Los carruseles en los parques de diversión giran en
circulos y a la vez oscilan de arriba hacia abajo.
Estos movimientos causan que el agua (y otros
líquidos) se sacudan muy bien; tal vez te has dado cuenta después de haberte
mareado por subirte en uno.
Las corrientes océanicas son como los carruseles.
Mueven el agua del mar alrededor del planeta y hacia la superficie para luego
devolverla al fondo del mar.
Este paseo acuático vertiginoso está compuesto de
dos sistemas: las corrientes superficiales y las corrientes océanicas
profundas.
El primer tipo de corriente oceánica se produce en la superficie del
agua.
La rotación de la Tierra y los vientos alisios causan estas corrientes
superficiales.
En la línea ecuatorial, los vientos soplan hacia el oeste y cerca de los
polos los vientos soplan hacia el este. Estos vientos se mueven a través de la
superficie del océano llevando con ellas el agua de la superficie.
Pero cuando la tierra se interpone, las corrientes cambian su curso.
En el Hemisferio Norte, el agua gira hacia la derecha, y en el
Hemisferio Sur se tornan hacia la izquierda.
Estas corrientes crean gigantes giros oceánicos que mueven el agua del
océano en círculos.
Las corrientes superficiales forman 5 giros oceánicos entre los
continentes.
Estos giros reciben su nombre dependiendo de la cuenca oceánica en donde
se forman:
dos en cada uno de los océanos Pacífico y Atlántico (uno en el norte y
otro en el sur), y uno en el Océano Índico.
El segundo tipo de corriente oceánica mueve aguas desde la parte
superior del océano hacia las profundidades. Estas corrientes se mueven mucho
más lentamente en comparación con las corrientes superficiales, y en lugar de
empezar en la línea ecuatorial, éstas empiezan en los polos. Si dejases caer un
cubo de hielo en un vaso de jugo muy quieto, desde un costado podrías ver el
agua fría cerca del hielo se volverse pesada y luego hundirse hacia el fondo
del vaso.
Lo mismo sucede en el océano cerca de los polos. El agua fría cerca del
hielo marino se vuelve pesada y se hunde hacia el fondo del océano. Cuando el
agua se hunde, permite que más agua se aproxime al hielo, al acercarse, el agua
se enfría y se hunde también. Cuando el agua fría cae al fondo del mar crea una
corriente gigante en cámara lenta a lo largo del fondo del mar.
A diferencia de los giros oceánicos que son rápidos y aislados, estas
corrientes viajan por todo el planeta y a cada cuenca oceánica. Eventualmente
esta agua fría se calienta y es empujada a la superficie donde empieza su ciclo
una vez más. Seguir a esta corriente sería como ir en una montaña rusa que
demora mil años desde comienzo a fin.
Dos mundos, un bioma
Este transportador que se asemeja a una montaña rusa conecta la
superficie con el fondo del océano, los cuales pueden parecer dos mundos
completamente distintos. En lugar de estudiar este bioma horizontalmente (de
izquierda a derecha) los científicos lo caracterizan verticalmente (de arriba
hacia abajo). Esto se debe a que el mar abierto es increíblemente profundo –
llegando a más de 2 millas de profundidad en ciertas áreas. Mientras más te
sumerges en él, más cambia.
La parte superior del mar abierto sólo desciende hasta donde se puede
ver. Esto no se debe a que las aguas son turbias sino a que la luz no llega más
allá. La mayoría de los rayos solares sólo llegan hasta los 500 pies (200 m)
aproximadamente y toda la luz desaparece a partir de los 3.280 pies
(1.000 m). A diferencia de aguas más profundas, en esta zona (la zona
epipelágica), las algas marinas usan los rayos solares para crecer y los
animales pueden usar sus ojos para ver a sus presas.
Muchos animales
viven en las profundidades del océano, como este isópodo (pariente del bicho
bola) de casi un pie de largo. Imagen de Lycaon.
La luz no es el único factor que cambia con la profundidad del océano. A
medida que la profundidad incrementa, el agua se torna más salada y hay menos
oxígeno. La temperatura disminuye y la presión del agua aumenta, lo que hace
que vivir ahí sea muy difícil.
Si intentases bucear a estas profundidades tu cuerpo sería triturado. Es
difícil creer que algún animal es capaz de vivir en un entorno como éste.
Pero muchos animales sobreviven en esta oscuridad perpetua. Entre ellos,
peces con apariencia feroz que están especialmente adaptados a vivir en estos
ambientes tan difíciles, incluyendo a ciertos tiburones.
Esta zona se conoce como la zona afótica (o sin luz). Todas las noches
ciertos peces y algunos invertebrados nadan hacia la zona epipelágica que es
más productiva y en la cual encuentran más comida.
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