En un contexto de costos
altos, presión por sustentabilidad y mercados más exigentes, el desafío no es
aplicar menos fertilizante, sino usar mejor cada nutriente.
Durante años, la eficiencia de
uso de nutrientes (NUE) fue una métrica secundaria. Hoy, es un eje central de
cualquier sistema que mira la rentabilidad y el medioambiente de manera
responsable. Un kilo de nutriente bien utilizado vale más que dos mal
aplicados.
⚙️ Eficiencia: el nuevo paradigma
Un sistema eficiente logra que
una mayor proporción del nutriente aplicado, sea al suelo o vía foliar, sea realmente absorbido y metabolizado por la
planta, reduciendo pérdidas y mejorando el retorno ($$).
No se trata de “ajustar al mínimo”, sino de
ajustar con criterio técnico:
Conocer el ambiente y su potencial
productivo.
Definir dosis, fuente y
momentos.
Integrar prácticas que mejoren
disponibilidad y absorción.
Mirar el todo como un sistema
en el que nutrición y sanidad operan juntos.
🧪 Tecnología al servicio de la
eficiencia
Nuevas herramientas están
ayudando a lograrlo:
Nanonutrición, que mejora la
movilidad y aprovechamiento dentro del cultivo.
Recubrimientos inteligentes,
que liberan nutrientes según temperatura y humedad.
Bioestimulantes, que potencian
el metabolismo y la microbiota del suelo.
Estas tecnologías no reemplazan la agronomía:
la complementan y la hacen más precisa.
📊 De la receta fija al manejo
adaptativo
La fertilización deja de ser
una acción puntual para convertirse en un proceso de gestión continua, basado
en medición, interpretación y corrección. El desarrollo de la tecnología nos
provee Metodologías que permiten monitorear el estado nutricional real del
cultivo y ajustar en tiempo real o lo antes posible, minimizando los
desbalances nutricionales.

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