El cambio climático no solo
afecta a la producción agrícola, también impacta directamente en la salud de
los trabajadores. En sectores como la fruta de hueso y pepita, donde las
campañas de recolección coinciden con los meses más calurosos, este tema es cada
vez más urgente.
👉 Antes, hablar de riesgos en el campo era
sinónimo de accidentes laborales o lesiones físicas. Hoy, el concepto de
“cobertura de salud adaptada al clima” va mucho más allá:
🌡️ Estrés por calor: las olas de calor
obligan a replantear horarios, garantizar agua y sombra, y contar con
coberturas que atiendan golpes de calor o problemas renales.
☀️ Exposición a radiación UV: aumenta el riesgo
de cáncer de piel o cataratas; se requieren chequeos y medidas preventivas.
🧪 Riesgos de pesticidas: no basta con EPIs;
hacen falta seguimientos médicos a largo plazo.
🦟 Nuevos vectores de enfermedad: el cambio
climático modifica la presencia de insectos transmisores de virus.
🧠 Salud mental: sequías, inundaciones o
pérdidas de cosechas generan ansiedad y estrés crónico.
📌 La normativa ya empieza a reconocer estos
riesgos:
La Ley de Prevención de
Riesgos Laborales en España obliga a evaluar los efectos ambientales.
El INSST publica guías
específicas frente al calor extremo.
Y la PAC de la UE condiciona
ayudas al cumplimiento de medidas de seguridad laboral.
Sin embargo, la pregunta es
clara: ¿Estamos aplicando estas medidas en el día a día o seguimos reaccionando
solo después de las crisis?
💬 Me interesa tu opinión:
¿Crees que las empresas agroalimentarias están
preparadas para ofrecer una cobertura de salud realmente adaptada al clima, o
todavía estamos lejos de ese escenario?
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