En cada práctica de
laboratorio nos encontramos con normas que parecen simples, pero que pueden
prevenir accidentes graves. Una de las más conocidas es:
👉 Siempre agregar el ácido al agua, nunca
al revés.
📍 ¿Por qué?
El ácido sulfúrico concentrado tiene una
enorme “hambre de agua”. Al mezclarse, libera calor de forma inmediata.
Si agregamos ácido al agua: el
calor se disipa en todo el volumen y el procedimiento se mantiene bajo control.
Si agregamos agua al ácido:
ese pequeño volumen de agua hierve de golpe y proyecta ácido concentrado hacia
afuera, con alto riesgo de quemaduras químicas.
📍 En caso de accidente en la piel:
La respuesta correcta está respaldada por
todos los protocolos internacionales (OSHA, NIOSH, FAO, manuales de
bioseguridad):
✅ Lavar de inmediato con abundante agua
corriente durante al menos 15 minutos.
❌ No aplicar neutralizantes como bicarbonato:
pueden liberar calor y agravar la lesión.
👉 Después, derivar siempre a atención
médica.
💡 Una regla sencilla como “el ácido al
agua” y una acción básica como “agua corriente abundante” pueden marcar la
diferencia entre un procedimiento seguro y una emergencia.
La seguridad no es un detalle,
es la base del trabajo científico responsable.
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