Esta es una de aquellas
afirmaciones de la que circulan diferentes versiones, según donde busques.
Hay revistas que aconsejan que, si
hemos de salir de una habitación durante unos veinte minutos, resulta más
económico dejar el fluorescente encendido en vez de apagarlo y volverlo a
encender.
En otros lugares el periodo de
tiempo a partir del cual resulta mejor dejar encendido el fluorescente se
reduce a cinco minutos. Y otros lugares simplemente no especifican ningún
tiempo.
El caso es que, efectivamente, un
tubo fluorescente gasta mucha más energía en el momento de encenderse que
cuando ya está iluminado.
En el momento de encenderse puede
llegar a consumir hasta cinco veces más energía que durante el resto del
tiempo.
Una diferencia que no se observa en
las bombillas corrientes.
Éstas consumen más energía mientras
están encendidas, pero no hay este pico de consumo en el momento de encenderlas.
De manera que parecería que
efectivamente resulta práctico evitar los aumentos de consumo energético
asociados al momento de encender el fluorescente, y que si hemos de salir de la
habitación durante un rato tal vez ahorraremos energía evitando apagar y volver
a encender el tubo.
Puede parecerlo, pero el caso es
que no es así.
La clave del problema se esconde en
el tiempo que tarda en encenderse un fluorescente.
Decimos que en este momento gasta
unas cinco veces más que en funcionamiento «normal», pero este aumento de
consumo, este momento, ¿cuánto tiempo dura?
Pues para saberlo he ido a encender
el fluorescente de la cocina y he visto que en dos o tres segundos ya está
encendido.
De manera que durante tres segundos
gasta cinco veces más que el resto del tiempo.
Esto quiere decir que el encendido
del fluorescente equivale a unos quince segundos de funcionamiento normal.
Por lo tanto, razonar que es mejor
dejarlo encendido únicamente tendrá sentido si tengo que salir (y apagarlo) y
volver a entrar (y volverlo a encender) ¡en menos de quince segundos!
Otras veces se dice que el problema
no es del consumo de energía, sino del desgaste del fluorescente.
Cuanto más lo encendemos y
apaguemos, la vida de los componentes del fluorescente irá disminuyendo. Los
fabricantes de fluorescentes ofrecen fórmulas y gráficos que muestran cómo
varía la vida del fluorescente según el número de veces que se enciende.
De nuevo, es cierto que el
fluorescente tendrá una vida más larga si lo encendemos y apagamos menos veces.
Pero, de nuevo también, la
diferencia en la práctica es lo bastante pequeña como para que resulte mejor
apagar la luz si tenemos que marcharnos más de unos pocos minutos.
Todo ello es un caso típico de
razonamiento hecho por alguien a partir de datos correctos, pero que a la hora
de pasarlos a la vida real no se tomó la molestia de hacer los cálculos para
ver si tenían aplicación o si resultaban simplemente anecdóticos.
Ciertamente, podemos decir que no
es un mito y que en determinadas condiciones resulta más económico dejar el
fluorescente encendido.
Pero estas condiciones simplemente
no tienen aplicación en la práctica.
En realidad, si hacemos caso del
mito, gastaremos más energía, en lugar de ahorrar, cada vez que dejamos un
fluorescente encendido durante veinte minutos pensando que así consume menos
que apagándolo y volviéndolo a encender
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