terminarán sin agua potable. Es más, el agua salada empujaría el agua dulce más hacia el superficie, causando inundaciones de agua dulce en Hialeah y Sweetwater. Lentamente, la ciudad ha empezado a tomar algunos pasos. El condado de Miami-Dade, así como las ciudades de Miami y Miami Beach, se ha integrado en el programa de “100 Ciudades Resilientes” de la Fundación Rockefeller, el cual los da recursos y conocimiento de expertos sobre este tema para ayudarlos a adaptarse al cambio climático.


Con el dinero que les van a dar, la ciudad de Miami finalmente podrá contratar a su propio Oficial de Recuperación y Resistencia en Jefe, como el que tiene Miami Beach y también el condado de Miami-Dade. Esto permitirá poneren acción un plan para aumentar su resilencia. El Oficial de Recuperación y Resistencia para el condado de Miami-Dade, Jim Murley, vive dentro de la ciudad de Miami y tiene conocimiento de las prioridades de resistencia en esta ciudad específicamente. En los próximos dos años, dice Murley, quieren actualizar la infraestructura de desagües pluviales en Miami y así poder manejar mejor las inundaciones.

A nivel del condado, dice que por ahora se están concentrando en actualizar su sistema de alcantarillado y agua potable, ya que es este organismo el que provee estos servicios para todas las ciudades dentro de la zona. “Queremos diseñar y construir los sistemas de agua y alcantarillado para poder resistir seis pies de aumento del nivel del mar y un huracán de categoría 5”, aclara Murley. Un representante para los pobres A pesar de estos esfuerzos, hasta hace poco los ciudadanos de menos recursos no tenían una voz respecto al cambio climático en la ciudad de Miami. Esto cambió hace tres semanas, cuando la alcaldía añadió a un nuevo miembro en su Comité sobre el Aumento del Nivel del Mar. 


Kilan Bishop, una candidata a doctorado en la Universidad de Miami y residente de Little Haiti, tendrá la responsabilidad de abogar por las comunidades de bajos ingresos respecto a este tema. Los activistas consultados se demostraron muy satisfechos con este nombramiento y con el hecho de que la ciudad escuchó las quejas sobre la inclusividad de comunidades pobres. Pero algunos activistas en el área también expresaron un poco de frustración.

Caroline Lewis, directora del Instituto CLEO, tuvo cuatro reuniones con comunidades de bajos ingresos (en Little Haiti, Liberty City, Shorecrest y Sweetwater) en donde todos expresaron sus preocupaciones relacionadas al aumento del nivel del mar y el cambio climático. “Fue un ejercicio excelente, auténtico”, dice Lewis. “Los funcionarios de la ciudad parecieron entendernos [en ese momento]. No te puedo decir que las soluciones estaban ahí, pero sí creo que estaban haciendo un esfuerzo”, dice. Pero después de estas reuniones, el condado publicó un presupuesto que, según Lewis, no tomó en cuenta las conversaciones que habían tenido con gente de bajos ingresos.



 “Es frustrante que todas las juntas, los foros, las reuniones comunitarias y los talleres que tuvimos no parecieron influir ni un poco en las prioridades del presupuesto”, escribió Lewis en un email dirigido a varios funcionarios públicos. Por su parte, Murley dice que el presupuesto sí trató de tomar en cuenta los preocupaciones de comunidades de bajos ingresos. “Yo conozco a Caroline y entiendo su inquietud”, dice. 

“El presupuesto resuelve algunas de sus preocupaciones a través de fondos para nueva personal para nuestra oficina y de unos 800,000 dólares para asesores que investigarán sobre aumento del nivel del mar en comunidades ricas y pobres también”. Pero Lewis siente se debe hacer mucho más y de manera más rápida, especialmente en las comunidades más vulnerables. “Yo quiero ver que la ciudad diga, ‘sí, existe un problema muy grave y lo vamos a corregir. Y mientras lo hacemos, mantengan los pies fuera del agua’”, concluye Lewis.

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