Investigadores de España,
Francia y Estados Unidos han conseguido producir nanocristales de celulosa a
partir de la utilización de residuos de maíz, uno de los mayores desechos
agrícolas en el mundo.
La Universidad andaluza de Córdoba (UCO) ha informado en un
comunicado de que los nanocristales de celulosa fueron descubiertos hace solo
unos años y para parte de la comunidad científica podrían ser el nuevo material
de construcción del futuro.
Nanocristales más resitentes que el acero
Se tratan de diminutos cristales de celulosa, la biomolécula orgánica más
abundante en la biomasa terrestre que, a pesar de su peso ligero y su
flexibilidad, se ha demostrado que tienen una resistencia incluso superior a la
del mismo acero.
Por esta razón, podrían utilizarse para una gran
cantidad de aplicaciones como refuerzo y endurecimiento en materiales
de construcción, mecánica y biomedicina.
Según desvela un estudio internacional, publicado en
la revista Industrial Crops and Products, la investigadora de la
Universidad de Córdoba Araceli García ha conseguido junto a
otros compañeros franceses y estadounidenses producir este revolucionario
material a partir de hojas de maíz.
Residuos del maíz, materia prima barata y menos
contaminante
Los residuos que genera el maíz se suelen tirar o quemar en la mayoría de
los casos y ahora podrían tener una nueva salida más que provechosa.
Tradicionalmente, según subraya la
investigadora, los nanocristales de celulosa “se suelen fabricar a partir
madera, pero la madera no está disponible en todo el mundo”, mientras que las
hojas de maíz “son una materia prima más barata, menos contaminante, más
sostenible y sin aplicaciones en alimentación”.
Según desvela la investigación, la celulosa extraída de las hojas de maíz
tiene una estructura “larga y fibrosa y con un diámetro muy pequeño”, por lo
que confiere a los nanocristales de celulosa lo que en la literatura científica
se conoce como “una alta relación de aspecto”.
Costes de producción más baratas
El verdadero potencial de los nano cristales reside
en su resistencia a la tracción o, lo que es lo mismo, en su capacidad para ser
estirados, de tal forma que cuanto más largas sean las fibras, mayor refuerzo
darán a los materiales “y menor cantidad se necesitarán, por lo que los costes
de producción serán más baratos”.
De esta manera, de un residuo que “a priori” tiene poco uso se ha
conseguido obtener un material de gran calidad y que tiene unas aplicaciones de
alto valor añadido.
EFEverde
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