SANTO DOMINGO. Hace una década en el país se detectó el primer
foco (de Centroamérica y de El Caribe) de la enfermedad más agresiva de los
cítricos y que puso en riesgo el futuro de la citricultura local: el
Huanglongbing (HLB), conocido en la región y en Asia, de donde es originario,
como “el sida de los cítricos”.
Luego de que el Gobierno dominicano reconociera la presencia del brote en
el municipio Luperón, provincia Puerto Plata, en el año 2008, entre los
productores y viveristas se llegó a especular sobre la desaparición de la
totalidad de esos cultivos “por la ausencia de recursos para combatirlo”.
Las normas de control fitosanitario ordenaban la
erradicación del foco positivo para
evitar su propagación cuando la incidencia era baja (de un 1 a un 10%), pero la
medida “no era factible para el negocio”.
Fue así como la siembra de cítricos en suelo dominicano dejó de ser el
anhelo de los agricultores para convertirse en un acto de fe.
Con los años, la producción mermó y se reflejó directamente en la escasez y
en el aumento de los precios de dos rubros esenciales y de alto valor
nutricional de la canasta familiar: el limón y la naranja.
Para esa fecha las plantaciones de cítricos ocupaban unas 35 mil hectáreas,
según datos ofrecidos por el Organismo Internacional Regional de Sanidad
Agropecuaria (OIRSA) y el Ministerio de Agricultura; y se importaron frutos de
la especie por un valor de 5,285.47 dólares estadounidenses, de acuerdo a la
Dirección General de Aduanas (DGA).
Siete años después, en el 2015, la importación de frutos citrus se incrementó en más de un 100%,
ascendiendo a 515,433.32 dólares, de acuerdo a la DGA.
Hoy, la población citrícola nacional es de unas 28 mil
hectáreas, siete mil menos que en el 2008. De ese total, nueve de cada diez plantas adultas (las que superan los cuatro
años de edad) tiene HLB, una patología incurable, definida por la
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)
como la mayor amenaza fitosanitaria del mundo.
Julio César Borbón, que es el coordinador del Comité Nacional de Manejo
Integrado del Huanglongbing de los Cítricos del Ministerio de Agricultura,
ubica en más de un 25% las pérdidas totales del sector en los últimos diez
años. Entrevistado por Diario Libre, el funcionario reveló que durante ese período
el costo de producción de éstos frutos se incrementó en más de un 40%.
Por esa razón, miles de productores han abandonado los
cítricos por otros rubros como el cacao, los plátanos, el banano y los mangos.
Antes de la enfermedad, República Dominicana producía entre 18 y 20
toneladas por hectárea. Actualmente produce entre ocho y 12 como
máximo.
En lo que va de 2018, las importaciones de frutos cítricos alcanzan los
US$2,676,396.02. Cuando se convierte el monto a una tasa de cambio de 49.66 por
uno, es proporcional a RD$132,909,829. La mayoría proviene de Perú, Colombia,
Chile, México y de los Estados Unidos de Norteamérica.
Cuando se observan los datos anteriormente citados, se podría reforzar la
hipótesis de los agricultores sobre la “defunción” de la citricultura, pero
cuando se conocen los avances que ya exhibe el programa “Fortalecimiento de la
Región del OIRSA en el control del Huanglongbing y la Implementación del Manejo
Integrado de Plagas (MIP) de los Cítricos”, la perspectiva cambia.
Luz al final del túnel
En el año 2012, el Fondo para la Cooperación y el Desarrollo Internacional
de Taiwán (ICDF, por sus siglas en inglés) y el OIRSA aunaron esfuerzos para
implementar un modelo de producción de plantas sanas y certificadas de
cítricos con una inversión inicial de US$6,561,495.00, del que República
Dominicana, en calidad de miembro, fue beneficiaria.
Ese arquetipo es la única garantía de
que en los próximos años en suelo dominicano coexistan plantaciones sanas de
limón, naranja, mandarina y pomelo. Y permitirá, a largo plazo, recuperar la
plaza local que se ha visto afectada por el HLB.
Actualmente, la región del OIRSA cuenta con catorce invernaderos de plantas
sanas certificadas de cítricos. Cuatro de ellas están en territorio nacional,
específicamente en Pantoja, Santo Domingo Oeste.
Cada nave mide 20 metros de largo por nueve de ancho. En ellas se pudo
constatar el crecimiento de plantas injertas –con patrón Volkameriana– que en
los próximos meses estarán disponibles para la producción de yemas de limón
persa de las que se obtendrán plantas sanas y libres de HLB.
Allí el árbol nunca hace contacto con el suelo. Se les coloca sobre una
maceta y debajo de ella hay bloques de concreto que están separados del suelo
por doce centímetros de grava.
Una planta que esta en maceta, cuando alcanza su pico
de producción (tercer o cuarto año), dependiendo de la variedad, en este caso
limón persa, puede producir en promedio unas 250 y 300
yemas por año.
El programa ha entregado ya más de 5,000 plantas certificadas a vivertistas
y productores.
“Las plantas certificadas que saldrán de esos viveros garantizan un tiempo
de producción de 12 a 15 años, libres de HLB. En ese tiempo se saca la
inversión original y ese es el enfoque que queremos que se asuma cuando se
piense en producción de frutos cítricos”, asegura Borbón.
El Estado está buscando la manera de replicarlos en el Cibao Central, pero
para ello precisa de ‘la mano’ del sector privado, según el funcionario.
En términos operativos, el plan del ICDF y el OIRSA agotó también
jornadas de capacitación y de sensibilización para técnicos, viveristas y
agricultores, y sobre ese proceso conversaron con este medio el ingeniero
agrónomo Xavier Isaac Uceda, técnico del organismo internacional y coordinador
de la iniciativa, y la doctora Alexandra Gómez Rodríguez, oficial agrosanitario
de la entidad.
“Desde que se iniciaron los trabajos hemos reiterado en los diversos foros
en que hemos participado, que el futuro de la citricultura en los países con
presencia de HLB descansa en la sustitución de los cultivos infectados por
material inocuo, sano. Eso es lo que ha demostrado la ciencia y es lo que se
está haciendo en la región”, explicó Uceda.
El experto fue quien alertó por primera vez sobre la presencia de HLB en
Honduras, luego de lo ocurrido en el municipio Luperón. La nación reconoció
oficialmente la patología en el 2009.
A juicio de Uceda, la experiencia dominicana fue la que generó la capacidad
técnica para hacer frente a la patología en toda la región.
“Un paso importante del caso dominicano fue la transparencia con la que se
manejó el brote, pues el Gobierno informó la presencia de HLB y puso a
disposición de los países productores de la región los pocos recursos que
tenía… entiéndase, sus planes de acción, de contingencia y emergencia. Y así
vinieron los países de Centroamérica que todavía no tenían la presencia de la
enfermedad a ver su sintomatología, a conocer cómo se erradica o se controlaba
el brote y a ver las deficiencias nutricionales que presentaban los frutos de esas
plantas”, narró.
Como resultado de esa fase, los países que integran el OIRSA (México,
Belice, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá y
República Dominicana) aprendieron a convivir con la enfermedad del dragón
amarillo, como también se le conoce al Huanglongbing de los cítricos.
“Nosotros apostamos a la no desaparición
de la citricultura mediante las garantías que ofrece este
modelo. Ya la infraestructura la tenemos, estamos en capacidad de manejar la
patología y eso es lo que nos permitirá mantener cultivos de cítricos en el
mediano y largo plazo”, precisó Borbón, quien coordinada, además, el Programa
Sanidad e Inocuidad Alimentaria del Ministerio de Agricultura.
Consumo de frutos de árbol con HLB no afecta salud de los humanos
Los frutos de un árbol con HLB no son
representan ningún riesgo para el consumo humano,
dijo a Diario Libre el doctor Luis Matos Casado, biólogo molecular y encargado
del área de fitoprotección del Instituto Dominicano de Investigaciones
Agropecuarias y Forestales (IDIAF).
Matos Casado fue el autor del primer reporte de la
enfermedad en tierras dominicanas. “La bacteria del HLB genera deficiencias
nutricionales en los micro y macroelementos de los frutos. También se perciben
deformaciones físicas. Pero hasta el momento no se ha demostrado que afecte la
salud de los humanos”, expuso.
En el siguiente vídeo, el profesional hace una serie de recomendaciones para los viveristas y los productores que ven con optimismo el futuro del sector.
En el siguiente vídeo, el profesional hace una serie de recomendaciones para los viveristas y los productores que ven con optimismo el futuro del sector.
Los desafíos del proyecto
La experiencia de las grandes potencias productoras de cítricos en el mundo
ha demostrado que el combate efectivo al HLB, más que asunto de recursos
económicos, guarda una estrecha relación con generar las capacidades que
demanda el sector sobre la materia y en la disciplina de los productores.
“A los viveristas no les gusta llevar un registro de lo que hacen en sus
plantaciones en el día a día. En toda la región seguimos lidiando con
productores es reacios, que se resisten a llevar a cabo las recomendaciones.
Hay productores que todavía no creen en la certificación de plantas sanas, pero
como hemos dicho en diversos escenarios: si usted dice que no, ¿qué hacemos?
¿Cuál es la alternativa?”, sentenció Uceda.
Jórge Pérez Orsini
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