Científicos
estadounidenses preparan un riñón artificial, con filtros de silicio y células
vivas, que podrá ser implantado a los enfermos renales liberándoles de
la máquina de hemodiálisis. Funciona bajo el impulso del corazón del paciente.
La clave de este
dispositivo es su microchip, en el que se utilizan los mismos procesos de la
nanotecnología del silicio, que fueron desarrollados por la industria de la
microelectrónica para los ordenadores y equipos informáticos”, según Fissell.
El riñón biónico, a
punto de entrar en su fase de pruebas en humanos, combinará elementos
electrónicos y orgánicos y tendrá un tamaño similar al de los órganos cuya
función asumirá.
Supondrá una mejora
enorme para la vida de aquellas personas que deben conectarse varias veces a la
semana a un aparato externo de hemodiálisis porque sus riñones fallan.
En la hemodiálisis, la
sangre del paciente fluye a través de un filtro que elimina los desechos
dañinos, minerales y líquidos innecesarios, y la sangre así tratada se devuelve
a su cuerpo, ayudando a controlar la presión arterial y a mantener el
equilibrio adecuado de sustancias químicas, como el potasio y el sodio.
El nuevo
dispositivo que está desarrollando un grupo de universidades estadounidenses
dentro del ‘Proyecto Riñón’, filtrará la sangre de la persona con deficiencia
renal de forma continua, en vez de requerir visitas a un hospital que duran de
3 a 5 horas o más, y desde dentro del cuerpo, ya que se implantará en el
paciente.
Este pequeño riñón
bio-artificial, destinado a tratar la ‘enfermedad renal en etapa final’ (ESRD,
por sus siglas en inglés), ofrecerá una nueva esperanza a aquellas personas
cuyos riñones ya no pueden atender las necesidades de su cuerpo y están a la
espera de recibir un trasplante, según los impulsores de este proyecto.
El doctor Fissell
codirige el ‘Proyecto Riñón’, junto con el doctor Shuvo Roy, bio-ingeniero y
profesor de la Universidad de California, San Francisco, UCSF, en EE.UU.
Células vivas en
andamios de silicio
Este riñón artificial
implantable quirúrgicamente incorpora un microchip de silicio que funciona como
un filtro, así como células renales vivas y según este nefrólogo “funcionará
bajo el impulso del corazón del paciente, filtrando la corriente sanguínea que
lo atraviesa”.
Llevará componentes
biológicos y tecnológicos y será del tamaño de una lata de refresco pequeña o
una taza de café, como para que pueda ser implantado en el cuerpo de un
paciente.
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