Un equipo
de investigadoras en el que participa el Instituto Mediterráneo de Estudios
Avanzados, Imedea, (CSIC-UIB), ha demostrado que la invasión de la fanerógama
marina tropical “Halophila stipulacea” puede tener un papel importante en
mantener la capacidad de secuestro de carbono en el Mediterráneo en el futuro y
ayudar a mitigar la crisis climática.
Si bien la
llegada de especies exóticas puede causar impactos ecológicos sobre las
comunidades autóctonas y sus servicios ecosistémicos, sin embargo, la magnitud
y dirección de dichos impactos es difícil de cuantificar por la ausencia de
datos previos a la invasión, ha detallado el Imedea, en un comunicado sobre el
trabajo que acaba de publicarse en la revista “Global Change Biology”.
Planta
marina invasora
La
“Halophila stipulacea”, especie propia del Mar Rojo y el Océano indico, que
entró al Mediterráneo a través del Canal de Suez, gracias a su extraordinaria
capacidad de adaptación térmica ha colonizado el litoral del este y centro del
Mediterráneo, llegando hasta Sicilia.
En este
estudio obtuvieron testigos de sedimento de praderas exóticas de “Halophila
stipulacea” y de praderas nativas de “Cymodocea nodosa” y de “Posidonia
oceánica” de Chipre y Creta (Grecia).
Aplicaron
distintas técnicas para reconstruir la cronología de la invasión de “Halophila
stipulacea” y medir su capacidad de secuestrar carbono: determinaron la edad de
los sedimentos de las praderas, analizaron el contenido de carbono orgánico y
secuenciaron el ADN ambiental del sedimento, una herramienta genética que se
utiliza para detectar especies en muestras ambientales sin necesidad de
colectarlas.
Según la
investigadora del Imedea y primera autora del trabajo, Marlene Wesselmann, “los
resultados muestran que “Halophila stipulacea” llegó a Chipre en 1930 y a Creta
en 1970 aproximadamente y, desde entonces, las praderas de la planta exótica
han enterrado más carbono orgánico que las praderas nativas de Cymodocea nodosa
y Posidonia oceanica cercanas”.
“Aunque la
capacidad de secuestrar carbono de H. stipulacea es reducida si se compara con
las praderas de P. oceanica del Mediterráneo occidental”, precisa Wesselmann.
En el
Mediterráneo se espera que el cambio climático provoque importantes pérdidas de
praderas de posidonia oceanica, porque es una especie muy sensible al
calentamiento y su mortalidad aumenta considerablemente cuando la temperatura
del agua supera 28 grados.
“En cambio,
la Halophila stipulacea tolera temperaturas superiores a 36 grados, por lo que
el calentamiento estimularía su crecimiento y se podría expandir y seguir
secuestrando carbono, junto a C. nodosa (que también tiene una tolerancia
térmica alta)”, explica la investigadora del Imedea Núria Marba.
“Sin
embargo, no disponemos de una imagen completa del papel de H. stipulacea en el
ecosistema marino del mar Mediterráneo, y por eso, no sabemos si otros
servicios ecosistémicos fundamentales pueden verse afectados por su actual
presencia y futura expansión”, concluye la doctora Marbà.
EFEverde
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