Es muy bien conocido por la comunidad
aeronáutica el famoso “Milagro del Hudson”, donde un Airbus A320 de la compañía
US Airways con 155 personas a bordo acuatizó sobre el río en Nueva York tras
una ingestión de aves y posterior “flame-out” en ambos motores. En éste heroico
evento que no dejó pérdidas humanas, se aprecia un ejemplo perfecto de un adecuado CRM y
de la aplicación correcta de los procedimientos de emergencia en las aeronaves.
Sin embargo, el vuelo 1549 de US Airways
del 15 de enero de 2009 es uno de los pocos (si no es que el único) evento
donde una aeronave logra eficazmente ser evacuada tras un acuatizaje,
pues no siempre las condiciones del clima, control de superficies y factor
humano se conjugan de ésta manera para lograr una evacuación perfecta.
Uno de ésos ejemplos sucedió en mayo de
1970, cuando un DC-9 de Antillean Airlines, matrícula N935F, con 57 pasajeros y
una tripulación conformada por 2 pilotos holandeses y 4 sobrecargos americanos,
no tuvo más alternativa que amerizar debido a varios factores, tanto humanos
como meteorológicos.
El avión despegó del Aeropuerto
Internacional John F. Kennedy (JFK) en Nueva York a las 11:00, con destino a
Saint Maarten. Durante el trayecto encontraron mal tiempo por lo que se vieron
obligados a volar a una altitud menor, ocasionando mayor gasto de combustible.
Próximos a su destino, les notifican que
el aeropuerto se encuentra cerrado por malas condiciones meteorológicas, por lo
que deciden regresar al aeropuerto alterno de San Juan, Puerto Rico. En el
trayecto, el capitán es informado que Saint Maarten ya se encuentra despejado y
que pueden regresar; pero durante la aproximación, se vuelve a cerrar, teniendo
que dirigirse al aeropuerto alterno nuevamente.
El avión se declara en emergencia porque
se ha quedado sin combustible a las 14:46 horas, y finalmente
ameriza a las 15:35 horas. Únicamente 35 pasajeros y 4 tripulantes sobreviven.
En el impacto, una sobrecargo fue
sorprendida en el pasillo mientras aún instruía a los pasajeros del uso el
chaleco salvavidas; la tripulante murió instantáneamente.
Los sobrecargos sentados en la parte trasera
sacaron una de las cinco lanchas que llevaba a bordo la aeronave;
posteriormente, la lancha quedó atascada en el galley al momento
del accidente, por lo que quedó inutilizable.
Los sobrecargos tomaron asiento, sin
embargo, no tuvieron tiempo suficiente de abrocharse su cinturón y su arnés de
seguridad, ya que nunca recibieron la señal de impacto ni señal de evacuación; porque, erróneamente, los pilotos
asumieron que, al activar las luces de emergencia, la tripulación de cabina lo
interpretaría como la señal de impacto.
Los pasajeros no fueron instruidos en la
operación de las salidas de emergencia ni de las ventanillas, ni de la forma de
protegerse contra el impacto; evacuaron la aeronave como pudieron, arrojándose
al mar sin hacer uso de las cuatro lanchas restantes.
El rescate demoró aproximadamente 30
minutos, el avión se hundió 10 minutos después de haberse impactado contra el
agua.
En éste amerizaje se cometieron muchos
errores, podemos y debemos aprender de ellos, conociendo los procedimientos adecuados
para este tipo de situaciones.
Un amerizaje es el acto
deliberado de poner la aeronave sobre el agua, con el propósito de
evacuarla.
Es un hecho premeditado y llevado a cabo
con el conocimiento de que la ejecución del aterrizaje en agua es posible y
así, poder usar las mejores alternativas de escape, supervivencia y
rescate. Ésta situación premeditada generalmente ocurre durante el vuelo
(en altitud de crucero) y en la mayoría de los casos, es el eslabón final de
una serie de fallas mayores que determinarán si la continuación del vuelo es
posible.
El amerizaje ocurre en mar abierto, no hay tierra cerca y el tiempo de
rescate es bueno, generalmente, de 24 a 48 horas posteriores al
accidente. La prioridad en el amerizaje es la evacuación expedita y uso de
los recursos a bordo de la aeronave.
Ahora bien, por otro lado, un acuatizaje es un acto imprevisto,
súbito; no hay tiempo suficiente para instruir a los pasajeros y
generalmente se presenta en la etapa de aproximación final o minutos después
del despegue, por
lo que ocurre cerca de los aeropuertos o de tierra.
El tiempo de rescate es rápido,
probablemente dentro de los primeros minutos después del impacto. Se tiene como
prioridad el uso de los medios de flotación, como los cojines flotadores y toboganes
lancha, para la supervivencia.
Al asignar una categoría al equipo de
flotación a bordo de las aeronaves, se clasifica de la siguiente manera:
§
Equipo de Flotación Bueno: Es aquél que permite flotar en el agua, es
decir, los cojines flotadores.
§
Equipo de Flotación Muy Bueno: Es aquél que además de permitirnos flotar en el agua,
nos permite tener las manos libres, éstos son los chalecos salvavidas.
§
Equipo de Flotación Ideal: Es el que nos mantendrá secos y fuera del agua, éstos
son las lanchas y los toboganes lancha.
§
Por disposiciones de la Administración Federal de
Aviación (FAA, en inglés), las lanchas deberán ir a bordo de toda aeronave que se
aleje 120 minutos de la costa. La Dirección General de Aeronáutica Civil
(DGAC) indica que son obligatorias en los vuelos que se alejen más de 90
minutos de tierra. La demostración del equipo de flotación debe darse en todos los vuelos que
se alejen de la costa 30 minutos.
Una vez que se sobrevive al impacto y se
ha evacuado la aeronave, el siguiente reto es el de sobrevivir a los
elementos de la naturaleza. Éste pudiera ser el objetivo más simple de
todos, sin embargo, no debemos confiarnos ya que un error puede ser mortal.
La regla principal es tomar las
precauciones necesarias para evitar entrar en hipotermia además de otros factores que ponen en
peligro la supervivencia, tales como la deshidratación, el hambre, mareos,
insolación, fatiga, pánico, quemaduras solares, fracturas, pérdida de
conciencia, entre otros.
Existen innumerables retos físicos y
mentales que son necesarios superar para mantener la vida después de un
accidente. Esto
incluye la habilidad para trabajar en condiciones inusuales y adversas; es
necesario conocer y utilizar todos los recursos disponibles y tener cuidado con
los factores humamos que envuelven la supervivencia.
Las acciones inmediatas incluyen:
§
Alejarse del avión y de cualquier parte metálica, pero mantenerse a una distancia prudente
de la misma, ya que los esfuerzos por rescatar sobrevivientes serán dirigidos
hacia ésa zona.
§
§
Búsqueda
de supervivientes: reunirse en un grupo tan grande como sea posible y contar a los sobrevivientes.
§
Algunos
podrían estar inconscientes o heridos, por lo que debemos aplicar primeros auxilios.
§
Hacer un inventario del material disponible, tales como botiquines, agua, víveres,
lámparas, etc., y garantizar su adecuada administración mientras los servicios
de rescate llegan.
§
Responsabilidad de los tripulantes durante
la evacuación. Mantener
la calma para poder aplicar adecuadamente los procedimientos de emergencia es
vital en ésta y cualquier emergencia, buscando así tener el control de la
situación y el nivel de ansiedad de los demás disminuirá; así como
también dar instrucciones claras y precisasmanteniendo un tono de voz y una actitud de mando,
evitando las confrontaciones entre los sobrevivientes.
En ése aspecto, para una evacuación
efectiva, es de vital importancia la constante repetición de nuestros comandos de
evacuación, en español e inglés, y vigilar que en todo momento se cumplan en medida
de lo posible dichos comandos.
Nunca debemos reingresar a la aeronave, bajo ninguna circunstancia y en medida
de lo posible, hay que evitar que los pasajeros intenten lo mismo. Para ello,
debemos contarlos y reunirlos a una distancia segura de la aeronave y
proporcionarles todo el apoyo físico y psicológico posible.
Es muy importante recalcar que las situaciones y procedimientos aquí
expuestos son imaginados en circunstancias ideales, es decir, que la aeronave quedará
intacta al momento del impacto, en una posición adecuada, sin oleaje fuerte,
sin condiciones de fuego y que todas las salidas quedarán operables.
Pero es posible que éstas condiciones
NO existan o no se presenten en el momento del impacto contra el agua. Por
ello, y debido a que es casi imposible enumerar todos y cada uno de los
detalles que pueden presentarse, ya que cada accidente tiene sus muy
particulares características, tomar la iniciativa y usar nuestro buen juicio son ser
parte integral de nuestros deberes como sobrecargos.
Todos éstos procedimientos son expuestos como información general, pero
los tripulantes debemos estar preparados siempre para improvisar en caso de ser
necesario, siempre por el bien de aquellos que estén a nuestro cargo.
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