“El
sur de Europa podría convertirse en un desierto a finales del siglo XXI si no
comienzan a tomarse medidas reales para prevenirlo, advierte un nuevo estudio.
De hecho, en España se viven ya situaciones de desertización en puntos como
Almería y Murcia y las cosas van a peor.
”
Cambios
en la vegetación La costa mediterránea tiene un clima templado, buena comida y
aguas claras y por ello es foco turístico mundial, dado que miles de personas
vienen de todo el mundo con ganas de tomar el sol, relajarse y disfrutar de las
maravillas del sur europeo.
Pero
esto podría cambiar a finales del siglo, advierten el paleoclimatólogo Joel
Guiot, del Centro Europeo de Investigación y Educación en Geociencias que está
situado en Aix-en-Provence, Francia y Wolfgang Cramer, del Instituto
Mediterráneo para la Biodiversidad y la Ecología. Todo el sur de Europa podría
convertirse en un desierto, según su estudio, si el clima continúa
calentándose.
Tal y
como explica Guiot, una diferencia de apenas 2ºC de calentamiento en el
Mediterráneo, produciría un cambio en la vegetación y en los suelos, que nunca
se ha conocido en los últimos 10.000 años, con sus consecuencias correspondientes.
Los
investigadores estudiaron los núcleos de polen recuperados de los sedimentos de
lodo del fondo del Mediterráneo, depositados durante los últimos 100 siglos
(aproximadamente el equivalente al Holoceno, la época geológica en la que
vivimos). Debido a que la vegetación está estrechamente ligada a las
condiciones ambientales, han empleado el estudio del polen para tener una idea
de cómo cambió el clima durante el período investigado.
Según
explicaron, el hallazgo de más polen de roble, por ejemplo, sugiere la
existencia de períodos de clima húmedo y templado, mientras que encontrar más
de abeto, apunta a climas más fríos y rigurosos.
Un
futuro muy seco Con estos datos, construyeron un modelo climático y de
vegetación que demuestra cómo fue el pasado del Mediterráneo; luego éste fue
comparado con las cuatro predicciones fundamentales tomadas del IPCC (Panel
Internacional del Cambio Climático, de la ONU. Encontraron que, si no existe un
cambio radical de modelo económico y social, los ecosistemas del Mediterráneo
mutarían de forma mucho más drástica de lo esperado, más allá de los límites
conocidos en todo el Holoceno.
El
equipo cree que debería darse una reducción radical en las emisiones, pero al
mismo tiempo califican sus expectativas como "extremadamente ambiciosas y
políticamente improbables", por lo que predicen que, como no habrá casi
cambios, el sur de Europa verá un aumento dramático de las áreas desérticas.
Incluso si se lograse alcanzar el compromiso de París de mantener el cambio
climático por debajo de los 1.5ºC, toda la región experimentará una expansión
"sustancial" de los desiertos, lo que implicará cambios en los
paisajes (antes turísticos) y en general en la vida de sus habitantes. La
desertización sería calamitosa "Todo se mueve en paralelo" comentó
Guiot y explicó que la vegetación arbórea se trasladará a los bosques
caducifolios, mientras que los bosques se moverán lentamente hacia sitios cada
vez más altos de las montañas interiores.
Huelga
decir que el hecho de que por las acciones del hombre se impulse a que la flora
y la fauna sufran un retroceso en su evolución y adaptación, no tiene nada de
positivo y es francamente antinatural.
Si
todo sigue igual, los ecosistemas volverían al estado en el que estaban
muchísimo antes de que apareciera el ser humano y esto ocurrirá en menos de
cien años. Este cambio tendrá impactos de largo alcance, comenzando con una
recesión económica sin precedentes. Graves consecuencias Gran parte del sur de
Europa depende del Mediterráneo para el turismo.
Ciudades
como Málaga, Sevilla o Valencia, son visitadas por millones de turistas cada
año, que vienen a disfrutar de la comida, el paisaje, la historia y, sobre
todo, del clima. Estas ciudades tienen distintas estaciones, con marcada
alternancia de épocas secas con otras de alto impacto de la humedad.
Pero a
medida que la temperatura se dispare y alcance cifras “incómodas”, la cantidad
de turistas disminuirá de forma alarmante. Y este no es el único punto de
inflexión, ya que, con climas más cálidos los cultivos se secarán, los sistemas
de agua se verán sometidos a una gran presión y, como ya está sucediendo en
otras partes del mundo como en California, la falta de precipitaciones durante
la estación húmeda causará sequías prolongadas y promoverá los incendios forestales.
Lo que más preocupa a los investigadores es que cuando la población se vea sin
recursos, comenzará a irse hacia zonas de mayor abundancia y esto provocará una
oleada masiva de “emigrantes climáticos”. Por ello sostienen que no solo es
importante tener en cuenta el clima, sino que como todo está relacionado, las
políticas de previsión son fundamentales, así como la concienciación de la
población, de la necesidad de dar un giro a sus vidas y dejar de contaminar
individualmente
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