PANAMÁ. Varios expertos dijeron el
martes en Panamá que urge concienciar a la sociedad y a los gobernantes sobre
los beneficios económicos y ambientales de conservar los manglares para evitar
que sean destruidos y sustituidos por campos agrícolas, granjas de camarones o
desarrollos urbanísticos.
“La sensibilización, la comunicación
y la concienciación deben ser constantes, pero lamentablemente hay poco dinero
para ello. Cada día suben al poder nuevos tomadores de decisiones y es
necesario que sean conscientes de la importancia que tienen estos ecosistemas”,
afirmó a Efe el gerente de conservación de manglares en Panamá de la ONG
Conservación Internacional, Julio Rodríguez.
Los manglares, explicó el ambientalista,
“son ecosistemas sumamente productivos”, que juegan un papel fundamental en el
ciclo de vida de algunos peces o crustáceos y que protegen a la costa de
fenómenos meteorológicos que están aumentando por el cambio climático como los
fuertes oleajes y las tormentas.
Estos bosques, añadió, ayudan a
reducir las emisiones, ya que absorben hasta cinco veces más dióxido de carbono
que cualquier otra especie “por la cantidad de materias orgánicas que retienen
en el subsuelo”.
Rodríguez aseguró también que la
pérdida de manglares en la región ha sido “muy grande”, sobre todo en los años
80 y 90 del pasado siglo debido principalmente a la ganadería, la agricultura y
el turismo, y que en muchos países la superficie de estos ecosistemas se ha
reducido a la mitad, como en el caso de Panamá.
Una veintena de especialistas de
Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica y EE.UU. se reúnen desde ayer hasta hoy
miércoles en un foro organizado por el capítulo panameño de Conservación
Internacional y celebrado en Santiago de Veraguas, a 250 kilómetros al oeste de
la capital, para intercambiar experiencias en el manejo de manglares.
La coordinadora del Programa Nacional
de Humedales del Sistema Nacional de Áreas de Conservación de Costa Rica,
Jackeline Rivera, aseguró por su parte a Efe que las campañas de concienciación
no son suficientes y apostó por aumentar la vigilancia.
En Costa Rica, dijo, los manglares
están protegidos por Constitución, independientemente de que estén dentro de un
parque nacional, y hay mucha conciencia verde y, sin embargo, siguen estando
amenazados.
Un ejemplo de ello, dijo, es el
humedal Terraba Sierpe, ubicado en el sur de Costa Rica y considerado el más
grande de Latinoamérica con 30.000 hectáreas.
Este manglar, que le aporta a la
economía costarricense cerca de “17.000 dólares por hectárea al año”, está
seriamente amenazado porque está “rodeado” de cultivos de palma de aceite y de
arroz, lamentó Rivera.
“Si no se tiene un control y una
fiscalizacion constantes, hay riesgo de que el sector vaya ampliando su aérea
de cultivo, como ya ha ocurrido otras veces”, advirtió la funcionaria
costarricense.
El director del Programa Marino en
Ecuador de Conservación Internacional, Javier Chalín, dijo que los Gobiernos
latinoamericanos no tienen capacidad para fiscalizar todos los humedales y por
eso es necesario involucrar a las comunidades cercanas a estos ecosistemas a
través de incentivos, tal y como ha hecho Ecuador, uno de los países pioneros
en la materia.
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