LONDRES. El
debilitamiento de la circulación del agua en el Océano Atlántico no es fruto
del calentamiento global, sino que es parte de un ciclo regular que afectará a
las temperaturas en las próximas décadas, según un nuevo estudio publicado esta
semana en la revista Nature.
La
investigación -llevada a cabo por académicos de la Universidad de Washington-,
argumenta que la corriente, conocida como el sistema de Circulación Meridional
de Derivación Atlántica (AMOC, por sus siglas en inglés) no se está colapsando,
sino que está haciendo la transición de una fase rápida a otra más lenta, lo
cual afecta al calentamiento en la superficie.
“Los
científicos esperaban que la circulación del agua en el Atlántico disminuyera
su velocidad en el largo plazo como consecuencia del calentamiento global, pero
la realidad es que solo disponemos de mediciones precisas desde abril de 2004”.
Desde
entonces, el declive medido es diez veces mayor de lo esperado”, explicó uno de
los autores, Ka-Ki Tung, profesor de Matemáticas Aplicadas en la Universidad de
Washington.
De hecho,
un estudio publicado en abril, dirigido por Levke Ceasar y Stefan Rahmstorf,
del Instituto de Investigación de Impacto Climático de Potsdam (Alemania),
sugería que el AMOC se había debilitado más rápidamente desde 1950 a causa del
calentamiento global reciente.
“Muchos se
han centrado en el hecho de que la circulación está disminuyendo muy
rápidamente y que, si la tendencia continúa, llegará a un punto de inflexión
que implicará una catástrofe como una edad de hielo”, agregó.
Sin
embargo, dijo “parece que esto no sucederá en un futuro cercano. El fenómeno
puede, en cambio, ser parte de un ciclo natural y hay indicios de que el
declive ya está terminando”.
Estas
revelaciones, no obstante, traen consigo implicaciones en el calentamiento
global. La velocidad de la corriente determina cuánto calor de la superficie se
transfiere a las profundidades del océano y una circulación más rápida enviaría
más calor a las profundidades del Atlántico, según el estudio.
Si la
corriente se ralentiza, precisan los expertos, almacenará menos calor, por lo
que es probable que la Tierra vea cómo su temperatura del aire aumenta más
rápido.
El AMOC
tiene una gran influencia sobre el clima, pues redistribuye calor e incide sobre
el ciclo del carbono. Por ello, los cambios en su ciclo y las consecuencias de
estos son objeto de estudio.
Gracias a
los datos recogidos a través de flotadores Argo, embarcaciones medidoras de la
temperatura, registros de las mareas, imágenes satélites de la superficie
marítima y los datos del propio AMOC, los investigadores consideran que todo
ello sugiere que su fuerza fluctúa como parte de un ciclo de autor refuerzo de,
aproximadamente, unos 60 o 70 años de duración.
“La buena
noticia es que los indicadores muestran que la fase de debilitamiento de las
corrientes está terminando, por lo que no debemos preocuparnos por un colapso”,
dijo Tung.
“La mala
noticia es que es probable que las temperaturas de la superficie comiencen a
aumentar a una mayor velocidad en las próximas décadas”, puntualizó
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