SANTO
DOMINGO. La temperatura de 32 grados centígrados de esa tarde los motivó a
sumergirse en la playa, pero no en cualquier playa.
Un grupo estaba en la de
Montesinos y otro en Güibia, ambas en el malecón capitalino, donde
especialistas ambientales y de salud entienden que nadie debería bañarse por la
histórica contaminación de sus aguas, cargadas de bacterias que, además, pueden
transportarse en los peces de la costa y afectar al consumidor.
Cuando la
norma es que haya un máximo de 1,000 NPM/100 ml de Coliformes fecales -unas
bacterias que están en las heces de seres humanos y animales-, solo en Güibia
se midió en abril la presencia de 11,000. En esta playa niños y adultos se bañan
con la naturalidad que alguien lo haría en las cristalinas aguas de Punta Cana.
O cuando el clima lo permite, un grupo de aventureros surfea como si estuviera
entre las olas de Cabarete, en Puerto Plata.
“A mí no me
ha dado nada pero a un amiguito (de 13 años) le dio fiebre, se le hizo una bola
en el brazo”, contó un adolescente mientras chorreaba gotas de agua parado en
la arena, entre desechos plásticos que llegan al litoral.
La
contaminación de la costa de Santo Domingo ha sido probada desde hace décadas
por investigadores. Una de las mediciones más recientes la hizo el ingeniero
físico Emgelberth Vargas, encargado de laboratorio de la gubernamental
Autoridad Nacional de Asuntos Marítimos (Anamar). El pasado 26 de abril tomó
muestras en cinco puntos:
la playa Güibia y los frentes del restaurante Adrian
Tropical, de los hoteles Jaragua y Crowne Plaza y de la Plaza Juan Barón. En
todos se determinó que el agua no es apta para entrar en contacto directo con
personas y, como el 100 % presenta contaminación por bacterias, se determinó
que estos ambientes no son saludables.
La Norma
Ambiental de Calidad de Aguas Superficiales y Costeras del Ministerio de Medio
Ambiente establece un máximo de 1,000 NMP/100 ml de Coliformes totales y
también de Coliformes fecales; los valores en los cinco puntos superaban los
10,000. Cuando lo normal es que no haya Escherichia coli (bacteria que está en
el intestino) ni Enterococos fecales (que está en el tracto gastrointestinal),
en los puntos se midió desde 2,000 y hasta 10,000.
La costa de
la capital dominicana está plagada de contaminación fecal
Los
organismos encontrados pueden ocasionar problemas intestinales y extraintestinales
al ser humano, como diarrea, fiebre y cólicos. El peor tipo de Escherichia coli
puede causar insuficiencia renal y hasta la muerte. A un hombre de 40 años le
bastó con estar 10 minutos en la playa Manresa –ubicada a 15 kilómetros de
Güibia- para que terminara en el médico por una infección urinaria que le
incomodó por una semana.
Pero a
otros no le ha ido mal. Juan Coronado tiene cuatro años surfeando en Güibia y
asegura que no se ha enfermado a causa de esa actividad ni tampoco compañeros
que practican el deporte desde hace décadas en la zona. Cuando comenzó a
conversar con Diario Libre aseguraba que la contaminación del río Ozama no es
bacteriana, sino por basura. Después de escuchar los resultados de las
mediciones de Anamar, estaba un tanto sorprendido, sin embargo esto no le quitó
las ganas de continuar surfeando.
La doctora
Sarah Mota, presidenta de la Sociedad Dominicana de Infectología, explica que
quienes hacen actividades en aguas con las bacterias detectadas pueden
contaminarse si ingieren del líquido, aunque advierte que pudieran penetrar por
las mucosas. Si alguien tiene una herida, es propenso a infectarse, además de
que es una puerta de entrada al organismo.
Por qué
algunos se enferman y otros no, depende del sistema inmunológico de cada
individuo, dice.
***
El
Ayuntamiento del Distrito Nacional acondicionó en 2011 la Plaza Güibia, como
centro de recreación. Pero bañarse en la playa contigua no está prohibido por
una ordenanza municipal ni por una disposición del Ministerio de Medio Ambiente,
según se confirmó a Diario Libre desde ambas entidades.
Güibia fue
un concurrido balneario citadino. Fotografías de las décadas de 1930 y 1940
muestran a bañistas recreándose en la playa con confianza.
La costa de
la capital dominicana está plagada de contaminación fecal Para el
censo de población de 1935, Santo Domingo no superaba los 117,000 habitantes.
Con el paso de los años, el número se incrementó y va por 3.8 millones. Los
residentes se fueron asentando en un territorio con escasa planificación
urbana.
La
Corporación de Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (CAASD) estima que
el 70 % de las aguas residuales que no se depuran en la ciudad se descargan al
río Ozama mediante tanques sépticos, pozos filtrantes o de inyección o
directamente desde la superficie. El cuerpo de agua desemboca en el litoral y
trae consigo desechos sólidos que se alojan en las playas.
Para 1978,
un estudio realizado por personal docente de la Universidad Autónoma de Santo
Domingo (UASD), determinó que el litoral de Santo Domingo era una “zona en
crisis” y sugirió que se tomaran medidas para proteger a los invertebrados de
ese ecosistema. Se advirtió que el agua no estaba apta para bañarse ni para uso
doméstico.
En otro
proyecto, titulado "Planificación y manejo ambiental del litoral de Santo
Domingo", publicado en 1999 por el Ministerio de Agricultura, se constató
que había una serie de descargas industriales, sin tratamiento, que afectaban
la calidad del agua. Y un año más tarde la UASD comprobó que las condiciones
eran similares. En 2002 se verificó que los organismos patógenos que acarreaban
los desechos que llegan al litoral y hacían contacto con la arena de la orilla
resultaron ser Escherichia coli totales y Estreptococos fecales, las mismas
bacterias que midió Vargas recientemente.
“Los
valores que están alterados de forma dramática se vinculan con desechos
sanitarios -dice el ingeniero Vargas-, es decir, desde el punto de vista
metálico no estamos observando variaciones preocupantes, sino, al contrario, estamos
observando que las variaciones preocupantes radican en Coliformes fecales,
Escherichia coli, que son patógenos que se originan por desechos de los seres
humanos”.
Rafael
Camilo vive de la pesca entre las aguas del malecón. Sin preocupación por asuntos
de salud, junto a otros compañeros de faena, vende en una acera de la avenida
George Washington las especies que capturan en las aguas contaminadas.
Estudios
han comprobado que los peces pueden contaminarse con bacterias que son
potencialmente perjudiciales para el hombre como Escherichia coli. Aunque esta
muere si el alimento se cuece bien, existen riesgos durante su manipulación
cuando está crudo. En el litoral periódicamente llegan tortugas marinas a
anidar que también pueden ser afectadas por las bacterias.
“Debería
estar prohibido el baño allí de manera oficial”, afirma Vargas.
La
infectóloga Mota observa que además de las bacterias, están los desechos
sólidos que arrastra el río. “Lo ideal es que eviten ese baño”, dice.
La costa de
la capital dominicana está plagada de contaminación fecal Los cinco
puntos con altas cantidades de bacterias están próximos al puerto de Santo
Domingo donde el año pasado llegaron 161,783 visitantes a bordo de cruceros (71
% pasajeros y el resto tripulación), según cifras de la Dirección de Cruceros
del Ministerio de Turismo.
Jaime
Castillo, director ejecutivo de Sansouci –empresa que administra el Puerto de
Santo Domingo- y presidente del Clúster Turístico de Santo Domingo, indica que
la contaminación incide de manera negativa en el potencial turístico del puerto
y del principal atractivo del entorno: la Ciudad Colonial.
“El malecón
se está proyectando integrado al potencial turístico de nuestra Ciudad Colonial
y es importante que sigamos aunando esfuerzos para seguir agregando valor a las
inversiones que están haciendo todos los sectores, público y privado, mejorando
los entornos a nuestros atractivos turísticos”, dice.
Apoya las
recientes intervenciones de la alcaldía al malecón, que incluyen su ornato.
“Debemos acompañarlas con iniciativas que mejoren la condición de las aguas que
lo circundan”, expresa.
La CAASD
estima que 27 millones de galones de agua contaminada caen diariamente a los
ríos Isabela y Ozama. Luis Salcedo, subdirector de Operaciones de la
institución, informa que está en 97 % de construcción la Estación Depuradora de
Aguas Residuales Río Ozama/Mirador Norte La Zurza con la que se procura tratar
esos millones de galones, descargarlos sin contaminantes y paulatinamente
“sacar del río” el agua contaminada.
La
proyección es que la estación comience a operar a fin de año. El agua a tratar
provendrá de un conjunto de industrias y de unos 37 sectores que vierten sus
aguas sin depuración, entre estos La Zurza, Cristo Rey, Villas Agrícolas, Villa
Consuelo y Villa Juana. “Este sistema va a sanear prácticamente el 100 por
ciento de las aguas residuales que caen ahora al río Ozama, porque son todos
los sectores de influencia de él”, asegura Salcedo.
Pero
existen otras descargas que van al mar que no provienen del río Ozama. Hay
directas que llegan de los subsistemas Alma Máter y Núñez de Cáceres. Su
intervención se queda para otras etapas del Plan Maestro de Alcantarillado
Sanitario de Santo Domingo por asuntos de dinero y logística, dice Salcedo. La
estación de La Zurza ha costado –según la CAASD- 55,743,480 euros.
“Esta
planta de la CAASD, así como sus demás proyectos, son muy necesarios y
entendemos que deben ser priorizados”, observa Castillo, de Sansouci.
En el
análisis de Anamar también se midieron agentes de origen industrial. Los
resultados no fueron alarmantes, a excepción del nivel de bario encontrado en
Güibia; la norma es 1 mg/litro y se midió 2.1. Pequeñas cantidades de ese metal
alcalinotérreo, soluble en agua, puede causar dificultades para respirar, dolor
de estómago, incremento de la presión sanguínea y otros daños.
Las
mediciones hechas por el ingeniero Vargas son parte de un estudio de Anamar que
se extiende a otras playas del país con el fin de registrar una línea base de
las condiciones de los ecosistemas y establecer monitoreos permanentes.
“En el
tiempo, esa contaminación, si se toman las medidas, podría ir disminuyendo, si
los registros sanitarios se colocan como deben de ser, porque la naturaleza
tiene una bondad, tiene un poder de autolimpieza, pero siempre y cuando
mitigues la fuente”, concluye el investigador.
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