Cada campaña agrícola se
planifica al detalle: semillas, fertilizantes, laboreo, fitos…
Pero hay un insumo que seguimos sin
presupuestar: el agua.
👉 En charlas con productores surgió la
pregunta:
¿Por qué el agua no figura en el presupuesto
de campaña?
La respuesta incomoda.
Porque cuando el agua no se paga directamente,
parece que no cuesta.
Pero sí cuesta. Cuesta en rendimiento, en
riesgo, cuesta en energía, en decisiones mal tomadas.
Y cuando hay que bombearla o almacenarla, el
costo es clarísimo.
💬 Algunas preguntas para abrir el diálogo
(o para un buen brainstorming de campaña):
1- Si no tenés riego:
¿Cuánto rendimiento estás
dejando en la mesa por no tener agua disponible cuando hace falta?
¿Cómo te cambia el margen
cuando se corta la lluvia en el momento clave?
¿Cuánto te cuesta el estrés
hídrico silencioso que no siempre se ve?
2- Si ya tenés riego:
¿Estás midiendo el retorno por
milímetro aplicado?
¿Presupuestás el agua como
insumo, o simplemente “la usás”?
¿Gestionás el riego con datos,
o con intuición?
🌱 El agua no es infinita.
Y si queremos producir más allá, con menos
riesgo, quizás sea hora de presupuestarla como lo que es: clave.
📣 ¿Qué opinás? ¿Te parece exagerado? ¿O
necesario?
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