Investigadores de Inglaterra están buscando una
solución para que la energía solar pueda ser más barata y a la vez,
reducir la toxicidad del proceso de producción actual. Sin dudas, los dos
problemas más importantes del sector.
El director de la Singularity University, Salim
Ismail, estima que la totalidad de las necesidades de electricidad podrían
cubrirse con la energía solar dentro de 25 años y que en 2018 se abaratarían
los costes de producción y colocación de los paneles o de la fabricación de
plantas solares. Así lo ha anunciado la Revista Nature en un estudio reciente
que explica el sistema de células
solares más baratas y menos tóxicas.
En la actualidad, los paneles que se
realizan en todo el mundo son de silicio de primera generación. Las células
propuestas por los investigadores en Reino Unido, de segunda generación, se
construyen con una película fotosensible bien fina y se puede instalar en las
ventanas o en superficies flexibles.
Son tratadas con cloruro de cadmio para poder
activarlas, lo que las lleva a ser más eficientes (hasta un 20% más), afirma
Jon Mayor, investigador del Instituto Stephenson de Energías Renovables, dependiente de la Universidad de
Liverpool.
La activación es la clave para que sean más
productivas. El problema es que este sistema es altamente tóxico y puede causar
cáncer de pecho, alteraciones genéticas y enfermedades cardiovasculares. Como
si esto fuera poco, el coste es bastante elevado, unos 3 dólares el gramo.
La investigación que se está realizando pretende
seguir buscando alternativas que no afecten ni la eficiencia de los paneles solares, ni el medio ambiente ni a las personas.
A su vez, que sean paneles más ecológicos y
económicos.
Por ejemplo, el cloruro de sodio fue la primera
alternativa, pero no logró ni el 50% de la eficiencia del cadmio. También se
utilizó el magnesio, donde se pudo mantener la eficacia y a su vez, es un
material inocuo, fácil de conseguir, barato (300 veces más que el cadmio) y
nada tóxico
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