miércoles, 13 de enero de 2016

BIODIVERSIDAD DE AGUAS PROFUNDAS













Las aguas marinas profundas han alcanzado cada vez mayor reconocimiento como reserva fundamental de biodiversidad, comparable a la biodiversidad asociada con los bosques de lluvia tropical y los arrecifes de coral de aguas poco profundas.

La riqueza de los diversos hábitats de aguas profundas – ventilas hidrotermales, manantiales fríos, montes submarinos, cañones submarinos, llanuras abisales, trincheras oceánicas y volcanes de asfalto recientemente descubiertos – incluye una amplia variedad de ecosistemas y especies endémicas únicas.



A pesar de que aún no se ha llegado a comprender en su totalidad la magnitud de la diversidad de las aguas profundas (sólo un 0,0001% del lecho marino profundo ha sido sometido a investigaciones biológicas), se han hecho estimaciones de que el número de especies que habitan las zonas más profundas del mar podría lograr los 10 millones.


Se cree que el lecho marino profundo sirve de soporte a más especies que el resto de entornos marinos juntos.

La biodiversidad y los ecosistemas marinos están amenazados por la contaminación, el comercio, las actividades militares y el cambio climático, pero hoy en día la pesca sigue constituyendo la principal amenaza.

El surgimiento de nuevas tecnologías pesqueras y nuevos mercados de productos derivados de la pesca en las aguas profundas ha impulsado a los barcos pesqueros a iniciar la explotación de estos ecosistemas de gran diversidad, pero aún escasamente comprendidos.


La mayor amenaza para la biodiversidad de las aguas profundas marinas es la pesca de arrastre de fondo.

Esta técnica pesquera de alta mar es la que más daña los montes submarinos y los corales de agua fría a los que sirven de sustento.

Estos hábitats suponen el hogar de varias especies de peces que habitan en el fondo del mar y tienen aplicación comercial.

Los montes submarinos son también una base importante para el desove y la alimentación de especies, tales como los mamíferos marinos, los tiburones y los atunes, lo que los convierte en unas zonas muy atractivas para la pesca.

Los largos ciclos vitales y la lenta maduración sexual de los peces en las aguas profundas los hace particularmente vulnerables a las actividades pesqueras a gran escala.

La falta de datos acerca de los ecosistemas de las aguas marinas profundas hace muy difícil predecir y controlar los impactos de las actividades humanas sobre ellos, pero parece claro que los niveles actuales de pesca de arrastre de fondo en alta mar son difíciles de sostener, e incluso podrían llegar a ser insostenibles a unos niveles enormemente reducidos.

Es necesario establecer medidas efectivas de gestión de la pesca y la biodiversidad en las aguas marinas profundas.


La conservación de los ecosistemas marinos se ha ampliado recientemente a las aguas marinas profundas con la designación en 2003 del sistema de la Placa Juan de Fuca y las Ventilas Hidrotermales En de avour asociadas (2.250 metros de profundidad y 250 kilómetros al sur de la isla de Vancouver, Canadá) como una zona marina protegida
Existen varios mecanismos para conservar las aguas profundas, tales como el Convenio de las Naciones Unidas para el Derecho del Mar de 1982 (UNCLOS), el Acuerdo de las Naciones Unidas sobre las Poblaciones de Peces de 1995 (UNFSA), la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA), el Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica (CBD) de 1992 y la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) de 1973.


Sin embargo, es necesario poner en práctica estos mecanismos de manera más efectiva si se pretende conservar y usar de manera sostenible los ecosistemas de las aguas marinas profundas.

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