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miércoles, 17 de julio de 2019

EL AGUA SALOBRE ES CADA VEZ MÁS INTRUSA EN LA REGIÓN ESTE

















El aumento poblacional en la zona este del país y la alta demanda de agua por los complejos hoteleros han propiciado el incremento de la intrusión salina en las corrientes subterráneas de esa región, midiéndose en Bávaro la presencia de aguas salobres hasta 6.1 kilómetros de distancia de la línea de costa, significando un avance de 3 kilómetros si se compara con lo medido en 2002, de acuerdo a estudios.


La región este es de las menos dotadas en el país con cursos de agua superficiales, siendo los que tienen los mayores caudales los ríos Higuamo y Soco, debiendo explotarse la disponibilidad subterránea mediante pozos y, según explica el ingeniero hidráulico Rafael Damirón, muchos han sido construidos de forma inadecuada, muy profundos o con altos caudales de extracción.

A pesar de que Bávaro-Punta Cana comenzó su desarrollo como destino turístico en la década de 1970, y el Banco Central reporta que solo en 2018 por el aeropuerto de Punta Cana llegó el 69.3 % de los extranjeros que visitaron el país, el crecimiento de este polo turístico ha sido desorganizado.
Los gobiernos no han desarrollado un sistema de saneamiento sanitario y tampoco se ha ejecutado la anunciada conexión de la demarcación al acueducto de Higüey, que beneficiaría en general al distrito municipal Verón-Punta Cana, donde para el último censo de población de 2010 residían más de 54,000 personas, cifra que en la actualidad sería de 120,000, según cálculos de la autoridades locales.

Debido a la falta del servicio, el agua potable consumida en el territorio se extrae de campos de pozos y de sistemas privados que operan sin control ni supervisión de una entidad reguladora, y podrían generar una sobreexplotación de los acuíferos. La población también se abastece con camiones cisterna, que significan un gasto para las familias. A esto se suma la deficiencia en el tratamiento de las aguas residuales, que se mezclan en el subsuelo.

Solo en Bávaro-Punta Cana hay al menos 140 pozos operando, y fuera de los centros hoteleros, en la zona de Verón, entre pozos y filtrantes, hay más de 2,000, estima Damirón, quien es un experimentado hidrogeólogo que ha diseñado sistemas de pozos para complejos turísticos de la región este y para el sector público.

En Bávaro-Punta Cana hay más de 40,000 habitaciones hoteleras y la proyección oficial es que la demanda de agua para el turismo en la zona se incremente a futuro conforme se construyan más proyectos de alturas variables. Para 2015, el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (Indrhi) la estimaba, para todo el sector en la región este, en 21.20 millones de metros cúbicos por año. La institución proyecta que en 2020 subiría a 31.80 millones de metros cúbicos por año y en 2025 a 55.65.

Mediante la resolución 6/2019, del 15 de mayo de 2019, el Instituto Nacional de Aguas Potables y Alcantarillado (Inapa) declaró de interés público una iniciativa público-privada presentada por la sociedad comercial PCVC Acueductos & Alcantarillados, en la que participan cadenas hoteleras y el Grupo Punta Cana, para la construcción y operación de un proyecto de acueducto y alcantarillado en el polo turístico Punta Cana-Macao, bajo la modalidad de concesión. Este sistema se abastecería de agua subterránea y los hoteles se integrarían a su red.

La propuesta se encamina en un tiempo en que estudios han medido un incremento de la intrusión salina, que ocurre cuando el agua salada, que es más densa, se introduce desde el mar hacia los acuíferos costeros. Aunque es un proceso natural que pasa en las costas, la explotación inadecuada de las aguas subterráneas puede incrementar la intrusión y afectar la disponibilidad de agua dulce para consumo humano y riego agrícola.
Solo para nueve campos de golf de la zona este se demandan 2.3 millones de metros cúbicos de agua por año, calcula el Indrhi en su Plan Hidrológico Nacional. En la región hay al menos 15 campos, de acuerdo a lo que publica en su página web la Federación Dominicana de Golf.

De forma práctica, un usuario puede darse cuenta cuando el agua está salobre por el sentido del gusto. También si el jabón hace poca espuma o se deteriora constantemente la plomería. Esto último le pasó a Thara de la Rosa en la vivienda donde residió por tres años en Bávaro. La sal se acumulaba en las duchas y el tanque del inodoro, y tuvo que cambiarlos en tres ocasiones por la corrosión.


Los datos en Bávaro
Son escasos los estudios recientes sobre la intrusión salina. De los encontrados por Diario Libre, se destaca una investigación académica presentada en abril de 2018 por Maridelly Amparo Salcedo, de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM). Esta identificó 112 pozos de extracción de agua subterránea en Bávaro, distribuidos en 22 campos de pozos construidos y administrados por 19 complejos hoteleros estudiados. Las cifras excluyen los pozos existentes en la red del Inapa y otros pozos privados.
En general, los pozos analizados suplen agua a 44 hoteles y 28,455 habitaciones, donde se estima un consumo de agua promedio de 2.40 metros cúbicos por habitación por día. Las profundidades del nivel de las aguas en los pozos oscilaban entre los 5 y 94 pies.
La investigación verificó que, de los 22 campos de pozos, 15 se encuentran salinizados. Se midió que 12 están en el rango de agua salobre oligohalina (salinidad entre 0.5 a 5.0 gramos por litro) y uno entra en el grupo de agua salobre mesohalina (salinidad entre 5 a 15 gramos por litro).


Sobre la relación entre el nivel del pozo y la salinidad se encontraron valores similares a distintas profundidades, como es el caso de uno de 63 pies y otro de 21.14 pies, ambos con una salinidad de 0.71 PSU (Practical Salinity Units o Unidad Práctica de Salinidad). En el océano abierto, el rango de salinidad es generalmente de 32 a 37 PSU.
En el estudio se evidenció presencia de aguas salobres oligohalinas hasta los 6.1 kilómetros de distancia de la línea de costa, una medida que en la investigación se considera como un avance de 3 kilómetros si se compara con mediciones hechas en 2002 por otros autores.
En su libro La cultura del agua, el exdirector del Indrhi, Frank Rodríguez, explica que “cuando de los pozos se empieza a sacar agua salobre, no solamente se tiene un agua de menor calidad que hay que tratar para hacerla apta para consumo humano, sino que los costos de operación aumentan”.
El hidrogeólogo Damirón informa que hay hoteles que tienen instalados sistemas de ósmosis para purificar el agua. Diario Libre trató de conseguir más detalles al respecto, pero no fue posible.
“A veces se confunde y se piensa que la intrusión salina ha aumentado drásticamente, y no es que haya aumentado drásticamente, sino que se está haciendo una explotación inadecuada, se están construyendo los pozos muy profundos o se están usando caudales muy altos”, dice Damirón.

El problema va más allá de Bávaro
El potencial aprovechable de aguas subterráneas en la región este es de 758 millones de metros cúbicos por año, que representa 30.70 % de toda la recarga anual del país, destaca Rodríguez en su libro.
En 2017, Diario Libre publicó que el director de la Corporación de Acueducto y Alcantarillado de Boca Chica (Coraabo), Fermín Brito, dijo que la sobreexplotación de más de 500 pozos para extraer agua en terrenos privados en ese municipio, construidos sin un previo estudio de aforo ni con las especificaciones técnicas necesarias, provocan el avance de la “cuña” salina debido a que se extraían cerca de 40 millones de galones de agua por mes.
Aseguró que, del total del agua extraída, el 50 % corresponde a las academias de béisbol y el restante hoteles, restaurantes, lavaderos de vehículos, bombas de combustibles y fincas, entre otras empresas particulares.
Casi todas las islas del Caribe tienen problema de intrusión salina. En el caso del este, podríamos decir que la situación a futuro podría ser un riesgo.
Otto Cordero Encargado de Manejo Integrado de Ecosistemas del Ministerio de Medio Ambiente.
Vista de la playa de Boca Chica, ubicada en un municipio del mismo nombre donde se ha medido intrusión salina. ( DIARIO LIBRE/BAYOAN FREITES)

El Indrhi ha determinado que, en Boca Chica y San Pedro de Macorís, la zona afectada por la intrusión salina o con fuerte riesgo, alcanza más de 15 kilómetros de distancia de la costa.
En 1999, un informe del Inapa alertaba que el espesor de la capa de agua dulce sobre el agua de mar en San Pedro de Macorís, difícilmente superaba los 10 primeros metros. Atribuía el deterioro progresivo del acuífero a la forma en que habían sido ubicados los pozos de explotación con respecto al mar, combinado con una extracción de las aguas sin tener en cuenta ningún estudio hidrogeológico.

“Cuando haces un pozo vas a encontrar primero el agua dulce, se te va a ir poniendo salada, hasta que en un momento dado llegas a una salinidad igual que el agua de mar”, explica el ingeniero Damirón, quien trabajó en el Instituto Agrario Dominicano.

El especialista recuerda que en 2001 se redujo la explotación en el campo de pozo La Joya, construido en 1993 en Santo Domingo Este, para abastecer de agua potable. “Se hizo con unos pozos muy profundos, se llegó hasta 250 pies de profundidad y con unos caudales muy altos de 2,000 galones por minutos”, puntualiza. Asegura que en ese entonces no había mucho conocimiento del problema. “A medidas que pasó el tiempo esos pozos cambiaron su composición química y la intrusión salina los afectaba. Esos pozos con salinidad (10 en total) se sacaron de servicio”.
Al respecto, Luis Salcedo, director de Operaciones de la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (Caasd), confirmó que “cuando entró en operación la primera etapa del Acueducto Barrera de Salinidad (en San Luis), se redujo la explotación de ese campo de pozo para contrarrestar la intrusión salina”.

Un acueducto: ¿la solución en Bávaro?
Otto Cordero, encargado de Manejo Integrado de Ecosistemas del Ministerio de Medio Ambiente, destaca que a nivel mundial la intrusión salina está avanzando porque se están descuidando los sistemas de reforestación y la deforestación.
“Casi todas las islas del Caribe tienen problema de intrusión salina. En el caso del este, podríamos decir que la situación a futuro podría ser un riesgo”, asegura el funcionario al tomar en cuenta que la tendencia en la zona es construir complejos hoteleros por encima de las 600 habitaciones.
El ingeniero Damirón observa que, de acuerdo a estudios hechos en 1998, el agua que se extraía en Bávaro-Punta Cana con relación a lo que sale hacia el mar era de 4 %, en 2008 era 6.5 % y en 2018 subió a 26.9 %.
“Siempre lo que se bombea debiera ser menos de lo que se está dejando salir al mar, o sea que estamos en un 26 por ciento, es decir, que con relación a la intrusión estamos todavía en un punto aceptable, estamos por debajo del 50 por ciento”, calcula. Sin embargo, aunque sostiene que el acuífero tiene capacidad suficiente para abastecer la demanda que se proyecta para los próximos 20 años, recomienda hacer la explotación de una forma adecuada, con pozos que no sean excesivamente profundos y con caudales moderados.
Alerta que mantener la explotación actual y no hacer nada conduciría a una gradual salinización de los pozos en un corto plazo que estaría influenciada por la evolución del clima.
El sector privado está interesado en que finalmente se construya un acueducto, bajo la modalidad de concesión, que abarque a Verón, Friusa, Arena Gorda, Bávaro y Punta Cana, y se contrarreste la informalidad del servicio de agua potable. La propuesta es una red de abastecimiento de agua, que en su primera fase beneficie a los hoteles, comercios y residencias, proveyéndoles, además, un sistema de recolección y tratamiento de aguas servidas.
Imagen aérea de Friusa, en Verón-Punta Cana. ( DIARIO LIBRE/PEDRO BAZIL)
Con la resolución 06/2019, el Inapa instruyó al Comité de Compras y Contrataciones de la institución para que elabore el pliego de condiciones para una licitación pública nacional para la construcción y operación del acueducto y alcantarillado del Polo Turístico de Punta Cana-Macao, tomando como base el proyecto de iniciativa privada presentado por PCVC Acueductos & Alcantarillados, cuyo costo se estima en US$200 millones. Abarcaría un perímetro de 416,871,950 metros cuadrados.
Al preguntarle a Simón Suárez, vicepresidente de Proyectos Especiales del Grupo Puntacana y representante de la compañía en PCVC, el porqué el sector privado no motivó antes un acueducto para la zona, respondió: “Los hoteles no están en el negocio de acueductos y, de hecho, lo estamos haciendo ante la necesidad imperiosa que existe de regularizar la situación de agua en la zona. Es una realidad, es una colaboración con la sociedad dominicana que se está haciendo”.
Además del Grupo Puntacana, entre las cadenas hoteleras que promueven el proyecto, Suárez cita a Melía, Iberostar, Riu y Bahía Príncipe.
La resolución del Inapa establece que la empresa que hace la propuesta, como autora de la iniciativa, tendrá el derecho de propiedad sobre el proyecto por un período de tres años. En caso de que no resulte adjudicataria, podrá reclamar al oferente que obtuvo la concesión, el reembolso total de los costos de estudios en que incurrió para formular la iniciativa privada.
La propuesta tiene el apoyo de la Asociación Nacional de Hoteles y Turismo de la República Dominicana (Asonahores). “Es una tarea pendiente, y más que uno preocuparse de por qué no se había hecho, lo importante es que se está haciendo y que se va a ejecutar”, dice el vicepresidente ejecutivo del gremio, Andrés Marranzini.
Suárez reconoce que cuando se explota un acuífero sin un control centralizado y sin un plan de balance hídrico científicamente establecido, existe el riesgo de intrusión salina. “Y lo que se pretende precisamente es establecer ese sistema de control y de planificación del balance hídrico del acuífero, que se lograría mediante la recolección de aguas servidas, su tratamiento y su reinyección al acuífero”, agrega.
El ingeniero Damirón informa que, en reuniones con el sector hotelero, se llegó a la conclusión de que los campos de pozos que se queden fuera de servicio una vez entre en operación el acueducto, podrían dejarse como una alternativa contingente.
El director de la Junta Municipal de Verón-Punta Cana, Ramón Ramírez, indica que la unidad que dirige no está involucrada en el citado proyecto. Adelanta que está a la espera de unos estudios en el que participan israelíes, para presentárselos al presidente de la República, y determinar qué se necesita para solucionar el problema actual, que incluiría acueductos, filtros de agua y otras condiciones como desalinizar el agua marina, una propuesta que no es nueva y que supone un alto costo.
Ramírez recuerda que, en 2009, durante el gobierno de Leonel Fernández, se comenzó la construcción del acueducto de Higüey, por el consorcio Ghella & Asociados, cuya red de distribución iba a terminar en Verón-Punta Cana, pero no se ha concluido esa etapa final. “Se entendía que ese proyecto iba a llegar a toda la provincia y que iba a llegar a Bávaro, pero a Bávaro no ha llegado nada”, dice.


El futuro si el presente no cambia
El ingeniero Damirón sostiene que, si no se cambia el manejo de los sistemas de abastecimiento de agua mediante pozos en la zona este, la intrusión salina seguirá progresando.
“Si viene otra temporada de sequía como la que ocurrió entre 2000 y 2003, y la que se comenzó a vislumbrar este año y el año pasado, se puede agudizar más la situación, entonces los hoteles que tengan sus campos de pozos más cerca de la costa son los primeros que van a comenzar a sentir el aumento de la salinidad, y es posible que, si en esa zona hay ascenso, la salinidad les cambie de un mes al mes siguiente”, asegura.
Si se mantiene el sistema de campos de pozos, sugiere que se haga una explotación mejorada, que conllevaría tratar de adaptar los existentes a una menos riesgosa. Esto requeriría mejorarlos reduciendo caudales, limitando su profundidad y sellándoles el fondo. Como consecuencia, habría que construir pozos nuevos con diseño adecuado, para compensar la reducción en la producción.
Cordero también pone la opción de construir pozos para los complejos hoteleros a unos 15 o 20 kilómetros de distancia, cercanos a fuentes hídricas superficiales.
Otra opción ya planteada por sectores es construir una presa en el río Chavón.
“Con la intrusión salina se puede convivir, pero hay que hacerlo de forma adecuada”, concluye Damirón.


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