EL VALLE, HATO MAYOR. Salpicadas sus aguas con pepitas de ámbar y en medio
de un espacioso cañón de rocas, a unos 17 kilómetros al sur del agrícola y
minero municipio de El Valle, está la elevada catarata “Fun-Fun”, un tesoro que
humea en medio de dos potreros un pequeño bosque nativo, en la zona de
amortiguamiento de Los Haitises.
Para topetarse con la cascada hay que cruzar la elevada comunidad de El
Cuatro, en la sección Yanigua, de donde se va descendiendo por el camino que va
a Arroyón, para luego bajar hacia el Este. Solo hay que caminar unos dos
kilómetros para ver el atractivo.
Tiene una altura de más de 40 metros de altura, con grueso de caída de agua
de unos 10 metros, que en tiempo de lluvia va aumentando.
Está rodeada de un bosque nativo, entre canales y encantos, dirigido a
ecoturistas y aventureros.
Se asienta sobre el río Yanigua y sus aguas provienen de la accidentada
geografía, de la cima de los macizos montañosos del Parque Nacional Los
Haitises, que sueltan chorros subterráneos, que se van entrelazando para dar
paso al brote de agua.
En su trayecto subterráneo, la naturaleza les corta el camino bruscamente,
formando uno de los espectáculos más hermoso y fascinante de la región Este.
Sus aguas al caer se dispersan y forman una especie de cortina blanca, casi
transparente, soltando esquirlas de agua que convierten todo el espacio en
deliciosa brisa, que hacen descender la temperatura.
El torrente de agua es intenso y permanente, el cual forma una espaciosa
poza, seguida de chorreras con pequeñas charcas, donde los mortales pueden darse
chapuzones.
Hay que destacar que en la caída del preciado líquido se forman burbujas al
chocar con las rocas, que en el camino interrumpen y arremolinan el agua.
En el ala sur, la catarata está rodeada por pronunciados y añosos árboles,
mientras que en su ala norte, lo aborda un potrero.
Bajar a la charca es una odisea, para hacerlo es necesario descender con
soga o tratar de acceder al cauce, que para lograrlo hay necesariamente que
caminar varios kilómetros entre bosques y pastizales.
Para descender a la posa o charca hay que hacer un ejercicio de alpinismo o
escalamiento. Es sumamente difícil, pero el goce está en bajar, para disfrutar.
Es una hondonada de la cordillera oriental, cubiertas por añosos árboles de
roble, ceiba, Cabirma, Pino Teta, Anón y palma real.
Es cascada de todo tiempo, porque mantiene su caudal por ser de difícil
acceso y porque su entorno no ha sido alterado por la mano del hombre.
DEJARSE GUIAR
Para visitar la catarata le aconsejamos ir en la mañana y acompañado de un
guía, para poder descender.
No olvide llevar repelente y alimentación, agua, cámara e ir en grupo de
personas.
FAUNA Y FLORA
Las rocas, más que los árboles, protegen a estos
recursos hídricos de la presencia humana y la propia naturaleza.
En los árboles adyacentes de caoba, algarrobos, palma real, guama, guásuma,
jobo y otros, se pueden ver trinar rolones, cuervos, mauras, pájaros bobos,
cigua palmera, petigueres, ruiseñor y en la parte arcillosa del cauce donde
nace la cascada, se aprecia el barrancolíes.
Es una zona donde abunda el guaraguao y cernícalo. En las charcas y en el
cauce del afluente hay guabina, dajao, camarón y jaiba.
HISTORIA
Cuenta la leyenda, que el nombre de la catarata le viene por el sonido
“Fun-Fun”, que provoca la caída del agua, que un día el señor Papón Pimentel,
un hacendado de la zona, al escuchar mientras arreaba el ganado, trató de
curiosear.
Escuchó el ruido de algo cayendo abruptamente sobre rocas y quiso saber de
qué se trataba “para que nadie me cuente después”.
Al aproximarse, visualizó que se trataba de la catarata de agua que se
deslizaba por una furnia o despeñadero en medio de un cañón de rocas, que
comenzó a llamar Fun-Fun, por el sonoro sonido que provocaba la caída
estrepitosa de agua.
Manuel Antonio Vega
Diario Libre
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