El cambio climático ha afectado a algunos árboles en
la Amazonía boliviana, en medio de las sequías e inundaciones al que se
suma la deforestación, que ha terminado con medio millón de castaños de cuyo
fruto depende la pervivencia de comunidades indígenas.
Los recursos que brinda la Amazonía han sido aprovechados desde siempre por
indígenas y campesinos, desde la época de la goma hasta el actual
aprovechamiento de la castaña, la palmera de asaí o la madera.
El fruto de indígenas y zafreros
Sólo de la castaña viven más de 15.000
“zafreros”, trabajadores que se dedican a la recolección de este fruto tres
meses al año, y unas 200 comunidades indígenas de la Amazonía boliviana,
explicó a Efe el sociólogo Gregorio Quirós en Riberalta.
La situación más crítica se vivió la temporada pasada, cuando la zafra o
recolección de la castaña estuvo muy por debajo de la media y provocó que
muchas familias se endeudaran para sobrevivir.
Estas familias trabajan juntas durante esos tres meses y lo que ganan lo administran
para aguantar hasta la temporada siguiente.
El cambio climático resta verdor a los árboles
Luis Sánchez, campesino indígena que se
dedica a la zafra de la castaña desde hace 40 años, señaló a Efe que “en los
últimos años se ha visto que el cambio climático tal vez pueda ser el culpable,
porque los árboles ya no son lo mismo que antes, eran verdes, ahora hay partes
secas”.
No obstante, en su última salida al campo en el municipio amazónico de
Puerto de Gonzalo Moreno, Sánchez reconoció que este año “la situación ha
mejorado”, aunque no a niveles de hace una década.
Aparentemente la situación se mantiene
estable, con unas lluvias intermitentes, un calor sofocante y una humedad
agotadora, pero los habitantes con más experiencia subrayan “que ya no llueve
como antes”.
Edwin Endara, ejecutivo de la Federación Sindical Única de Trabajadores
Gomeros y Castañeros de Bolivia, declaró a Efe que “el año pasado fue un
fracaso, un desastre, la gente no tenía para comer”.
El sindicalista es consciente de la necesidad de emprender y buscar otros
proyectos, pero reclama más apoyo gubernamental para mejorar la capacitación
medioambiental y la sensibilización de la población.
“Queremos que vengan aquí y nos capaciten para cuidar el medioambiente, si
no hay almendra -como también se conoce a la castaña en la zona-, 15.000
personas nos quedamos sin trabajo”, advirtió.
LA DEFORESTACIÓN Y LA AGRICULTURA
Pero no solo los cambios en el clima han afectado al cultivo y recolección
de productos, sino que la evolución en los modelos forestales y sistemas
productivos hacia pastizales y zonas agrícolas diferentes está matando a los
árboles de castaña.
Según datos del Centro de Investigación y Promoción del Campesinado, en los
últimos diez años cerca de 400.000 hectáreas de bosques de la Amazonía
boliviana han sido convertidas en pastizales, áreas agrícolas y otros usos de
la tierra, conllevando la muerte de más de medio millón de árboles de castaña.
La conclusión general es que necesitan más apoyos para reconducir el modelo
productivo amazónico y proteger los bosques bolivianos del cambio climático,
para que el Amazonas siga siendo no solo el pulmón del mundo, sino una gran
fuente productiva para quienes dependen de él.
EFEverde
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